No es Santos. No es Uribe. Es Colombia

Podríamos caer en la trampa. Seguir jugando a las guerras, plantando una trinchera y ubicándonos a lado y lado. Pero la guerra no es un juego, ni las trincheras son zanjas que nos puedan proteger, que nos mantengan indemnes. En las guerras se pierden piernas y hermanos, amigos y cabezas, riñones y madres, hijos y casas… En la guerra, en esta guerra que nos ha tatuado el cuerpo y el alma a esquirlas, se pierden perros, sueños, chécheres, futuros y memorias, se pierden las noches y sus desvelos, los cantos, las trochas, veredas enteras engullidas por el humano monstruo de la sevicia… En la guerra se pierde todo, aunque algunos ganen tanto con la guerra.

La guerra es teledirigida por los que no se manchan las manos de la sangre que dilapidan, la guerra es patriarcal, es inmoral, ha sido estúpidamente cotidiana.

Podríamos caer en la trampa, claro que sí, pero las colombianas y colombianos llevamos demasiado tiempo siendo los actores sin doble que nos cubra en las escenas de riesgo, conocemos al detalle las heridas, los derechos vulnerados. Hemos visto demasiadas veces el reflejo de la venganza y el odio en los ojos del vecino, hemos habitado al pie de una fosa común nacional más de lo necesario como para escuchar las mentiras de los que quieren más guerra, de los que quieren más almas y piernas fuera del lugar que les corresponde, de los que consideran que la vida de los civiles es un daño colateral en su juego político.

Por eso no vamos a caer en la trampa.

Colombia Plural vota ‘Sí’ este domingo 2 de octubre. Y lo hace de manera responsable, consciente, crítica y alegre

Colombia Plural ha nacido en días de siembra. Desde el 15 de septiembre estamos en línea, aunque las que formamos parte de este proceso llevamos muchos años de camino junto a las comunidades que con más intensidad han sufrido esta guerra que está compuesta de muchas otras guerras: la de la exclusión, la del racismo, la de la prohibición del disenso, la del feminicidio, la de la educación negada o la salud monetarizada. Por eso, quizá por eso, porque hablamos con los arrancados, con las nadie, con el alma de cañón de este conflicto, estamos seguros de que cualquier paso para desescalar la guerra es bueno.

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Y este no es un paso menor. Queda mucho. Queda construir la paz, claro. Queda sentarse a hablar con el ELN, es imprescindible. Queda atajar la vieja costumbre dominante de recurrir al paramilitarismo, es urgente. Queda comenzar a solucionar los problemas estructurales: tierra, participación, equidad, justicia… Pero lo que queda no puede impedir que se dé un paso de esta importancia. La abrumadora tarea pendiente es un reto, no un lastre.

Colombia Plural vota ‘Sí’ este domingo 2 de octubre. Y lo hace de manera responsable, consciente, crítica y alegre. Responsable porque conocemos la realidad y nos hemos empapado al detalle las 297 páginas del Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera. Consciente porque sabemos del momento histórico que vive el país, de la imposibilidad de fallar en este nuevo intento de terminar el enfrentamiento armado entre el Estado y las FARC, de los beneficios reales y tangibles que tiene el desescalamiento del conflicto violento para todas y todos nosotros… Crítica porque sabemos de las falencias, de los riesgos, de las renuncias de lado y lado, de la fragilidad de aquellos que se acuerda con tanta desconfianza mutua.

Votamos ‘Sí’ con alegría porque ya hemos visto un cambio en los rostros y en los gestos. Porque compartimos días con guerrilleras y guerrilleros que se abrazaban imaginando una vida civil sin violencia, porque hemos visto a líderesas y líderes caminar con banderas blancas, hacer pedagogía de paz a su manera, con sinceridad, con sabiduría, porque sabemos que sólo la posibilidad de vivir en paz nos hace más fuertes, más humanas, más empáticas…

Los intereses particulares que tercian en este acuerdo no son importantes ahora. La clave para votar ‘Sí’ es el bien común. O, al menos, el bien común potencial que subyace en lo pactado.

El plebiscito, estamos seguro, refrendará lo acordado en La Habana pero ahora es el momento de la ciudadanía. O nos convertimos en sujetos políticos activos capaces de fiscalizar, acompañar y mejorar lo suscrito o volveremos a dejar el país en manos de unas élites políticas y culturales que, desde el nacimiento de la República, han jugado siempre para garantizar el interés propio.

Aprovechemos este inmenso caudal de voces que, desde abajo, desde afuera, desde las periferias, le están apostando a una nueva ética, a un nuevo estado plurinacional donde todas y todos podamos sentir que tenemos un espacio, donde podamos debatir, disentir, sin miedo, donde los conflictos (que son muchos) puedan dilucidarse en espacios más o menos democráticos donde la violencia no sea el primer y último recurso.

Colombia Plural se compromete a trabajar por ese otro país utilizando este otro periodismo: un periodismo de paz que no divulgue propaganda sino que busque la (s) verdad (es), un periodismo de paz que entienda que hay que “complejizar” los relatos para ser fieles a la realidad, que no hay bandos, sino sectores, que no hay ganadores, sino personas defendiendo sus intereses o tratando de solventar sus necesidades.

Este domingo, no se vota por Santos o por Uribe. Se vota por un futuro posible para Colombia. Ni Santos ni Uribe habitan las veredas de las víctimas; ninguno de ellos estará dentro de unas décadas, cuando hagamos balance de lo conseguido por esta sociedad diversa, plural, poliédrica. Una vez más, como durante el siglo XIX, como durante el vergonzante siglo XX, tratan de cavar una trinchera bipolar, de ubicarnos bajo la bandera de los personalismos del establecimiento que no sabe conjugar la primera persona del plural.

Este domingo, decimos ‘Sí’ porque vemos el futuro en positivo. ¿Y tú?