Estábamos en el salón de clase hablando de los regímenes visuales de tres documentales que la narran las historias sobre dos hijas de militantes políticos asesinados y del hijo de un famoso narcotraficante. Ellas las hijas de Carlos Pizarro Leongómez y José Antequera habían recurrido al audiovisual para redignificar la vida de sus progenitores asesinados por oponerse al Establecimiento, ellas vivieron el destierro y desde las fronteras alejadas de la “realidad nacional” que decidió silenciar las voces de sus contradictores los recrearon con recuerdos y con cartas, con testimonios y entrevistas a través del documental. En contravía, el hijo de Pablo Escobar su progenitor que era considerado un héroe para muchos y cercano al poder que desde los años 80 impuso un Estado paralelo y una forma de imponerse a través del dinero fácil y la narcocultura. Su rostro se imprime en esténcil y se dibuja como graffiti en distintos rincones del mundo, para su hijo desligarse de la herencia del mafioso más conocido de los años 80 y 90 le motivó a cambiar su nombre para vivir en la república Argentina. En esas andábamos cuando los gases lacrimógenos empezaron a colarse por las rendijas de las ventanas y por debajo de las puertas. Las explosiones de las bombas, las sirenas, los gritos tomaban fuerza y nos obligaron a dejar el aula.
Al salir la confrontación era álgida, los estudiantes protestaban por el desfalco de once mil millones de pesos – alrededor de 2,9 millones de euros, – que el director de la Universidad Distrital de Bogotá se había robado y malgastado en viajes, autos y prostitutas… Los estudiantes reclamaban pacíficamente hasta que el despliegue policial alborotó el ambiente. Grupos de encapuchados comenzaron a atacar bancos y a detener el transporte público. Ya llevábamos una semana con el paro de transportistas a los que se les había quitado la licencia de conducción por ser reincidentes en más de tres ocasiones pero a ellos nunca les enviaron el Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) a pesar de haber registrado más de 60 actos violentos en menos de 24 horas. Nuevamente las movilizaciones fueron convocadas para el día siguiente pero ya no sólo eran las universidades públicas de las ciudad sino que se unieron 10 universidades más entre las que se encontraban las privadas también. La ciudad se encontraba paralizada, miles de estudiantes desfilaron por las avenidas de la ciudad pacíficamente, hasta que otra vez con la llegada de la Policía se iniciaron los altercados y aparecieron los grupos de encapuchados. Alrededor de 60 estudiantes detenidos, muchos heridos por la Policía llegaron a los hospitales donde la misma autoridad impedía que fuesen atendidos, un joven perdió parte de su pierna y otro perdió un ojo a causa de un disparo de un gas por parte de un agente policial. Los medios masivos de comunicación sólo hablaron del daño a la propiedad privada y de la violencia de los encapuchados, nada decían de la multitudinaria marcha pacífica ni de las causas que la provocaron.
Llevamos un año desde que se posesionó el presidente delegado por Álvaro Uribe Vélez, para llevar su política contra los acuerdos de paz, el señor Iván Duque. Él es un personaje perverso, se pinta el pelo para demostrar madurez, dijo haber hecho una maestría en Harvard cuando sólo hizo un curso de cinco días, copia cartas de internet para dedicárselas a su hija, cada día hace declaraciones en contra de Venezuela incluso ante la ONU con fotografías sacadas de contexto que anunció habían sido tomadas en territorio venezolano cuando algunos medios como la Agencia Francesa de Prensa dijo que esas fotos habían sido tomadas en Colombia en otra época -y no solamente fue una, sino cuatro-, y por andar pensando en Venezuela y descalificando el gobierno de Maduro apoyando al autodenominado presidente Guaidó que cruzó la frontera con la ayuda de grupos paramilitares, grupos que tienen casas de descuartizamiento de personas y controlan el tráfico de narcóticos y gasolina en la frontera, cosa que a Duque le parece correcta según sus declaraciones a la prensa, mientras descuida el llamado de las comunidades indígenas en peligro de extinguirse –35 comunidades se encuentran en riesgo de desaparecer-.
Además no recibe a los representantes de la oposición para hablar de los más de 700 líderes y lideresas sociales asesinados desde la firma de los acuerdos, protege a corruptos asociados al narcotráfico y los nombra en cargos importantes en el exterior, en embajadas y consulados posesiona a enemigos de la paz en ministerios como el de ministerio Defensa. Iván Duque nombró a Acevedo como director del Centro de Memoria Histórica, un sujeto que niega la existencia del conflicto armado y pretende borrar la pluralidad de las memorias aludiendo que debe existir una sola memoria oficial en la que se presente a las Fuerzas Armadas y a los empresarios como víctimas del conflicto. Solamente reconoce una clase de víctimas, las víctimas de la guerrilla y no a las víctimas de crímenes de Estado.
El negacionismo se ha apoderado de las instituciones a través de los nombramientos que ha hecho el gobierno nacional coordinado por el Centro Democrático partido del presidente y del expresidente Álvaro Uribe Vélez. El totalitarismo que impulsó la muerte de civiles para presentarlos como guerrilleros dados de baja en combate ha regresado, la mafiocracia ha puesto precio por la cabeza de periodistas que se atreven a denunciar la corrupción. Más de mil trabajadores de medios masivos han sido despedidos en el último año. Y ahora pretenden desde el Congreso impulsar proyectos de ley que impidan a los docentes hablar de ideologías políticas en las clases. Mientras tanto el Presidente viajero Iván Duque recorre el mundo, realizó 20 viajes al extranjero en su primer año de mandato para hablar de Paz mientras los acuerdos con las Farc se desmoronan y algunas disidencias retornan a las armas, para hablar del cuidado al medio ambiente mientras promueve el fracking y la aspersión aérea con glifosato, para hablar de democracia mientras le hace caso a Trump de llevarnos a una guerra con Venezuela.
Así como en la leyenda en la que la mentira se disfrazó de Verdad, este gobierno va mintiendo tanto que sus proclamas ya parecen verdad, sin embargo nos queda la ética, la estética y la poesía para reflejar eso que esconden los gobiernos, que nos van dejando sin país, que nos van dejando desterrados dentro de las mismas fronteras, en un exilio interno, como lo diría García Márquez en el relato de Miguel Littin en Chile, todos esos desterrados que nunca salieron de sus fronteras, que quedaron en un exilio interno, el Inxilio. Parias en su propia nación. La nuestra es la nación poética, la que tiene como suelo y bandera la palabra, el verso libre. Poetria. Aunque nos juzguen y condenen por ello, allí seremos siempre pasión y pensamiento, mientras aquí somos Parias.
**Poeta, documentalista y fotógrafo.