“Prefiero una hija puta que lesbiana”, “no llore que parece marica”… Estas son frases habituales en Colombia para referirse de manera despectiva a la preferencia sexual de personas que viven por fuera de la norma heterosexual. Lesbianas, gays, bisexuales, transgeneristas e intersexo, conocidos como «personas LGBTI», han venido sufriendo de manera sistemática múltiples formas de violencia en todos los entornos de la vida social, política, laboral, económica y cultural (y, por supuesto, por parte de entornos religiosos de base judeo-cristiana o Abrahamica).
En un país en donde entre los años 2013 y 2014 se presentaron 164 homicidios de personas de la comunidad LGBT, según el informe de Derechos Humanos de Lesbianas, Gays, Bisexuales, personas Trans en Colombia Cuando la guerra se va, la vida toma su lugar de la organización Colombia Diversa, en donde se detalla que el departamento de Antioquia tuvo en 2013 el mayor número de homicidios hacia esta población en el país, y le siguen en su orden el Valle del Cauca y Bogotá D.C. Somos Defensores registra en su último boletín, el asesinato de Oriana Nicoll, lideresa de la comunidad LGTB en Sincelejo, el 18 de agosto de este mismo año.
El año pasado, el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) publicó Aniquilar la Diferencia (en la imagen principal, la portada del informe), que da cuenta de las múltiples agresiones y violencias que sufren las personas de orientaciones sexuales diferentes a la heterosexual en el marco del conflicto armado colombiano. Entre las instituciones que más influyen en el sostenimiento de la homofobia o -el desprecio hacia homosexuales, bisexuales y transexuales- son las que profesan creencias cristianas. Como lo ha hecho la religión Católica, como lo detalla el informe del CNMH, sosteniendo que la iglesia tiene incidencia incluso en el ámbito de la justicia: “A pesar de que al principio de la Constitución se designa a Colombia como un Estado Laico y se establece la libertad de culto, muchas iglesias cristianas (entre ellas la iglesia católica) han protagonizado el debate público sobre estos temas y han hecho incidencia en los procesos jurisprudenciales, en su intento por impedir avances en materia de derechos de personas con orientaciones sexuales e identidades de género no normativas”.
Nancy Prada, filósofa, activista, magíster en Estudios de Género y coordinadora de Aniquilar la Diferencia, confiesa su preocupación por el tono del debate alrededor de lo que los defensores del ‘No’ a los acuerdos de paz denominan como “ideología de género”. Si las iglesias y el ex procurador Alejandro Ordóñez logran su objetivo, las consecuencias serán directas contra la vida de la comunidad LGBTI.
— Dentro del acuerdo de paz entre el Gobierno y las FARC-EP se incorporó como principio fundamental el Enfoque de Género en donde se menciona que también se deberán proteger los derechos de las poblaciones LGBT, ¿usted considera que se avanzó frente al objetivo de lograr atacar la homofobia estructural?
— Yo me siento en esta coyuntura muy, muy, muy preocupada, porque a mí me parece que la enunciación, es decir la inclusión específicamente de sectores sociales LGBT, está puesta mucho en la palabra… se logra aparecer en la palabra, en los términos del acuerdo y eso me parece importante. Yo, sinceramente, pienso que incluso con una enunciación más amplia en términos de género, aunque no se mencionara exactamente LGBT, podría garantizarse su atención y reparación integral. Pero el hecho es que está y eso me parece importante. Ahora, lo que me parece ahora muy preocupante es que lo quieran sacar. No me parece tan importante que lo hayan metido, como que lo saquen ahora, por el efecto que eso puede tener.
Nosotros ya hemos tenido noticias, por ejemplo en el Carmén de Bolívar, de lo que les pasó a ellos cuando empezaron a suceder estas marchas cristianas de hace más o menos un mes o dos meses, que hubo toda una institucionalidad que las respaldó y hubo permisos en los colegios para que no fueran a estudiar y a los funcionarios para que todo el mundo saliera a marchar y fueran marchas muy masivas… incluso en esos municipios muy pequeños. Y el efecto de esas marchas fue que se recrudeció la violencia contra estas personas, violencia incluso física, material.
Cuando se viene como toda esta fuerza el ‘No’, hay como un envalentonamiento de la gente y se siente otra vez con potestad de agredir, en todos los niveles, desde el chiflido, desde el grito, hasta echarle los carros y las motos. Y a mí me parece que eso puede pasar con un titular de prensa que diga: “¡Logramos sacar la ideología de género de los acuerdos!”. Tal vez lo que logren es que se quite LGBT del texto, que a mí en el fondo me parece que no es grave. Pero el mensaje a la opinión pública, el mensaje a la sociedad –de ese sector del No- es de: “¡Logramos sacar la ideología de género!”, va a recrudecer la violencia, yo estoy segura de que la va a recrudecer y a mí eso es lo que me asusta, porque lo que está en juego es la vida de la gente y sus condiciones materiales de existencia, no es una cosa teórica.
— ¿Qué opina sobre el fenómeno de la llamada “ideología de género” en los acuerdos de paz?
— Como yo lo veo… esto está inserto en una cosa rara… hay coyunturas, como la propuesta de referendo de Viviane Morales [en contra de la adopción por parte de parejas homosexuales], los acuerdos de paz, pero todo esto hace parte de una cosa más grande y son los proyectos imaginados de nación. Y ahí yo quisiera conectar lo del referendo con el tema de “la ideología de género” en los acuerdos. Y esto no es un análisis mío, yo se lo he escuchado por ejemplo a los equipos de Angélica Lozano [de Alianza Verde], que están defendiendo en el Congreso el derecho de las parejas homosexuales ante Viviane Morales, que sabe bien de Constitución… Ella sabe que lo que está haciendo es inconstitucional, ella sabe que ese referendo que va a ganar la Corte Constitucional lo va a echar para atrás, porque eso es inconstitucional, es decir, no puede atacar a las minorías de esa manera. Pero ella lo que quiere es que la Corte lo frene, porque su intención no es una cruzada contra los sectores LGBT, sino contra todo un proyecto pluralista de nación. Entonces lo que quieren es decir: “Miren, la Corte Constitucional siempre está contrariando lo que decimos en el Congreso, siempre se está extralimitando”. Todo lo que los sectores LGBT han ganado ha sido vía Corte Constitucional, en el Congreso no se ha podido hacer nada. Al final hay una intención de restringir el pluralismo en el país.
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El debate que se ha generado sobre el enfoque de género en el acuerdo de paz, puso sobre la mesa el supuesto de que éste fue determinante para muchos votantes del plebiscito que eligieron el ‘No’, pues temían a la incorporación de una inquietante ideología que destruiría el valor de la “familia natural”. Los sectores religiosos y conservadores que hicieron campaña por el ‘No’ han exigido la liquidación del enfoque de género del acuerdo firmado en Cartagena de Indias, tal y como lo hizo el ex procurador Alejandro Ordóñez quien pidió que el “documento sea purgado de ideología de género”. Frente a ello, muchas expresiones organizativas de mujeres y del sector LGBTI reaccionaron defendiendo su permanencia.
— ¿Cuál cree que es el miedo que tiene la sociedad colombiana respecto a la posibilidad de ir más allá del tema discursivo y avanzar en la construcción de estrategias para acabar con la discriminación, la exclusión y la violencia contra lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas?
— Yo no sé por qué la gente tiene miedo a lo que es diferente, pero sé que se ha capitalizado muy bien ese miedo. Además, es una cosa donde todo está mezclado, LGBT es como un enfermo, como un sidoso, como marica. Los panfletos que circulan en el marco de la guerra siempre son sobre los sidosos y ahí es como LGBT, las prostitutas, los habitantes de calle, los consumidores de droga, osea todos los indeseables de esta sociedad son los que aparecen amenazados en las “limpiezas”. No sé de dónde surge el miedo, pero mover a la gente a partir del miedo es muy fácil.
La guerra ‘moral’
En el marco del conflicto armado, las violencias contra las personas LGBT documentadas en el informe del CNMH fueron múltiples: amenazas, agresiones físicas, violencia sexual, violencia simbólica, asesinatos selectivos y acciones violentas con sevicia y tortura, todas estas violencias con motivaciones que están directamente relacionados con la orientación sexual de estas personas. “Existen intereses de los actores armados, que superan los intereses que los análisis clásicos sobre la guerra han mirado” esto dice Nancy Prada, quien fue la coordinadora de la investigación realizada para presentar el informe Aniquilar la Diferencia del CNMH. “Los análisis clásicos dicen que en el conflicto armado los actores se juegan intereses militares, económicos, políticos, pero ninguna de esas explicaciones era suficiente para poder entender qué era lo que pasaba con las personas bisexuales, gay, lesbianas y transgénero en el territorio” pues estas poblaciones por lo general no eran poseedoras de privilegios económicos y políticos, no ejercían liderazgos determinantes dentro de sus comunidades, no poseían tierras y son personas empobrecidas.
— Entonces, ¿cuál es el principio que lleva a la ocurrencia de agresiones constantes contra las poblaciones no heterosexuales?
— Una de las hipótesis que plantea el informe (Aniquilar la Diferencia) es que los actores armados se mueven también por intereses morales, que hay intereses morales en medio de la guerra y que esos intereses morales tienen que ver con el control de las poblaciones, pero motivadas por juicios y apreciaciones de tipo moral y eso no es un efecto subsidiario, no es colateral, no es una cosa añadida, sino que está en el centro de las preocupaciones. Siempre insistimos en que la mayoría de los casos que documentamos, sucedieron en escenarios de control territorial y no de disputa, es decir, no se puede pensar en que lo que le pasó a estas personas fue el efecto colateral de dos ejércitos enfrentados porque lo que miramos eran escenarios de control.
Yo señalaría otro aprendizaje muy importante, por mencionar solo dos y algo que fue una voz insistente de las víctimas. El modelo de Justicia Transicional promete verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición, pero para nuestro caso, que venimos de un continuum de violencia -y eso pasa igual para el sector de mujeres-, las garantías de no repetición son inviables, son una mentira, si no se incide en la homofobia estructural. Es decir, que usted atienda a las víctimas de sectores LGBT en su reparación está muy bien, pero si no incide en eso que pasa en las casas, en las escuelas, en los barrios y en las instituciones, es decir en la homofobia estructural, pues a nosotros nos van a seguir violentando, ya no el paramilitar o el guerrillero, pero seguirán haciéndolo los de siempre: el vecino, el papá, el tío…. Entonces ¿de qué garantías de no repetición me está hablando?
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El debate de la ideología de género insinúa que la construcción de la paz debería hacerse sin lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas (como también sin las mujeres). Conseguir una paz estable y duradera o completa implicaría reconocer la desigualdad estructural que padecen sectores LGBT en los territorios más afectados por el conflicto armado y pasar a construir estrategias que permitan a la sociedad ir más allá del reconocimiento de la diversidad sexual, para aterrizar sobre la valoración de una condición humana que viene siendo reprimida y victimizada. «Nos apartamos de la idea de entender las orientaciones sexuales como un deseo privado, como un gusto o una cuestión de ser así y ya, para entenderlos más bien como un intento de imposición sistemática sobre los demás, es decir que no se trata solo de que sea un arcoiris donde hay un montón de cosas diferentes, sino que esas diferencias han tenido distintos lugares de poder y desde los lugares del privilegio, que está siendo ocupado en este caso por la heterosexualidad, se intenta imponer sobre los demás…», argumenta Nancy, que a su vez cuestiona la concepción de la diversidad sexual, pues «lo que esconde la noción de diversidad sexual, una vez nos apartamos de ella, es que solamente defiende la diferencia y sí hay diferencia, pero es que con base en esas diferencias se han creado desigualdades y las desigualdades son lo que esconde la noción de diversidad sexual».