“Se está sembrando la decepción con el proceso de paz en las comunidades”

Leyner Palacios, líder de Pogue (Chocó) y miembro del Comité de Víctimas de Bojayá, exige desde Canadá la que el Capítulo Étnico del Acuerdo Final se convierta en ley y advierte de los riesgos que enfrenta el proceso de paz en los territorios.

“Al premiarme a mi, en realidad están premiando a las 32 comunidades indígenas y los 19 consejos comunitarios afro de Bojayá, y a todas las comunidades del Pacífico que han resistido a la guerra y han apostado por la paz”. Leyner Palacios Asprilla ha recibido un reconocimiento internacional de primer orden, el que hace cada dos años el Centro Global por el Pluralismo, con sede en Ottawa (Canadá). “Es un reconocimiento que la comunidad internacional hace a la dignidad de las comunidades que han sufrido la degradación de la guerra, pero también a sus luchas, a la resistencia en el Pacífico…”, aseguraba Palacios a Colombia Plural.

También cree el líder chocoano, y miembro del Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá, que ese respaldo de la comunidad internacional es especialmente importante ahora, “cuando hay tanta polarización en la sociedad”, para renovar las esperanzas en un proceso de paz que está acosado por demasiadas amenazas.

Al Comité de Bojayá le preocupa especialmente la “no inclusión en el paquete normativo que se está tramitando en el Congreso de los derechos étnico territoriales”. Explica Palacios que los funcionarios públicos que participan en la implementación de los acuerdos de paz entre el Gobierno y las FARC no tienen en cuenta estos derechos, entre otras razones porque no se han incorporado a las normas aprobadas en el Congreso. Por eso defiende que “el Capítulo étnico debe convertirse en una norma”.

Tras recoger el premio en Canadá, Leyner Palacios también se ha mostrado preocupado por “los temas de inseguridad que se están generando en las zonas de las que salió las FARC, porque eso lanza un mensaje negativo a la labor de los líderes”. Tumaco, el Bajo Atrato y o el río San Juan viven brotes violentos peores que los de épocas en teoría de guerra y “eso genera una decepción muy grande en poblaciones que le han apostado a la salida negociada. Eso puede llevar a la gente a que no vea la paz como algo positivo sino como algo que le ha generado más problemas”.

No es fácil defender un proceso tan amenazado. A la lucha por el control territorial y al incumplimiento del Capítulo Étnico, denunciado también durante la Minga por la Vida de los pueblos indígenas, Palacios suma el daño que está provocando “el contexto político electoral”.

“Se están desvirtuando muchas de las cosas que se vieron como positivas en los acuerdos. Hay diferencias notables entre lo acordado y las normativas que se están aprobando, es como que se está renegociando el acuerdo y eso puede generar un ambiente de inconformidad”. De hecho, el defensor de los derechos humanos chocoano cuenta que “cada vez que uno se reúne, por ejemplo, con las FARC, la decepción es visible y se ve gente que se ha salido de los campamentos por el mismo incumplimiento”.

Desde Bojayá se alerta sobre el riesgo de que la situación se convierta en insostenible y se pide que se pase del papel a las políticas públicas “que se traduzca en el ejercicio de los derechos para las comunidades”. Las advertencias de Palacios llegan justo cuando el proceso vive momentos de incertidumbre por la aprobación condicionada y transformada de la Jurisdicción Especial de Paz en el Congreso.

A pesar del panorama poco alentador, Palacios ha querido aprovechar el marco generado por el Centro Global para el Pluralismo para dirigirse a su comunidad, en el río Atrato: “Hoy les mando a nuestras comunidades un mensaje de esperanza, de optimismo… [el premio] es una muestra de que a pesar de las dificultades no estamos solos y nos da una legitimidad para seguir trabajando. Es importante recuperar la esperanza en medio de tanto dolor y sufrimiento. Este premio nos manda una inyección de energía para los liderazgos, para retomar fuerzas”.