Un nuevo relato (periodístico) para Colombia
Colombia está debatiendo. Quizá es lo mejor del incierto momento que vive el país. Todos los sectores tratan de ubicarse en este momento histórico y de intuir cuáles son las veredas por las que hay que transitar para comenzar a construir una paz que no sea un lema. Quizá por eso el conversatorio ‘Periodismo de Paz: el desafío de escribir sin fusiles’, convocado por Colombia Plural este miércoles 9 de noviembre en Bogotá, fue intenso y largo. El fotoperiodista Nelson Cárdenas resumió de forma contundente la tarea que queda por delante a las personas que ejercen el periodismo en cualquiera de sus niveles: «No sabemos nada y nos imaginamos lo que nos dicen que imaginemos. Tenemos que ponernos en un lugar donde dejemos al margen todo lo que creemos que es verdad porque todo lo que hemos aprendido proviene de un mundo mentiroso».
Imaginarios, prejuicios, formación sesgada, precariedad laboral, centralismo informativo, ceguera… Los ponentes que participaron en el debate, celebrado en la sede del CINEP, apuntaron hacia los mismos conceptos pero poniendo el énfasis en diferentes acentos. Álvaro Sierra, periodista y maestro de periodistas, recordó que «la tradición de la que viene el periodismo colombiano es la de la cobertura de guerra» y se tiende a seguir en esa clave para cubrir el hipotético proceso de paz. Sierra cree que hay que plantearse qué cosas se le pueden pedir a los medios y a qué medios se le puede pedir esas cosas: «No es lo mismo RCN, La Silla Vacía o una emisora comunitaria. Todos son importantes pero juegan en territorios y realidades muy diferentes». Y todos, insistió el periodista, serán importantes si se activa la implementación de los acuerdos porque «debería llegar una avalancha de verdad y esa verdad hay que masificarla». El reto es grande en un país donde «la narrativa dominante nos dice que las FARC son el demonio que tiene la culpa de todo lo malo y que ataca a una sociedad ‘democrática’ que es inocente». Esa narrativa fue, según defendió Sierra, «la gran victoria de Uribe, que no fue militar, sino narrativa».
Para desmontar esa narrativa y caminar hacia nuevas formas de periodismo, Álvaro Sierra planteó algunas rutas en el conversatorio: humanizar al otro para que pase de ser el enemigo al adversario; renunciar a seguir con la guerra por medios «narrativos»; lograr que la sociedad entienda que «todos hicieron de todo»; transitar «de la justificación de la guerra a la comprensión de la misma»; «desidealizar la paz» y darle contenido, y realizar un proceso autocrítico en los medios que supone, entre otras cosas, una relación diferente con las regiones.
Es ahí, en los territorios, donde puso el acento la periodista Diana Losada, actualmente responsable de la Unidad de Información Pública de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Colombia. Losada insistió una y otra vez en la necesidad de que los medios nacionales «vuelvan a viajar a las regiones» y de que surjan medios locales que cuenten la realidad en cada territorio. Y lo hizo porque su experiencia sobre el terreno le corrobora que los periodistas cada vez «conocen menos el país». Se trata de una mezcla de formación precaria, salarios y condiciones laborales muy difíciles, un desconocimiento del contexto y una falta de estudio para entender los fenómenos que se relatan. Para Losada, el periodista que quiera trabajar de otra forma y centrarse en otras fuentes y en otros espacios, debe aprender de derechos humanos para poder «incluir en el relato del país a la gente, más allá de los actores armados».
Todas las personas que participaron en el conversatorio señalaron el abismo que se extiende entre las cifras y la realidad del país, incluso en materia de comunicación y medios. Johana Cárdenas, comunicadora del Alto Comisionado para la Paz del Gobierno, destacaba que Colombia es formalmente el país con más radios comunitarias del América Latina (652) pero se preguntaba: «¿Entonces el ejercicio de participación local está garantizado?». La respuesta que se daba es que no, e incluso planteaba como muchos medios locales y regionales reconocen que no cuentan sus territorios. Hay muchas razones, pero lo que planteó Cárdenas es que hay que seguir trabajando para cambiar esta realidad. «No podemos parar, los que estamos a favor de la vida no podemos parar a pesar de las dificultades».
Y no parar significa, entre otras cosas, moverse. Nelson Cárdenas aconsejaba comenzar por «dejar de pensarse como seres aislados. Pasar del punto central a las redes, donde no hay un centro que domina o que dice cómo hay que mirar».
Y el centro también reclamó su lugar. Cada centro genera sus periferias y desde el público se reclamaba un lugar para la Bogotá invisible. «En la operación del Bronx, en Bogotá, hubo desaparecidos, gente que aún andamos buscando y nadie habla de esto», reclamaba alguien desde el público. Paco Gómez Nadal, otro de los periodistas del panel, reclamó, de hecho, «que a Bogotá se le considere otra región, otro lugar que contar. Los medios de Bogotá sienten que tienen que contar el país, sin matices, y se olvidan de contar lo que ocurre en la ciudad». Gómez Nadal, coordinador de Colombia Plural, pidió una reflexión sobre las fuentes, sobre las etiquetas que pone el poder y el periodismo sigue (como la de «víctimas que invisibiliza todo lo demás que son esas personas»), sobre la pertinencia de los programas universitarios de formación de periodistas o, incluso, sobre la información como un bien del común, no como un patrimonio de unos profesionales o de unas empresas.
Finalmente, quiso poner su acento en las «no víctimas». “Podemos estar no viendo, invisibilizando a la gente que no entra en el perfil de víctima y eso supone dejar fuera del relato a la gente que no ha sufrido la guerra pero vive otras realidades. La ‘normalidad’ debe incorporarse a los relatos».
Algo más de dos horas que se quedan cortas cuando se trata de (re) imaginar el papel del periodismo en una sociedad herida en la que los medios no han sido ajenos a lo ocurrido y los periodistas no son ciudadanos aislados que no sufran las brechas que la atraviesan. Un debate abierto que Colombia Plural se compromete a seguir alimentando.