¿Será miedo a las mujeres?

Han pasado ya varios días desde que fuimos testigo del emocionante e histórico momento que nos correspondió vivir, la firma del Acuerdo de Paz en Colombia… confieso que no pude evitar las lágrimas de emoción y sobre todo de mucha esperanza porque creo firmemente que el proyecto de una vida en paz con justicia es posible para todos y todas las colombianas y la verdad espero con ansiedad que pase el 2 de octubre.

Pocos minutos después de ver como se estrechaban las manos el presidente, Juan Manuel Santos, y Rodrigo Londoño, representante de las FARC, escuche breves apartes del discurso del ex procurador Alejandro Ordóñez en algún lugar de Cartagena de Indias. Al oírlo no supe qué pensar, a mi juicio más despropósitos con los que se argumentan porque hay que votar en contra del ‘Sí’; es conocido en el país que sus argumentos, que son los de la extrema derecha, han sido varios, todos basados en mentiras, prejuicios, suposiciones, malinterpretaciones y, por último, argumentos que dejan entrever posturas fundamentalistas que con la ‘sana intención’ de cuidar la integridad familiar, la moral y el plan de Dios en la tierra, en este caso en Colombia, se opone al acuerdo de paz porque le impone al país la “ideología de género”. Se trata de, desesperadamente, confundir y atraer votantes en contra de los acuerdos en el plebiscito de este domingo.

Me pregunto ¿qué es eso de la ideología de género…? Conocemos la teoría, la perspectiva, el enfoque, la transversalidad de género… y no logro llenar de contenido serio y objetivo eso que tanto temor les causa a ciertos sectores en el país: la ideología de género. No logro explicarla pero sí creo entender que lo asiste a estas personas parece ser un profundo miedo a las mujeres, miedo al poder de las mujeres. Es el poder del 51% de la población… que estamos seguras puede sumar, queremos sumar…

Es el miedo a arriesgarnos, a soñar, a hacer las cosas de otra manera, a asomarnos a lo desconocido y a inventarse otras maneras de ser y estar en el mundo. Miedo que se alimenta de posturas misóginas, racistas, homofóbicas, patriarcales que se expresan en prácticas discriminatorias que alimentan y avivan “los odios” contra las mujeres, los negros, las personas de la diversidad sexual y contra todas aquellas personas que representan lo diferente y se han atrevido a desafiar el orden establecido, es decir, se trata de negar, por miedo, la posibilidad de no ser y pensar como ellos, ¡de ser diferentes!

Diferencias que retan al reconocimiento de lo desconocido, que exige no solo saber que “existe”, se trata de ser capaces de estar y construir junto con el otro, con la otra… en pleno respeto.. y para lograrlo muchas mujeres, feministas, activistas, defensoras, indígenas, campesinas, afros, de la diversidad sexual hemos recorrido sendos caminos que nos llevaron a La Habana con la certeza de queremos “ser pactantes y no pactadas”, consigna con la celebramos la II Cumbre Nacional de Mujeres por la Paz, celebrada en Bogotá entre el 19 y 21 de este mes.

Voces de colores, experiencias dolorosas y saberes diversos llegaron con mujeres de todos los rincones del país para juntas proclamar nuestro Sí A LA PAZ, convencidas de que es el único camino que nos queda y la certeza de que no es viable seguir en esta guerra fratricida que ha impactado de manera desproporcionada a las mujeres.

Sin embargo, y no obstante los innumerables aportes a este proceso, que hace noticia en el mundo, como el primer acuerdo de paz en el mundo que incluye a las mujeres, seguimos quedando por fuera de la ‘foto’, siguen siendo los varones quienes aparecen en los primeros planos firmando y haciendo los discursos… conocemos de los aportes de las mujeres en todo el proceso, tanto de las mujeres del Gobierno como de las FARC; y fuimos muchas de nosotras las que no escatimamos esfuerzos para que el acuerdo asumiera el enfoque de género, escribiendo y tramitando las propuestas y sentires de muchas mujeres en todos los rincones del país; muchas de ellas incluso participando directamente en las Mesas de diálogo en La Habana.

El camino que sigue sabemos es difícil; ahí seguiremos trabajando en la construcción de paz, pero sobre todo vamos a estar muy atentas porque los acuerdos que promulgan entre otras, la eliminación de las barreras que obstaculizan la participación paritaria de las mujeres, el acceso y tenencia de la tierra, el acceso a la justicia, entre muchos otros obstáculos, se realicen y conduzcan a la construcción de una Colombia en igualdad y equidad.

 

*Directora Codacop, educadora popular feminista