Génesis y Justicia
Nada más emblemático para mostrar que la acción violenta que se desató en Chocó, con el argumento de «atacar a la guerrilla», fue mayoritariamente contra la población civil, es la denominada por las fuerzas oficiales ‘Operación Génesis’, desarrollada en el municipio de Riosucio.
Los efectos de esta operación son claros e incontestables. Se quedaron grabados en los rostros de las miles de personas desplazadas que debieron salir hacia diversos puntos del entorno más cercano como Turbo, Pavarandó, Quibdó o hacia lugares más lejanos tanto en lo geográfico como en lo cultural, ya fuera Bogotá, Medellín e incluso en el exterior.
Al cabo de estos veinte años de haberse realizado viene la pregunta ¿por qué justamente le habrán puesto el nombre de ‘Génesis’ a esa operación?. Si corresponde a la literalidad de dicha expresión puede ser coincidente con ser el inicio de una serie de atropellos que se sucedieron contra las comunidades afrocolombianas, mestizas e indígenas que se asentaban a lo largo de la cuenca del Atrato y, posteriormente, en las otras dos riberas más grandes de Chocó, cuales son San Juan y Baudó.
Con dicho nombre se fija que fue el «origen» de la demostración en esta región de la «combinación de todas las formas de lucha» por parte del Estado colombiano, pues se articularon en lo militar las diversas expresiones de las fuerzas armadas con los grupos paramilitares, que a su vez fueron entrenados por dichas fuerza pública, al tiempo que se unieron en dicho propósito diversos organismos estatales de las ramas del poder judicial, legislativo y ejecutivo, con la anuencia, en no pocos casos, de los entes de control y protección de los derechos humanos.
Esta fue una obra maestra de unión de esfuerzos para sembrar el terror con un manto amplio de impunidad, con el propósito claro de convertir la subregión del Bajo Atrato en un territorio abandonado para que se despojaran estas tierras y pasaran a manos de los empresarios de la palma aceitera, pues como lo dijo en diversas ocasiones el comandante paramilitar Carlos Castaño “adelante van los fusiles y detrás vienen los tractores”.
Si de verdad se quería erradicar la guerrilla de estas tierras, el resultado de esta oleada de violencia no indicó que se lograra. Por el contrario, los insurgentes se mantuvieron allí, replegados a las partes altas de los afluentes, o realizando operativos militares que les llevaron hasta el presente, en pleno proceso de paz, a ser un actor con capacidad de combate. Tanto, que hoy el Bajo y Medio Atrato son escenario de Puntos de Normalización y Transición de las FARC-EP hacia la reincorporación social, económica y política.
Este nuevo contexto de implementación del Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera abre el camino para que se retome la ‘Operación Génesis’ en el marco del Sistema Integral de Verdad, Justicia y Reparación, para que en primer lugar se pueda llevar a la Comisión Histórica de la Verdad este caso originario de múltiples hechos violatorios de los Derechos Humanos y los Derechos de los Pueblos.
La Justicia Especial para la Paz deberá examinar a profundidad los diversos procesos judiciales que ya se han abierto sobre esta operación, las responsabilidades que los exparamilitares, que fueron a juicios, le endilgaron a altos mandos del Ejército. A su vez, es el momento de retomar las múltiples denuncias públicas que diversos organismos defensores de Derechos Humanos han hecho a lo largo de estos veinte años de lo que desencadenó de atropellos a la población civil la referida acción militar ‘Génesis’.
Sin embargo, no hay que esperar a que se ponga en marcha este andamiaje de justicia especial, pues ya hay fallos claros que identifican la responsabilidad de mandos militares y del Estado colombiano, como lo hizo la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Lo que se requiere es que el Estado asuma plenamente la responsabilidad de estos hechos, pues tales condenas no han representado a la fecha auténticas acciones de reparación para las víctimas de todas las cuencas que vierten sus aguas al río Atrato.
*Antropólogo, teólogo y doctor en Antropología. Exdirectivo de la UNICLARETIANA. Acompañante por más de 25 años a pueblos indígenas y comunidades afrocolombianas en el Pacífico. En la actualidad Decano de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Occidente en Cali y miembro del Comité Coordinador de la Coordinación Regional del Pacífico