18 balas contra la esperanza

El brutal asesinato de uno de los escoltas de Leyner Palacios deja al descubierto la fragilidad de los esquemas de protección de la vida de los líderes sociales y de su entorno.

Lo normal a los 24 años es tener planes. Soñar con el futuro, disfrutar el presente a pesar de las noticias y de los malos augurios. Para Arley Hernán Chalá, de 24 años, esa normalidad se esfumó de 18 balazos. En Colombia, cada bala suele portar un mensaje y 18 de ellas sobre el mismo cuerpo, además de hablar de ensañamiento e inhumanidad, dejan al descubierto la precariedad de los denominados como “esquemas de seguridad” que el Estado proporciona a los líderes y lideresas sociales amenazados y a su entorno.

Arley Hernán Chalá era hasta este miércoles 4 de marzo uno de los escoltas del “esquema de seguridad” de Leyner Palacios, el líder chocoano que debió salir a principios de año de su territorio ante las graves e insistentes amenazas paramilitares contra su vida y la de su familia. Ahora en Cali, Palacios no ha podido ni hacer declaraciones tras el brutal asesinato de su escolta en el barrio La Ceiba, unidad Parque Real de la ciudad de Cali. La vida se puede atragantar cuando todo alrededor se desmorona.

La Comisión Interétnica de la Verdad del Pacífico (CIVP), de la que es secretario ejecutivo Palacios, emitía un comunicado ayer en el que informaba que “Leyner Palacios Asprilla está vivo y salvo, pues en el momento de este horrendo hecho no se encontraba junto a esta nueva víctima, pues en la práctica estaba el día de hoy sin acompañamiento del esquema de seguridad. Lo cual nos lleva a reclamarle a la UNP [Unidad Nacional de Protección] a mejorar las medidas de protección eficaces y serias con enfoque diferencial étnico y territorial”. La CIVP también asegura que este asesinato “prolonga la amenaza que pesa sobre el líder comunitario Leyner Palacios Asprilla, oriundo de Bojayá-Chocó. Además sentimos que se cierne una amenaza contra todo el trabajo que realiza esta Comisión Interétnica de la Verdad del Pacífico, que tiene mandato de existencia de organizaciones étnico-territoriales de comunidades afrocolombianas e indígenas de la región”.

Los hechos ocurren justo en medio de la polémica por las presiones del Gobierno nacional sobre la Oficina de la Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU tras la presentación de un informe anual en el que se mostraba el retroceso en la protección de los derechos humanos en el país y la grave situación de las y los defensores. Sólo en lo que va corrido de 2020 ya han sido asesinados, al menos, 51 líderes o lideresas, y 12 ex combatientes de las FARC.

También son los días del guayabo tras la renuncia del director de la Unidad Nacional de Protección, Pablo Elías González, muy criticado por trabajadores y por sectores sociales por su gestión al frente de una entidad tan sensible. Las acusaciones contra él van desde la negligencia en la protección de los líderes territoriales o de sindicalistas, hasta la concesión de fuertes esquemas de protección en Bogotá para personas cercanas.

El asesinato de Arley Hernán Chalá ha sumido en una “profunda tristeza y preocupación” a todo el equipo de la CIVP y al entorno de Leyner Palacios y el mensaje de esas 18 balas parece ir contra el corazón de las pocas esperanzas que perduran entre los que trabajan por la construcción de paz en el país.