El Gobierno presiona al ELN con el ‘secuestro’ en plena instalación de la fase pública

Ejecutivo y Guerrilla abren en Ecuador la mesa pública con unos discursos formalmente de paz pero plagados de mensajes entre líneas y cierta desconfianza. Restrepo ve difícil avanzar mientras la guerrilla no renuncie al secuestro.

Juan Camilo Restrepo, jefe del equipo negociador del Gobierno en la nueva mesa pública instalada este martes 7 de febrero con la guerrilla del Ejército Nacional de Liberación (ELN), ha hablado de forma pausada pero no ha perdido la ocasión de lanzar duros mensajes a la guerrilla y a algunos sectores de la sociedad. “Sin una renuncia pública del ELN al secuestro -que es injustificable- será muy difícil alcanzar acuerdos, ni ganar confianza para esta mesa”. La frase, con uno de los temas que más ruido ha generado entre las partes en los últimos meses de tensión, llegaba después de 15 minutos de frases de alabanza al proceso que pretendían mostrar una negociación que podría “avanzar todo lo rápido que la prudencia lo permita”. Restrepo aseguraba que esta “no es una fase exploratoria, el objetivo de esta mesa de negociación es firmar un acuerdo de paz” con el ELN.

El representante del Gobierno, en un acto sobrio en el que los invitados -aunque contados- representaban al cuerpo diplomático y a algunos sectores sociales de Colombia, también ha dejado claro que la participación política de la sociedad civil en esta mesa de negociación es limitada, en contra de lo que viene exigiendo el ELN. “Las propuestas de la sociedad deben hacerse por los cauces adecuados y, aunque no serán vinculantes, sí tendrán mucha importancia”. Las palabras de Restrepo parecían un mensaje dirigido a los representantes de esa sociedad civil que, unas horas antes, en Quito, habían pedido una participación «protagónica y no secundaria».

Restrepo se ha aferrado al documento firmado en Caracas en marzo de 2016. Lo ha nombrado para pedirle celeridad al ELN y lo ha sacado a relucir para sugerir que se tomen elementos del proceso de La Habana con las FARC.

Antes, el comandante Pablo Beltrán también ha sido claro con el Estado -“el régimen”– y, ante todo, con el establecimiento. “Sin la asunción de responsabilidades por parte del Establecimiento no vamos a entregar la verdad completa la país”, reclamaba Beltrán al quejarse de que nadie está asumiendo lo que está pasando en el territorio donde “paramilitares y agentes del Estado actuando por fuera de la ley” están practicando “un genocidio contra los líderes populares”, que no se solucionará exclusivamente con medidas policiales.

El jefe del equipo negociador del ELN ha sido claro en que si no se aborta con rapidez esta acción sistemática contra líderes y lideresas será muy difícil que se produzca “la amplia participación que demandan los puntos 1,2,3, y 4 (Participación de la sociedad, democracia, transformaciones, víctimas)  acordados porque hacen falta garantías”.

En la sede cercana a Quito de la Universidad Católica, Beltrán ha apostado por conseguir un “acuerdo humanitario” que marque “la progresión hacia un cese bilateral del fuego”. Para eso, “cada parte debe moverse de sus posiciones tradicionales”. El ELN también ha dicho que le parecería positiva la participación en esta mesa de “los partidos contrarios a los acuerdos de paz”, en referencia al uribismo, y que no buscan “una revolución por decreto” pero sí esperan “que el régimen ceda en algunos de sus privilegios económicos y políticos”. Eso sí, ha advertido Beltrán

al pueblo, “las élites no regalan nada” y que “el ELN no tiene la vocería del pueblo” ni la fuerza suficiente para lograr sola las transformaciones para avanzar en una Colombia “en paz, más democrática y más soberana”. Por eso, ha pedido la movilización social alrededor de la paz y cambios de toda la sociedad… incluidos los grandes medios, “acostumbrados a pedir un cambio en la esencia de la guerrilla, no del Estado”. Para que la paz sea real, “los cambios no pueden ser ni de apariencia ni de una sola parte”.