Claves para dar forma al fantasma de la Paz

Un fantasma recorre a Colombia, es el fantasma de la Paz, parafraseando El Manifiesto. Y le tememos, sobre todo por la carga histórica que ha significado nacer en una guerra. Y por los actores de ambos bandos que se ensañaron en ella, escudados en la población indefensa, oprimida y excluida.

Todos hemos citado al fantasma y le hemos dado formas particulares, porque al final la Paz es un camino, no una meta. Por ejemplo, para la Junta de Ecopetrol es el camino para el fracking en zonas hasta ahora vedadas para el Estado extractivista; para las multinacionales de la tierra es la posibilidad de negociarla mediante la legalización previa; para la guerrilla es la posibilidad de convertirse en partido político; para el Estado y los partidos políticos que lo manejan es la posibilidad de seguir haciendo lo mismo, pero con legitimidad internacional.

Pero, ¿cuál es la forma que le está dando la sociedad a la Paz? He ahí el meollo. Porque muchos de sus representantes se prestaron a ser ventriloquía de los discursos de Paz de los señores del poder, y porque amplios sectores de Paz pecaron de triunfalistas, ante la disyuntiva del Sí y el No, monosílabos hábilmente manipulables.

De cara a la sociedad, fallaron los dialogantes, porque en sus acuerdos participó muy poco la sociedad colombiana, porque fueron acuerdos a puerta cerrada, y con 36 días de diferencia entre la concrección y la votación, tiempo insuficiente para ser conocidos ampliamente. Sin embargo, hoy esos mismos dialogantes convocan masivamente el apoyo de la sociedad, repito, a la que dieron poca voz en la discusión de los acuerdos.

Mientras los paladines del No se abrochan el triunfo propio y prestado, los del Sí hacen la campaña que se debió impulsar antes del plebiscito. Porque aquí las cosas no son como son, sino como son, lo que es igual a cero.

Esta situación maleable de la política, presenta dos marcadas tendencias, que de no saberlas resolver nos hundirá en la inacabable Patria Boba. La una, es la que intenta el Gobierno al convocar a los supuestos triunfadores y negociar algo parecido al Frente Nacional que gobernó a Colombia entre 1958 y 1974, y que fue un factor que dio origen a las guerrillas colombianas. Este es el peor de los escenarios, porque al igual que en aquella época, quienes se reivindican la representación del No, son también victimarios.

La segunda tendencia, es “cerebrar” la movilización social, de tal forma que reivindique la justicia social y la equidad como el propósito que permite la Paz estable y duradera. Esto implica no delegar la discusión para dar forma a la Paz en los señores que ostentan, unos, y usurpan otros, el Poder político en Colombia, sino construir desde las bases el nuevo país que nos merecemos todos, y no el país que se están mereciendo unos poquísimos.

Sólo así cobran relevancia las distintas marchas y las voces que a lo largo y ancho del país se movilizan por el cumplimiento de los Acuerdos YA, en la medida que se fortalezcan como sociedad plural, única alternativa para hacer frente a los embates del mercado impositivo que privilegia ganancias antes que derechos, y cuyo principal aliado ha sido el Estado.

Es en esta línea que el Chocó y el Pacífico, territorios de etnias, debemos reorganizarnos, entendiendo que el No no fue una derrota, sino la voz que alerta al movimiento social, popular, campesino, étnico y territorial, de la intención de la voracidad del capital, que a través del cabildeo en los partidos, quiere dar forma al fantasma de la Paz en la medida del mercado y sus ganancias, en la medida de la corrupción y su clientela, en la medida de construcción de otro Frente Nacional como el de 1958, esta vez moderno y “multinacional”.

Corolario. Las organizaciones del Chocó nos estamos preparando para asumir el reto de construir la Paz desde las comunidades, desde el territorio, desde los derechos arrebatados históricamente por quienes están obligados a cumplirlos. Es esta la inspiración de la Corporación Pacipaz: Territorio, Identidad y Cultura para la Paz, una alianza de las organizaciones etnicoterritoriales, académicas y de la Iglesia que ha acompañado históricamente estos procesos. Ver comunicado La paz es un derecho y un deber.

Ver el comunicado íntegro de PACIPAZ

* Comunicador y sociólogo.
Director Ejecutivo de la corporación Territorio, identidad y cultura para la paz-PACIPAZ