Firmaron los acuerdos de paz de La Habana y… ¿la gente negra qué?

A pesar que el año pasado se firmaron los acuerdos de paz de La Habana entre el Gobierno Nacional y la guerrilla de las FARC-EP, parece que este gesto de acuerdo nacional que pretende generar condiciones para un nuevo país, especialmente en el campo, no se ha visto realmente reflejado en las comunidades negras e indígenas como en el resto de la población -ahondaré en las comunidades negras-. El atraso de las leyes en el fast track podría ser una razón.

Para tratar de destrabar la situación el fin de semana pasado se realizó en la ciudad de Cartagena el conclave de la Comisión de Seguimiento, Impulso, Verificación e Implementación –CSIVI- (la mesita de La Habana en Colombia). El conclave que le puso el acelerador a los compromisos de los acuerdos y que, entre cosas importantes, ratificó la voluntad de paz de las FARC. La guerrilla, a pesar del incumplimiento del Gobierno y el Estado colombiano, decide continuar cumpliendo su palabra y seguir adelante con el calendario de dejación de las armas.

Son múltiples incumplimientos del Gobierno, por ejemplo, en cuanto al acondicionamiento de las ZVTN y PTN (Zonas Veredales Transitorias de Normalización y Puntos Transitorios de Normalización); las leguleyadas jurídicas con el fast track; la no puesta en funcionamiento de la Ley de Amnistía que se aprobó el año pasado con el sistema judicial colombiano no procede para la libertad de los guerrilleros que deberían estar en los puntos de concentración: los presos y exiliados.

Con todo este panorama no se ha tenido en cuenta a las comunidades negras, a pesar de contar con el Capítulo Étnico en los acuerdos, la situación de estas comunidades continuas en la marginalidad y esta semana han sucedido dos hechos de trascendencia nacional en territorios de comunidades negras que no han visto llegar los acuerdo de La Habana.

  1. Regresaron las masacres en nuestro territorio. El día lunes 27 marzo fueron asesinados 5 hombres afrocolombianos en la región del San Juán, territorio del Chocó y un joven se salvó de milagro. Ese fue un campanazo de alerta para medir la reacción del Gobierno tras la firma de los acuerdos, pues se supone que después de que las FARC se retiraran de los territorios, el Estado entraría a hacer presencia en estos lugares. Pero, frente a estos asesinatos en comunidades negras del Chocó, no ha pasado nada con el Estado, a la fecha ni siquiera se sabe quiénes fueron los victimarios.
  2. El jueves fue el más duro de los enfrentamientos entre la Policía, el Ejercito, el Escuadrón antimotines – ESMAD- y la comunidad de Tumaco por la erradicación forzada de las matas de coca. Esa comunidad firmó un acuerdo de sustitución que fue concertado con el Gobierno y ha sido desconocido, pues los militares están realizando la erradicación forzosamente y esto ha generado un enfrentamiento que tenía ayer 14 personas heridas de gravedad por la acción de las fuerzas del orden; hay más de 5 buses de transporte público incinerados, y una cantidad de destrozos en la comunidad.

Estos dos hechos que rechazan las comunidades suceden sin que el Gobierno nacional coloque en funcionamiento herramientas que están en los acuerdos para prevenirlos e investigarlos. En el caso de los asesinatos en el Chocó, en los puntos 3.4.7 y 3.4. y 2.2 de los acuerdos se habla del desmantelamiento del paramilitarismo y bandas criminales, protección de las comunidades. En el caso de Litoral del San Juan no sabemos quién fue el victimario, pero no se ha activado la ruta de los acuerdos para perseguir los perpetradores de esta masacre. Para el caso de Tumaco, el punto 4 sobre drogas de uso ilícito, en su literal 4.1.3.2, habla del acuerdo de sustitución con la comunidad, y el punto 4.1 detalla el programa de sustitución de cultivos de uso ilícito. Además, en este aparte se enfoca al problema de las drogas como un problema de salud pública y, entre otras cosas, contempla la sustitución de coca de forma concertaba con los cultivadores presentándoles alternativas de sobrevivencia, en el entendido de que es la falta de oportunidades para sacar su familia adelante la que los lleva a sembrar la mata de coca. Está demostrados que los cultivadores no son los que realmente ganan en la cadena del narcotráfico, sino que son el eslabón más débil.

Con toda esta realidad, como miembro de la Coordinación Étnica Nacional de Paz- CENPAZ y participante en la mesa de La Habana, observo que se puede desvanecer la posibilidad para que los pueblos étnicos puedan mejorar sus condiciones de vida a través de la puesta en marcha de los acuerdos. Y eso sería contradictorio al espíritu de lo acordado. Quienes estuvimos en La Habana logramos un Capítulo Étnico porque como pueblo étnico diferenciado somos uno de los más afectados por la violencia del conflicto político, social y armado que desangra Colombia desde hace algo más de 50 años, conflicto que se ensañó en nuestros territorios, con nuestros líderes y que no para, a pesar de los acuerdos.

Es triste decir hoy que los acuerdos empezaron a reglamentarse por medio de leyes y no sucede nada con nuestra gente negra; se aprobó la ley de jurisdicción especial para la paz, JEP, y todavía no sabemos si va a haber jueces, fiscales e investigadores afros; se está avanzando en la creación de varias entidades como la Comisión de Búsqueda de Personas Desaparecidas, la Comisión para el esclarecimiento de la Verdad, la Comisión Nacional de Garantía de Seguridad, la unidad de investigación para el desmonte de las organizaciones criminales, la ley de partidos, el estatuto de la oposición, entre otros escenarios emanados de los acuerdos. Una de nuestras demandas en la mesa de La Habana fue que en todos esos nuevos cuerpos e instancias debería haber gente negra que conociera de las comunidades ya que, así como fuimos afectados de forma particular por el conflicto, necesitamos participar de las estrategias acordadas en los acuerdos para así garantizar que nuestros derechos no sigan siendo vulnerados.

*Palenquero, miembro del CONAFRO, del CEUNA. kombilesa – Activista y de la CENPAZ; Coordinación Étnica Nacional de Paz