Mi suelo poético, la llama encendida
En la sala destinada a la rueda de prensa dentro del Gran Hotel en el centro de Medellín, en sillas ordenadas en forma circular, mujeres y hombres se fueron presentando con sus nombres y sus lugares de origen. Grandes representantes de la poesía y la cultura universal convocados por los organizadores de la edición 28 del Festival más grande en Latinoamérica en su género y patrimonio de la humanidad y premio nobel alternativo, la Revista Prometeo y el Movimiento Poético Mundial (WPM). En diversos idiomas y lenguas los cultores del lenguaje recitan o comparten una idea, un sentimiento o incluso una broma mientras se adaptan a la ciudad de Medellín. Allí estaba ella, la hija de la luna, sentada entre un centenar poetas, reunidos en torno a la palabra.
Unas horas más tarde bajo una carpa y sobre sillas de plástico en uno de los costados del escenario el mismo grupo de poetas, son participes del sublime acto la de ceremonia inaugural. Tras un acto ritual con indígenas Arahuacos, Ingas y otros chamanes presentes se brindaron las palabras inaugurales. Un canto mítico de Nikolay Oorzhak, vibración de las cuerdas bucales y sonidos guturales que salían de lo más profundo del pecho de un hombre con la cabeza adornada por las plumas de un ave mística. Rayen, la indígena Mapuche que fue una vez prisionera política y luego exiliada, la mujer de baja estatura y ojos translucidos observa y agradece la invitación como todos los invitados, trae un mensaje de un pueblo que lucha por conservar su territorio, el derecho al agua del que se han apropiado las multinacionales y por la que les consideran terroristas.
La poesía de Álvaro Marín recuerda que tras el nombre de Black Hawk con el que se denomina a los helicópteros de combate norteamericanos, estaba la historia de un gran guerrero indio que luchó contra los invasores. El poeta de origen salvadoreño Carlos Ernesto García nos recuerda que su poema insignia Yo no tengo casa, es la historia de millones de desterrados por las guerras invasoras. Los versos en su lengua original y traducidos bellamente al español de Birgitta Jonsdottir de Islandia, de Flaminia Cruciani de Italia y de Manal Al Sheik de Irak elevan las voces de mujeres de la poesía europea y asiática acompañados por los bellos cantos tradicionales de Vietnam en la voz de Huynh Thi Quynh Hoa. El famoso grupo de rock chino Su Yang fue el encargado de cerrar la noche. Un público extasiado, que llegó desde temprano a sentarse en el suelo del parque de los deseos y que terminó saltando y aplaudiendo el acto de apertura y al que le proseguían mas de 150 actividades en Medellín y municipios aledaños.
El domingo asistimos al teatro Pablo Tobón Uribe, para escuchar las historias del venezolano Luis Britto García y su relato sobre el indio Guaicapuro en tierras europeas, preguntándose quién le debe a quién si fueran sopesadas en oro y plata la sangre derramada por los pueblos originarios de América, tras la invasión y en la conquista española. El poema recitado y cantado de la cubana Carmen González trajo la poesía caribeña al escenario y que junto a la presencia de Khadijatou Doyneh de Guyana, fueron invitando al llamado de la poesía africana y al homenaje que le rinden los poetas Ahmad Zamani y Mohamen Ahmed Bennis de Marruecos, junto al Premio Nobel Alternativo Nnimmo Bassey. Todo el caribe y la madre África en el centro de Medellín en diálogo con los saberes ancestrales y los cantos originarios como el de la invitada especial Stella Chiweshe proveniente de Zimbawe.
El homenaje a las víctimas del conflicto y de la desaparición forzada en la Comuna 13 de Medellín junto a las mujeres del Movimiento de víctimas de Estado estuvo a cargo de los poetas Aníbal Arias de Colombia, Waldina Mejía de Honduras, el salvadoreño William Alfaro, de Hilal Karajan de Turquía, quienes desde Centroamérica y Asia viajaron a este lugar periférico para recitar y para decirle a la comunidad y a los familiares de las víctimas que no están solos. Que esta experiencia la llevarán consigo sembrada en el corazón.
Después de dos días de iniciado el festival logramos acercarnos a conversar con algunos de los participantes como los salvadoreños Carlos E García y William Alfaro, ellos nos comentan de las impresiones del Festival, de la ciudad, de la gente y de lo que se llevan a su tierra después de sus lecturas. La poesía salvadoreña trae el recuerdo inevitable del Roque Dalton y nos lleva a hablar de la persecución que hemos vivido algunos que como los tres fuimos perseguidos y tenemos territorios vedados, pero a los que la poesía nos abrió mil puertas más que las que nos cerraron los verdugos.