Bojayá exige al Gobierno que cumpla su palabra
El 6 de diciembre de 2015, las FARC-EP viajaron al viejo Bellavista (Bojayá, Chocó) para reconocer su responsabilidad sobre el crimen de guerra ocurrido el 2 de mayo de 2002. También estuvo allá el Gobierno, representado por el Alto Comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo. Las FARC llegaron a compromisos con la comunidad. También lo hizo el Gobierno. Y ahora, ante la intención de la guerrilla de entregar un cristo negro como símbolo de reparación por los hechos que dejaron 79 muertos y cientos de heridos, el Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá exige que lo firmado en diciembre tenga cumplimiento.
El Comité insiste en que, después de hacer consultas en el terreno, “las comunidades manifestaron que el acto de entrega y recepción del Cristo debe estar antecedido del cumplimiento de los compromisos exigidos en el acto del 6 de diciembre de 2015, pero sobretodo los siguientes: atención a los más de 110 lesionados sobrevivientes; identificación de los cadáveres para hacer la entrega digna e individualizada a sus familiares, y la creación del Centro de Memoria en Bellavista viejo”.
De este modo, el Comité explica que la recepción del cristo se hará en tres pasos. Este 29 de septiembre se hará la presentación de la escultura ante el Comité, y se realizarán reuniones bilaterales entre el Comité y el Gobierno y entre las FARC-EP y el Comité. El mismo día habrá un acto abierto a los invitados especiales y a los medios para explicar el sentido de esta reparación simbólica.
El mes de octubre se utilizará para recorrer todas las comunidades del municipio de Bojayá para socializar las implicaciones del inicio de esta reparación simbólica y preparar “la ceremonia de entronización del Cristo”. La entrega ante toda la comunidad sería a finales de noviembre o en diciembre, coincidiendo con el aniversario de la petición de perdón de 2015.
Este primer paso de presentación del cristo, el jueves 29, se celebrará en La Loma de Bojayá, una comunidad cercana a Bellavista, donde se produjo la masacre. Allá está desde hace días el cristo negro y su autor.
Durante meses el escultor cubano Enrique Angulo ha estado trabajando en el clima húmedo La Habana en un cristo negro de dos metros de altura. Un cristo que adelanta un pie en un gesto de camino. Un cristo que, en palabras del comandante de las FARC Pastor Alape, “tiene las facciones del pueblo adolorido, excluido, humillado pero con la esperanza de tener otras condiciones de vida”.
Un gesto unilateral
Angulo está ahora en la Loma de Bojayá. El escultor ultima el ensamblaje de la pieza que fue desmontada para cambiar la humedad caribeña por la de estas abandonadas selvas del Medio Atrato. Cuando la comunidad reciba el cristo, en el tercer momento previsto por el Comité, se habrá producido “un gesto unilateral” de reparación simbólica, como insiste el comandante Pablo Atrato, del Frente 57.
El acto es parte del proceso que el Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá y las FARC iniciaron en diciembre de 2014 en Cuba y que se ha traducido en un desescalamiento de la guerra, en el acto de reconocimiento temprano de responsabilidad de diciembre y, ahora, en este “proceso de reparación simbólica”.
“Es un simbolismo de reparación para la comunidad de Bojayá y para todas las víctimas del Medio Atrato (…) un elemento de memoria para que no olvidemos que hemos vivido momentos supremamente dolorosos”, explica Alape en un receso de la X Conferencia de las FARC-EP que se celebró hasta el 23 de septiembre muy lejos del Chocó, en los Llanos del Yarí (Meta).
La guerrilla que, en medio de una dura batalla con paramilitares del Bloque Elmer Cárdenas, lanzó las dos bombas caseras que provocaron la tragedia insiste en que sus pasos de reparación no eximen al Estado de cumplir con su parte. “La comunidad está clara desde hace mucho tiempo en que el principal responsable es el Estado. Nunca fue nuestra intención hacer daño, incluso varios guerrilleros que estaban conmigo perdieron hijos y hermanos en Bojayá… yo los vi llorar. Nadie quiere matar a sus familiares”, recalca Pablo Atrato.
Para Alape, éste es “un primer paso de reparación”, pero “la comunidad fue clara en que ellos no nos pueden exigir ahora reparaciones concretas porque aún estamos en la ilegalidad. De todas maneras nosotros comprometemos toda nuestra fuerza con Bojayá para solicitar acompañamientos, para búsqueda de fondos…”. Las FARC insisten en que va a haber un momento clave para esta región cuando se implemente el punto uno de los acuerdos de paz (Reformar Rural Integral) y se pongan en marcha los Planes de Desarrollo Territorial en los que las comunidades deben ser las protagonistas. “Ni el Estado ni las FARC pueden decretar lo que hay que hacer allá (…)”. Y Alape añade que habrá que respetar los Planes de Etnodesarrollo y los Planes de Vida que tienen los Consejos Comunitarios negros y los Cabildos Indígenas. “”En esos casos sólo habrá que actualizarlos”.
Atrato, convencido del efecto “positivo” de actos como el de este 29 de septiembre y como el que se producirá cuando se reciba la escultura, asegura que la guerrilla “siente afinidad con la gente de Bojayá. De hecho nunca nos fuimos. Estábamos antes de los sucesos y hemos estado después”.