No pero Sí

Ganó, por un estadio de apasionados -50.000- la negativa a apoyar lo acordado entre el Gobierno de Santos y la guerrilla de las FARC. Ese mínimo margen podría corresponder a la cantidad de desaparecidos durante los últimos años en Colombia. Esto dentro de un sistema de país que asume la participación electoral como parte de la vía democrática, un 37% de los habilitados para participar, 13 millones de electores en posiciones opuestas y 20 millones ausentes en un país con más de 46 millones de habitantes. Vuelve a ser una minoría la que decide (con apariencia de mayoría), aproximadamente el 18% del censo electoral.
No es nuevo entonces que gane el No, no es sorprendente. Se eligió la continuación de la guerra o esa diatriba del “sí a la Paz pero no así” como lo acordaron después de 4 años de negociaciones. Y como lo ratificó el 49% de los votantes. Lo que se presenta ahora como una «improvisación» porque no se «calculó» que, a través de la fórmula presidencial plebiscitaria podría dar un resultado negativo, a mi modo de ver no es tan improvisada; es decir, si usted da dos opciones ante una pregunta calcula qué sucederá o por lo menos presume cómo reaccionará ante los dos escenarios y no sólo ante uno de ellos. Bien me dijo una vez un profesor en una clase de periodismo «¡Señor, la improvisación no se improvisa!» y creo que aquí han existido cálculos frente a los escenarios del Sí y del No.
Las élites políticas y económicas de Colombia no han improvisado el derramamiento de sangre dentro de sus fronteras desde que es país. Eso ha sido premeditado, fríamente calculado y promovido. La escena bíblica de un Pilatos dando a elegir entre la vida de Jesús y la de Barrabás y lavándose las manos tras el momento en el que la muchedumbre prefirió al ladrón que al profeta, se repite a diario no sólo en Colombia sino en el mundo entero. Los romanos no sólo impregnaron culturas europeas con su legado sino que se multiplicaron con el “divide y reinarás”. Multiplicaron su voz en la Biblia que promueve un Cristo crucificado como símbolo de fe.

Así, con las Víctimas del conflicto armado, expuestas y sobreexpuestas, utilizadas y re victimizadas, dicen que son el corazón de los acuerdos, pero quienes promovieron los crímenes, quienes los toleraron, quienes callaron ante su perpetración, no ven en ellos la motivación esencial para que ese conflicto tenga fin. Para los calculadores son cifras, números, resultados de una operación financiera. Y ese es el trasfondo de los resultados del Plebiscito.

Dos expresidentes que apostaron por la vía armada y su antiguo ministro, hoy señor Presidente, sumados al destituido Procurador no son la autoridad ética y moral para reconfigurar un documento de casi trescientas páginas

Ahí no hay nada humanista, lo que hay es una jugada financiera que es algo que preocupa a los promotores de la negociación con las FARC, a algunos del Sí y a muchos más del No. En ello no está en discusión la vida digna o la tan mencionada justicia social o el derecho a una sociedad en paz. No, lo que hay ahí es un interés perversamente económico. En reciente entrevista a un economista en la Deutsche Welle, se expresó lo que podía suceder en caso de que no se den salidas a lo acordado con las FARC. Como lo único que les preocupa es el bolsillo, ahora tras la caída del peso ante el dólar y de las acciones en la bolsa, puede ser que se ocupen por rescatar una parte de lo acordado para que los inversionistas no salgan despavoridos ante el riesgo que significa obligar a que los guerrilleros vuelvan al monte tras una noche de brujas como lo anunció el señor Presidente que será la fecha para mantener el cese al fuego.

El Sí, de más de 6 millones de votantes se debe respetar

Claro que la derecha y la ultraderecha deben negociar, por supuesto que sí. Pero no sobre lo pactado entre el Gobierno y las FARC. Deben sentarse a responder por los millones de desplazados internos y los que hicieron migrar al exterior por su política neoliberal y economía de guerra. Responder por los crímenes atroces, decir la verdad y someterse a la justicia como primeros autores intelectuales.
La pacificación que se plantea no debe ser aceptada como un decreto de emergencia que derive en un nuevo exterminio de quienes se oponen a la política minero energética, al modelo de desarrollo que prioriza la inversión extranjera y la extracción de recursos naturales, de los defensores de derechos humanos y del movimiento social, de todos los que han apostado a la salida negociada con las FARC y la que debiera darse con el ELN.

La Paz, la construcción de la misma, debe incluir a las víctimas desde sus reivindicaciones y no ser nuevamente re victimizadas, ignorándolas y acallando sus derechos a la verdad, a la reparación y a la justicia.

Es imposible en tres semanas re-acordar lo que ya está acordado, lo que se discutió en 4 años. La metodología de los acuerdos abrió espacio a la participación desde los encuentros nacionales y en sus portales web, no es momento de inventar una nueva regla de juego donde solo negocia el Yo supremo consigo mismo.

Dos expresidentes que apostaron por la vía armada y su antiguo ministro, hoy señor Presidente, sumados al destituido Procurador no son la autoridad ética y moral para reconfigurar un documento de casi trescientas páginas en el que la perspectiva de género es tachada de ideología de género de forma despectiva.

Las modificaciones planteadas, sin respeto por los derechos fundamentales y pidiendo impunidad para los militares, además de la preocupación primaria por lo que significa la restitución de tierras, representan una «traición» a los acuerdos que el Gobierno y afirmó y ratificó ante la comunidad internacional.

Es importante resaltar que la idea de que no existan más las FARC como guerrilla es de interés de quienes ven su presencia armada como «riesgo para los inversores«, además de los miedos que simultáneamente provoca su transformación en movimiento político. Le tienen pánico a la confrontación de ideas, pensamientos y argumentos que no estén mediados por los fusiles.

Entonces se debe respetar el Sí de millones de colombianos, de los países garantes que acompañaron las negociaciones, de las comisiones que gestaron el acuerdo, de las víctimas del conflicto. Santos firmó el acuerdo con una bala hecha bolígrafo, que esperemos no lo transforme en balígrafo y sepa, como buen jugador de póker que es, mediar con los que hoy tienen el «sartén» de los acuerdos por el mango y la baraja sea expuesta abierta y honestamente sobre la mesa.

Las movilizaciones en el país y fuera de él están presionando para que se deje de amenazar con la continuación del conflicto, para que se cumpla lo acordado. Para que se mantenga la construcción de la paz estable y duradera que fue lo que le dio la gana al Presidente preguntar o la guerra estable e imperecedera. Claro que el negocio de la guerra mueve a gran parte de esa sociedad que dijo No, como lo leí en El Tiempo, quienes ganan con el No son las Fuerzas Militares, los ganaderos y Uribe y sus hijitos. A propósito de sus «creativas propuestas» me llama la atención que habla de «No Impunidad», entonces debería responder por los cientos de procesos que tiene abiertos; ya que llama a la austeridad, que acabe con su «esquema de seguridad» (300 escoltas) personal que le cuesta 18 mil millones de pesos anualmente al país.

Hay quienes se sorprenden por el abstencionismo en las urnas, pero reitero, no hay que mirar sino la forma en la que se ha construido y mantenido el sistema electoral colombiano, para comprender por qué la apatía. Además de la ignorancia, que no es sólo por voluntad como varios afirman -que se es ignorante o analfabeta funcional, aunque para muchos es una opción de vida-, el hambre y la miseria son factores que han sido utilizados y promovidos desde las élites que no comparten y acaparan lo que a miles o millones de seres serviría.

Tampoco creo que haber votado No sea ignorancia, hay gente inteligente detrás de todo esto y a ellos, los que pasan de ignorantes, hay que tenerles cuidado. Colombia No es una vergüenza, ni somos la peor de las sociedades, basta ver que en Alemania, el país de los poetas y los pensadores, el partido de ultraderecha Alternativa para Alemania – AFD ganó el 14% de las curules en el Parlamento a pesar de que hay un genocidio reconocido en un enorme monumento a las víctimas enfrente de su sede principal en Berlín. Tampoco se ha logrado la «reunificación” después de 25 años de la caída del Muro, allí también negociaron con los comunistas y también están sentados en el mismo parlamento. El sistema sigue siendo capitalista. Entonces… ¿cuál es el miedo? Será quedar en evidencia, que cuando se les acabe la excusa surja la verdad del conflicto social, político, cultural y económico.

A los que pensaron que con dar el Sí la paz estaba hecha, les recuerdo que eso es como cuando uno recibe un sí de la persona que uno ama, el compromiso apenas comienza, ya es cuestión de cada uno si lo cuida, lo alimenta, lo respeta y lo protege. La implementación y la verificación de lo acordado es el compromiso que debemos asumir. Eso en el escenario de que la esquizofrenia de Juan le permita a Manuel mantener la palabra de Juan Manuel, eso si la derecha que quiere el país pacificado no nos condena a ser Sísifo intentando alcanzar la cima-salida a esa cruenta carnicería.

Nunca he creído en la enemistad de Santos y Uribe, ni creo que eso sea oposición. Son socios que juegan a parecer enemigos -la gente como ellos se debe fidelidad como la de las mafias italianas- y no importa si hay que crear un teatro alrededor suyo para un propósito común. Mantenerse en el poder es su interés común, no importa dejar a millones de ciudadanos en el limbo, en la incertidumbre o conducirlas al abismo. Igual la guerra es un negocio donde ganan el presidente actual tras ser Ministro de Defensa, el expresidente del No que casi pasa a la Historia como el Gran Colombia-No y tiene temor de ser recordado como el hombre que no quiso la paz.

Ganan las élites que protegen sus posesiones tras hombres armados. Ganan los traficantes de armas, legales e ilegales, nacionales e internacionales. Lo poco de país que no ha sido vendido ya ha sido ofertado. Pero la Paz, la paz que podría darle calidad de vida digna a los pobres, excluidos y marginados históricos, esa no es negocio para las élites, de pronto tienen que compartir o devolver parte de lo que se apropiaron indebidamente durante la guerra y eso les enferma, los descompone, los carcome.

Adenda: Si la propuesta de Uribe es cárcel para los comandantes de las FARC, deberían ser los hombres de honor de las Fuerzas Armadas, los comandantes de Brigada y los generales quienes respondan también ante la justicia por presentar como guerrilleros a miles de civiles asesinados cobardemente. Mucho dinero y prestaciones recibieron durante la lucha contrainsurgente para terminar matando pobres que pensaban nunca iban a ser buscados ni su memoria reivindicada.

*Poeta, documentalista y fotógrafo. Miembro de la Fundación Nydia Erika Bautista para los derechos humanos y del Movimiento H.I.JO.S. Becario del Programa “Escritores en el Exilio” del PEN Alemania desde 2014 hasta la fecha.

Otros artículos del autor