“No todos en el Gobierno quieren que esto avance, ni con las FARC ni con el ELN”

Juan Carlos Cuéllar es uno de los dos gestores de paz del ELN que trata de establecer espacios de discusión con la sociedad civil. En un encuentro con estudiantes aclaró las posiciones del ELN y criticó a las "elites conservadoras" a las que no interesa la paz.

Mientras en Quito el presidente saliente de Ecuador, Rafael Correa, presidía la reapertura de las conversaciones de paz entre el ELN y el Gobierno de Colombia, en Cali Juan Carlos Cuéllar, gestor de paz de esa guerrilla, se sentaba frente a unos 70 estudiantes de la Cátedra de Paz de la Universidad Autónoma de Occidente. Una breve introducción y una quincena de preguntas -el tiempo no dio para más aunque sí las ganas- sobre las ‘líneas rojas’ en esa negociación, sobre el medio ambiente, las contradicciones entre los ‘elenos’ que están en Quito y sus frentes de guerra; el modelo económico que proponen, la marcha de la implementación del acuerdo de paz con las FARC, o los temores ante las próximas elecciones. Antes del debate, los estudiantes entregaron a Cuellar un documento con sus propuestas para la negociación en Ecuador para ser incluidas como participación de la sociedad civil.

Cuéllar garantizó a los estudiantes que pase lo que pase durante la campaña o tras las elecciones de 2018 “el ELN no está interesado en romper el proceso. Está interesado en llegar a un acuerdo”, no se va a levantar de la mesa de Quito y si las negociaciones se rompen [con la llegada de otro Gobierno] eso “no dependerá del ELN”. Y no solo frente al futuro, respecto al presente fue tajante en afirmar que la voluntad y la decisión política es avanzar en el proceso de paz. Ante las supuestas discrepancias entre los sentados en la mesa de Quito y los frentes de guerra, Cuéllar admitió que en el territorio hay temores por lo que pasa en el país y por los incumplimientos del Gobierno; planteó que se conocen muchas de las acciones del ELN pero poco de las acciones del Gobierno; advirtió sobre las ofensivas paramilitares para retomar el territorio, como la del Chocó, que “vienen de la mano” de instituciones colombianas y se preguntó: “¿Qué confianza puede haber en ese territorio de que se está hablando con un gobierno serio?”.

Por ello insistió en que se necesita una voluntad clara del Estado para reducir esa ofensiva, un acuerdo humanitario, acabar con la sangría de líderes sociales y llegar a un cese al fuego bilateral, desescalar el conflicto, y avanzar en otras cuestiones. Por estas razones, ante las demandas de “unidad de mando” en el ELN, el gestor de paz también pide una unidad de quienes se sientan enfrente en la mesa de negociación y hablar con la oposición, “esas élites que no quieren la paz”, para que luego no haya que renegociar un hipotético acuerdo, como ocurrió con las FARC.

Es por eso que en las palabras de Cuéllar esa idea de la influencia de las élites se repite para dar respuesta a más de una pregunta. Juan Manuel Santos “se la jugó” buscando una solución política y de paz “pero hay una élite conservadora que quiere mantener las cosas como están, muy relacionada con dinámicas ilegales y violentas”. Una élite conservadora que el líder guerrillero vinculó a los incumplimientos de los acuerdos con las FARC, a las trabas en su propio proceso de negociación, al freno a los cambios en el modelo económico, a las zancadillas a los procesos de verdad y memoria…. Una élite conservadora que situó no solo en la oposición -liderados por Cambio Democrático- sino en el propio gabinete de Santos: “No todos en el Gobierno están interesados en que esto avance, ni con las FARC ni con el ELN”. Y en este punto… una duda generalizada entre los asistentes: ¿cómo afecta o cómo ve el ELN el proceso de implementación de los acuerdos de La Habana? La respuesta contuvo las dos caras de la moneda. “Nos preocupan los incumplimientos, pero hay que remontar esas condiciones adversas”, aseguró un Cuéllar que cree que hay que apostarle a la implementación con las FARC porque “si no sale bien, el otro proceso [con el ELN] se debilitará”. “El ELN está dispuesto a no pararse de la mesa y seguir avanzando, pero es necesario que los acuerdos se cumplan y ya ha habido varios incumplimientos de Gobierno con el ELN y con las FARC”. Admitió que ellos tienen algunas reservas y diferencias respecto al acuerdo con las FARC pero reconocen lo avanzado en La Habana.

Cuéllar ha pasado más de la mitad de sus 56 años en la guerrilla. A los 31 años se convirtió en el integrante más joven de la Dirección Nacional del ELN hasta que en 2004 fue detenido. Desde la prisión de Bellavista, en Medellín, ha sido uno de los principales impulsores de los diálogos con el Gobierno. La pasada semana tomaba la palabra cerca de su Popayán natal para ahondar en uno de los objetivos de su nuevo rol como gestor de paz y razón por la que se le ha permitido salir de la cárcel: facilitar los encuentros con la sociedad para hablar del proceso.

Y es precisamente en la sociedad civil donde Cuéllar pone todas las esperanzas, a pesar de que esta participación está siendo eludida por el Gobierno y que hasta ahora únicamente se ha debatido sobre los mecanismos posibles y las personas que pueden definirlos. Para este líder guerrillero esa participación no solo es “fundamental” sino que puede ser “la palanca” para poder superar algunas de las ‘líneas rojas’ impuestas por el Gobierno en la negociación, como el modelo económico y político o el papel de las fuerzas militares. “Quien colocó esas líneas fue el Centro Democrático y la oposición, pero hay muchos sectores que ven que este país ya no resiste y que requiere de cambios en sus modelos económicos y políticos” y por eso el ELN llama a la sociedad a superar esos límites.

La utopía embolatada

El líder guerrillero dibujó una sociedad desesperanzada en la que el 80% de sus gentes no está interesado en la paz: “Estamos pensando en el presente pero no pensamos en el futuro y se nos va embolatando la utopía, la posibilidad de una esperanza. Esta es una de nuestras mayores preocupaciones”. En su opinión, tal vez a lo que se llama paz no es la paz que interesa a la mayoría de los colombianos y por eso se producen resistencias a lo emancipatorio, y, ante esa realidad, “hay que buscar alternativas”.

Los estudiantes estuvieron especialmente preocupados por el medio ambiente, por las consecuencias del conflicto y por el modelo extractivista que defiende el Gobierno de Santos. Para Cuéllar es precisamente el cambio de modelo económico el mayor escollo porque implica modificar los medios de producción del país y la manera en que se establecen las relaciones de poder en un país donde el 80% de la comida debe ser importado -dijo- y donde el extractivismo genera más dinero que el narcotráfico. A su juicio, en la mesa de Quito no solo deben abordarse los efectos del conflicto sobre el medio ambiente y las personas, sino los efectos de algo más “devastador” que es el extractivismo, algo de lo que a su juicio se está alimentando “esa élite en la ilegalidad que no quiere avanzar en la paz”. “No es sólo el problema de la guerra, es el problema del poder y del modelo económico”, insistió Cuéllar, que planteó la necesidad de recuperar la soberanía nacional sobre los recursos, no solo sobre las regalías, y admitió que puede ser necesario “algo de minerales” pero siempre en relación con los derechos de los territorios y de las personas.

Perdón y memoria

El gestor de paz del ELN también habló, a preguntas de los estudiantes, de perdón y de memoria. Les aseguró que su organización pedirá perdón y reconocerá -citó entre otros al Cauca, La Machuca y la María- los actos de la confrontación en los que han estado comprometidos, que están dispuesto a asumir toda la verdad, pero que esto debe producirse también por parte del Estado que “no ha reconocido su parte en el conflicto y muy poco a sus víctimas”. Y sobre los secuestros que denuncia el Gobierno, las retenciones que reconoce el ELN, Cuéllar dijo que “es un punto necesario de resolver” y que ellos están dispuesto a que “en lo posible” no vuelva a suceder, pero es necesario el alto el fuego bilateral y que se detengan los asesinatos de campesinos y líderes sociales.

Y para concluir una aclaración y un propósito. Por un lado, la necesidad de resolver la falta de medios de comunicación propios, “que son pocos y no los sabemos usar”, para evitar mensajes interesados o que tergiversan su realidad; “tal vez ustedes puedan ayudarnos”, les dijo a los estudiantes de Comunicación, Conflicto y Posconflicto, a los que explicó que el ELN quiere que se hagan públicos no solo los acuerdos sino los debates de la mesa de Quito pero el Gobierno no lo permite.
Por otro, la precisión a una errada pregunta: “El ELN no tiene relación con la Iglesia Católica, tiene raíces cristianas, de ese cristianismo militante que apostó por una emancipación de la sociedad. Nosotros la relación es con los cristianos de base, pero no con la jerarquía conservadora”. Jerarquía a la que culpó, ya de paso, de influir en el No del referéndum sobre las FARC.