“Esta es una sociedad enferma y reconstruirla va a costar mucho”
Piedad Córdoba pelea por la paz en Colombia desde que esto no era tan fácil como ahora, “cuando nos amenazaban, agredían, desplazaban o exiliaban, cuando nos llamaban terroristas. Hoy nos sacan en las portadas”. Sigue convencida de los procesos de paz con las FARC y los que deben llegar con el ELN y el EPL, sin embargo, cree que el verdadero proceso de paz es el que empieza ahora y debe suponer un cambio en la raíz de la sociedad colombiana, en el que la educación, la participación y la justicia social sean los ejes. Una Colombia más allá de la reconciliación, que sepa convivir, más laica y politizada, con pensamiento crítico y un desarrollo “al servicio de la humanidad y no del bolsillo de unos pocos”. Una sociedad que inicie la descolonización del pensamiento que abandone la ruta de asesinatos a líderes sociales y políticos, que acabe con la pandemia de feminicidios. “Esta es una sociedad enferma y reconstruirla va a costar mucho esfuerzo”.
“Venciste mujer con no dejarte vencer”, rezaba el texto con el que se cerraba el homenaje que Piedad Córdoba recibió en Bello (Antioquia) de manos de una docena de asociaciones civiles y partidos políticos con Fenalpaz y Sintraestatales a la cabeza, que quisieron reconocer con ello su ejemplo de dignidad y valor. Un acto en la sede del Concejo Municipal precedido del ejemplo de que disentir en Colombia aún es una tarea difícil: una intensa campaña en redes en contra del homenaje y de sus patrocinadores los señaló como guerrilleros y terroristas.
Tal vez por ello las llamadas a la convivencia, la participación de la sociedad civil y el pensamiento crítico que plagaron la intervención de Piedad Córdoba tenían más sentido. Para esta exsenadora, a la que una “democracia injusta y una justicia manipulada” sacó de la Cámara, la “paz completa” no es simplemente los acuerdos con las guerrillas “sino lo que vamos a construir ahora y que tiene que ver con la convivencia cotidiana y diaria que va a requerir de una pedagogía para la paz, con las nuevas instituciones y un gran pacto ético en el que no se hable solo de tolerancia, sino de igualdad, de equidad, de inclusión y de construir una paz estable y con justicia social”. Y para ello son fundamentales varias cuestiones.
“No tenemos que cambiar la constitución por la biblia”
Por un lado la educación -llegó a hablar de una constituyente por la educación y otra por la justicia- porque a su juicio este “desbordamiento de la falta de ética” en Colombia se produjo en el momento en el que se sacaron las humanidades, la urbanidad y las ciencias humanas del curriculo escolar. “El aparato educativo de este país debería estar en cuidados intensivos”, advirtió; la educación debe crear contenidos “que de verdad nos preparen para una sociedad diferente”; “no tenemos que cambiar la constitución por la biblia”, apuntó para reclamar la cada vez más necesaria laicidad del país -que «retrocede gracias a la ignorancia»- y de un Estado “muy precario en cuanto a lo que significa la ciudadanía y el buen vivir”.
Por otro, el pensamiento crítico “que no nos hagan pensar como borregos” y la necesidad de medios informativos independientes que de verdad den a la ciudadanía herramientas para pensar y decidir. Y esto lo enlazó con el resultado del plebiscito, en el que no se votó sobre la paz sino que la ignorancia llevó a debatir sobre otras cuestiones alimentadas por determinados sectores y sustentados por los grandes medios. Eso, y la alta abstención, que atribuyó a que no se facilitó el acceso a las urnas porque “al Gobierno le interesa muy poco que la gente participe” y ello lleva a un «descreimiento de las instituciones y una despolitización del ciudadano».
Precisamente, la participación de la sociedad civil y la repolitización fueron otros de los temas recurrente. La líder del movimiento Poder Ciudadano defendió la existencia de procesos colectivos y organizativos necesarios para esa participación de la sociedad civil y se mostró a favor del mecanismo que reclama el ELN en este sentido para su negociación con el Gobierno. A los jóvenes les pidió que hagan política y apuntó la enorme responsabilidad que tienen en el futuro del país, pero también reconoció la obligación de sus mayores de «brindarles las herramientas necesarias para participar en la sociedad de otra manera».
Córdoba, muy crítica con el individualismo, lamentó la indiferencia de la sociedad colombiana y su falta de capacidad para asombrase ante las injusticias. Por ello invitó a hacer una revisión sobre la sociedad que hay que construir y si ésta ha de ser «una sociedad para unos cuantos o aquella que garantice el respeto por el ser humano«. “Es muy grave que en Bogotá se acuesten todos los días 400.000 personas sin comer, que Colombia tenga siete millones de indigentes, que a Medellín se le den premios por sus puentes y no veamos los cientos de personas que se mueren de hambre en sus márgenes”.
Ser revolucionario
Y a pesar de todo ello, la exsenadora admitió que Colombia ha logrado sostenerse porque tiene mucha gente buena. Pero no hay que bajar la guardia. “Ser revolucionario es ser capaz de transformar situaciones de pobreza y exclusión en espacios de respeto y defensa de los derechos humanos, es ser capaces de revertir esas situaciones y entender qué significa la convivencia. Un desarrollo al servicio de la humanidad y no del bolsillo de unos cuanto, y eso también es la paz”. Así retó Piedad Córdoba a un auditorio formado por jóvenes que ensayan nuevos mecanismos de politización y con viejos luchadores por la justicia social en Bello. Diferentes formas para objetivos idénticos que el único concejal de la oposición en Bello, Juan David Muñoz, describió citando a los raperos que con sus letras provocan en las calles, a las Sabinas o a los líderes de los Comités Barriales o los de Lazos de Libertad. “Bello no es solo la triste realidad política de políticos prófugos o alcaldes detenidos, acá en las bases está la fuerza para la transformación”.