Los no alineados

El gran cambio que podemos constatar en Colombia, en varias décadas, ha sido el actual proceso de paz, el cual, en medio de tantos tropiezos, va marchando, y se camina a la espera de un acuerdo con la guerrilla del ELN que dé un paso aún más cualificado, pero para seguir avanzando.
El actual proceso electoral es una muestra clara de que estamos avanzando en la construcción de la paz, pues a pesar que siguen exterminando el liderazgo social, a los defensores de Derechos Humanos y a excombatientes de las FARC, mucha gente ha perdido el miedo para mostrar sus convicciones, a decirle a la dirigencia política clientelista que no se está de acuerdo con ella, lo cual se reflejó en el caudal de votantes de Petro y de Fajardo, y un sector de los que votó por el proceso de paz representado en De la Calle, a pesar de estar representando al Partido Liberal. Votantes que en su conjunto han sido mucho más que los de Duque y Vargas Lleras.
Esta nueva expresión política diversa pero unida contra la corrupción, el clientelismo, el escondido bipartidismo y la prolongación de la guerra o la violencia para hacer política, sabe que esos otros dirigentes políticos son como el camaleón, pues han sabido cambiar de color, creando aquí y allá empresas electorales tales como “Primero Colombia”, con la cual Álvaro Uribe, procedente del partido Liberal, ganó la presidencia en 2002, luego en 2005 crearon la “U” ,de Uribe, para asegurar la reelección de éste en 2006, así mismo con esta misma empresa ganó Santos en 2010, pero para las elecciones de 2014 Uribe se dio a la tarea de construir una tercera empresa denominada “Centro Democrático”, que de centro no tiene nada, solo publicidad engañosa para ganar incautos, y ahora pretende ganar la presidencia en 2018, para gobernar a través de Duque, a quien presentan supuestamente como representante de la juventud, con una cara oxigenada, que abiertamente dijo que no haría acuerdos clientelistas ni burocráticos.
Sin embargo, como se dice popularmente, “más duró un dulce a la salida de un colegio”, para que en menos de tres días, luego de conocerse el resultado de la primera vuelta, los dos partidos que representan el bipartidismo liberal-conservador adhirieran formalmente a Uribe, al igual que el otro hijo liberal llamado “Cambio Radical”, o como lo hubiera hecho antes de la primera vuelta la representante de las iglesias del protestantismo, también procedente del partido Liberal, Vivian Morales, quien fuera fiscal general y acusadora de la corrupción de miembros del Centro Democrático, como Andrés Felipe Arias; con todo lo cual se evidenció con absoluta claridad que la dirigencia política tradicional no tiene ninguna distancia de pensamiento, que a pesar de haber reconocido entre ellos que “Uribe es un mentiroso y paramilitar” (Dicho por Pastrana y Gaviria) o que en su gobierno aconteció el drama de la matanza de más de 4.000 jóvenes, mal llamados falsos positivos, ahora son sus mejores aliados; los que ayer respaldaron el proceso de paz, aunque luego le pusieron muchas trabas en el Congreso de la República, se unieron a quienes siempre se opusieron a este proceso y anunciaron luego “hacerlo trizas”. Por consiguiente, de nuevo, este proceso de paz nos ha ayudado a evidenciar que esos dirigentes, representantes de las élites del poder económico, siempre han estado unidos alrededor de sus intereses de clase, es decir, de mantener el monopolio económico y político, pues si algo tiene el Acuerdo de Paz, que no lo pueden aceptar, es que se haga una auténtica “Reforma Rural Integral” modernizando y democratizando el campo para que los campesinos salgan de su postración secular; así como tampoco aceptaron lo planteado en el acuerdo de ampliación de la participación democrática, al cerrar la posibilidad que los territorios más afectados por el conflicto armado tuviesen temporalmente 16 curules en la cámara de representantes.
Ahora bien, está claro que ellos, los nacidos de la raíz bipartidista de liberales y conservadores, los que aún se proclaman como miembros de esos mismos partidos, están alineados alrededor de defender sus mezquinos intereses, por ello retomo las palabras del teólogo y sociólogo Camilo Torres Restrepo, quien hacia el año 1965 identificó que en Colombia había una gran cantidad de “No alineados”, es decir que no estaban con el inveterado bipartidismo liberal-conservador y los invitaba a unirse en una causa común para hacer valer sus proyectos de vida. Hoy, como nunca antes en la historia nacional, tenemos claramente dos propuestas de país diferentes, pero los alineados han sembrado el miedo que con “Colombia Humana” el país va al desastre, a la expropiación, al desmadre, como si estos 200 años hubieran logrado el bienestar que el país se merece y puede alcanzar, lógicamente no en un gobierno, pero sí avanzar en dicho propósito.
Por eso los no alineados saben que sin tener partido, aún sin ser petristas, pues no se puede continuar en el caudillismo que ha sembrado el uribismo, sí es posible abrirnos a un camino propio de la modernidad, del libre pensamiento, de la democratización de la economía, de una educación con mayor alcance y que sea menos un privilegio. En esta ocasión el voto en blanco no tiene ningún valor jurídico, lo único que hará es mostrar un descontento, válido, pero que en la práctica solo favorecerá a las maquinarias agrupadas, hoy todas sin excepción sin ningún reparo ético, alrededor del uribismo. No hay que temer a un nuevo camino. Además, si ganara Petro, quien es heredero de los proceso de paz de los años 90, con plena seguridad se activará, ahora sí, con toda contundencia la independencia de las ramas del poder, con los debidos contrapesos, como debe ser una democracia formal.