Sergio Jaramillo e Iván Márquez fijan los compromisos con Bojayá

Cuatro comandantes de las FARC-EP y el Alto Comisionado para la Paz del Gobierno llegan hasta La Loma de Bojayá para avanzar en la reparación de las comunidades afectadas por la masacre de 2002.

Lo ocurrido en Bojayá el 2 de mayo de 2002, la mayor en número de víctimas de esta guerra brutal, tuvo muchas consecuencias. Las más dramáticas fueron, obviamente, para las comunidades de este municipio del Chocó que, hasta ese día, no aparecía en el mapa mental del país y que perdieron a 79 vecinos y vieron como cientos quedaban heridos física o psicológicamente. También influyó de forma definitiva en la campaña electoral y en el clima político que llevaría a Álvaro Uribe a ser presidente en primera vuelta. Y, tal y como lo han reconocido, tuvo nefastas consecuencias para las FARC, que perdieron más puntos ante la opinión pública y generaron rechazo y rabia en este río Atrato tan duramente golpeado por la guerra territorial entre guerrillas, paramilitares y Ejército.

Quizá por eso, las FARC-EP están haciendo tantos esfuerzos en esta zona del país. O quizá sea por la persistente y sostenida labor del Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá que, desde diciembre de 2014, viene haciendo una fuerte labor de presión e incidencia en La Habana y en Bogotá. Leyner Palacios, uno de los miembros del Comité, ha destacado el trabajo de incidencia que ha logrado que «hoy las FARC haya ratificado un una voz enérgica el perdón a las comunidades de Bojayá» y la creación de una comisión conjunta de todas las partes para dar seguimiento a los acuerdos tomados hoy.

Este jueves 29 de setiembre se ha vivido otro intenso momento en la zona. En la Loma de Bojayá, una comunidad cercana a Bellavista en la ribera del río que da nombre al municipio, han recibido en la mañana la visita de una delegación de las FARC compuesta por dos miembros de su Secretariado Nacional (Iván Márquez y Pastor Alape), por dos comandantes de la zona (Benkos e Isaías Trujillo) y por un asesor legal. El Comité y los visitantes se han reunido para avanzar en el proceso de reparación por la masacre y hoy han insistido en el sentido que tiene la entrega de un cristo negro que las FARC encargaron al escultor cubano Enrique Angulo como símbolo de memoria.

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Sergio Jaramillo, en la reunión con la comunidad | Foto: D. Rodríguez

Un poco más tarde ha llegado el Alto Comisionado para la Paz del Gobierno, Sergio Jaramillo, al que el Comité ha recordado los compromisos alcanzados por el Gobierno en el marco del acto de reconocimiento temprano de responsabilidad por parte de la guerrilla que se celebró en Bellavista Viejo, el lugar de la masacre, el 6 de diciembre de 2015. Es una larga lista, pero el Estado está en mora con tres asuntos que a las comunidades preocupan especialmente: la atención a los más de 126 lesionados sobrevivientes; la
identificación de los cadáveres para hacer la entrega digna e individualizada a sus 
familiares, y la creación del Centro de Memoria en Bellavista viejo.

Jaramillo se ha comprometido a subsanar los problemas de recursos que tiene Medicina Legal “para poder adelantar la identificación de los cuerpos que están en el cementerio de Bellavista y hacer entrega individual a los familiares”, según ha informado Jesús Flórez, testigo académico que acompaña al Comité para los Derechos de Víctimas de Bojayá. Según Flórez, el Gobierno también se ha comprometido a garantizar la seguridad de las comunidades por la “la amenaza que suponen los paramilitares” con un plan específico para la zona. Los otros dos compromisos de Jaramillo con las comunidades tiene que ver con la atención a los heridos, para los que habrá un plan específico “en un plazo de 10 días” y con la construcción del Centro de Memoria que incluirá diferentes esculturas («quizá incluido el cristo negro»). Adicionalmente, de la reunión entre el Alto Comisionado y el Comité salió un compromiso de crear un fondo específico de becas de la Unidad de Víctimas para que las víctimas de Bojayá puedan estudiar. Leyner Palacios, al terminar el encuentro, pidió que «el cronograma acordado hoy, sí se ejecute» a cabalidad y Delis Palacios, también parte del Comité ha pedido a sus vecinos «que no se pierda la oportunidad política de avanzar en la reparación». «La responsabilidad de protegernos y de reparar lo que ha pasado es del Estado. Tenemos que lograr transformaciones de fondo en la región».

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Fotos: D. Rodríguez

Alivio espiritual

Terminadas las reuniones a puerta cerrada se ha realizado un acto público a las 2 p.m. en el que ha participado la población de La Loma y representantes de las otras Comunidades del municipio. Se ha levantado el cristo negro en el lugar del encuentro, con presencia del escultor y se han escuchado las palabras del Comité, del Alto Comisionado y de las FARC.

En este encuentro, las FARC debía explicar el sentido de la entrega de este cristo, que no será firme hasta final de año, pero Iván Márquez, jefe del equipo negociador de la guerrilla en La Habana y vocero de la delegación, ha preferido insistir en la petición de perdón por lo sucedido. Lo ha hecho de una forma mucho más explícita que en diciembre… explícita y reiterativa.

“Con nuestras almas contritas, pedimos nos perdonen y nos den la esperanza del alivio espiritual permitiéndonos seguir junto a ustedes el camino que, reconciliados, nos conduzca hacia la era justa que tanto han anhelado los humildes de todos los rincones de Colombia”, decía el comunicado del Estado Mayor Central de las FARC-EP que ha leído Márquez.

“Tendemos nuestras manos jurando que jamás tuvimos la intención de causar los terribles daños que tanta aflicción han ocasionado”, seguía Márquez, al tiempo que agradecía a la comunidad su “desprendimiento de comprensión y sin manchas de rencor ni odio”. Delis Palacios destacaba después que «la comunidad sólo tiene la palabra como arma, pero es un arma poderosa para lograr convivir en este territorio».

El discurso, que Márquez ha cargado de emoción, estaba centrado en reconocer el papel de estas comunidades y el cristo, nombrado apenas en una línea, ha pasado a segundo plano: “El pueblo de Bojayá ha sabido dar ejemplo de máxima generosidad y perdón, entregando el que más fuerza y esperanza para no desfallecer en la búsqueda de la paz”.

La comunidad de La Loma y los representantes del resto del municipio estaban satisfechos. Este largo proceso de verdad, reparación y búsqueda de garantías de no repetición comienza a concretarse. Iván Márquez, antes de terminar, ha repetido varias veces su mensaje: “Nuevamente perdón infinitamente Bojayá. Basta ya de los ruidos de la muerte, ¡basta ya!”.