Arte y parte contra Venezuela
Atrapados por la unilateralidad de los medios masivos de información, los colombianos y colombianas están siendo conducidos a fijar en su memoria la idea que el gobierno de Venezuela “no quiere aceptar una ayuda humanitaria”, que prefiere “quemar medicina y alimentos antes que permitir que lleguen al pueblo”; con lo cual nos llevan a concluir que ese “presidente es muy malo, perverso, sin entrañas”, para, a continuación, concluir que, si no se dejar entrar esa denominada “ayuda humanitaria” se debe apoyar de forma irrestricta una intervención militar que obligue a ese “malvado” a entregar el poder, pues, como lo tilda el canciller de Colombia, es un “usurpador” y los medios lo reafirman: «es un dictador”.
La inmensa mayoría está consumiendo un guión de telenovela que, además, fue adobado con el aderezo del “arte”, pues el concierto, según los medios promovido exclusivamente por el magnate Richard Branson, con actitud “filantrópica” para recaudar fondos a favor de los desvalidos en Venezuela, fue el medio para atraer a miles de colombianos y venezolanos, objeto que se logró además al haberse declarado día cívico en Cúcuta, para que coadyuvaran con su presencia con el capítulo programado para el día siguiente, 23 de febrero, entrar “a como fuera” la “ayuda humanitaria”.
Esta escena en dos capítulos estuvo precedida de la entradilla calificada y reiterada por el presidente Iván Duque como “cerco diplomático”, de quienes se lanzaron a reconocer a un presidente autoproclamado, el cual salió de su territorio nacional y pasó la frontera para unirse al concierto de los artistas y de los presidentes de Chile, Paraguay y su anfitrión colombiano, que se acantonaron en la frontera del lado colombiano, los cuales, como espectadores y actores simultáneamente, se quedaron a observar el desarrollo del segundo capítulo.
Es claro para todos que la historia de Estados Unidos de dar “ayuda humanitaria” para “llevar la libertad y establecer o restablecer” democracia ha estado siempre unida a acciones militares con el único propósito de invadir y controlar ‘el dorado’ que animó otrora a los europeos a hacer expropiaciones, ahora conocido como petróleo. Acciones éstas que han sido “legitimadas” por “gobiernos aliados”, ya sea a través de la OTAN, alianzas a favor del eje del bien, o, como el hoy, “Grupo de Lima”.
Al observar la realidad de estos capítulos en el propio territorio fronterizo se puede colegir que, la transmisión en directo de aquella escena por RCN, Caracol y CNN ha logrado el propósito de persuadir y manipular a sus observadores, mientras que es evidente que esta actuación no corresponde a ninguna “Ayuda Humanitaria”, como bien lo han declarado los organismos internacionales reconocidos para este fín, esto es, Naciones Unidas y la Cruz Roja Internacional, además de la organización de la iglesia católica conocida como Cáritas; puesto que si bien hay unos productos con el fin de beneficencia, están en el marco del ya referenciado “cerco diplomático”, que busca una rebelión de la fuerza pública venezolana y, de lo lograrse, hacer la avanzada de la segunda parte de esta intervención, esto es, la militar.
Permitir que nos sigan conduciendo el pensamiento en actitud acrítica nos llevará a seguir siendo todos y todas patrocinadores de una intervención que va contra el derecho de libre determinación de los pueblos; a ser cómplices de la profundización de la crisis humanitaria aumentada y extremada por el bloqueo económico del mismo “cerco diplomático”; además de ser testigos y víctimas directos de una guerra que ya está en marcha. La verdadera ayuda humanitaria está normada por el principio de imparcialidad y en este caso no es así, puesto que la desvirtuada y televisada “ayuda humanitaria” es la primera avanzada de una intervención a un país hermano, en el cual residen millones de colombianos.
Será preciso que la sociedad colombiana le exija al presidente Duque que gobierne en Colombia, que no use la fuerza pública para favorecer este golpe vestido de cerco diplomático, que el presidente de Colombia atienda la emergencia humanitaria continua de la muerte de los niños indígenas por hambre y desatención médica, de la crisis humanitaria que genera la criminalidad del narcotráfico en el Pacífico, de la inminente e impostergable situación humanitaria que produce los desbordamientos de los ríos en lugares que padecen la marginación histórica, como lo reclaman hoy los habitantes afocolombianos e indígenas de las riberas del San Juan en Chocó.
**Antropólogo, teólogo y doctor en Antropología. Exdirectivo de la UNICLARETIANA. Acompañante por más de 25 años a pueblos indígenas y comunidades afrocolombianas en el Pacífico. En la actualidad Decano de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Occidente en Cali y miembro del Comité Coordinador de la Coordinación Regional del Pacífico.