Parar el paro

La sociedad debe reclamar al Estado que cumpla con su obligación de proteger la vida, pero es inaceptable que una forma de expresar el rechazo a la violencia contra el liderazgo social sea la declaratoria de un paro armado como lo ha manifestado el ELN.

Las amenazas y asesinatos de reclamantes de tierras, defensores de Derechos Humanos, sindicalistas, autoridades indígenas y afrocolombianas, entre tantas expresiones del liderazgo comunitario y social son inadmisible en todo momento, más aún en un contexto de implementación de un Acuerdo de Paz y simultáneamente en medio de una Mesa de diálogos de paz con otro movimiento insurgente.

La sociedad entera debería estar elevando su voz para rechazar al unísono esta extrema intolerancia de algunos sectores que no quieren ceder a sus mezquinos intereses económicos y políticos que aprietan el gatillo a través de sus mercenarios, mientras el Estado permanece expectante y en ocasiones algunos de sus miembros siendo cómplices.

Nos corresponde como sociedad defender el liderazgo social, haciendo que el Estado cumpla su responsabilidad de proteger la vida y honra de los ciudadanos y no incrementando más la violencia. En consecuencia, esperamos que, sin más dilaciones, el gobierno, poniendo de relieve que la paz está por encima de cualquier cálculo político, instale ya el quinto ciclo de conversaciones.

Sin embargo, es inaceptable que una forma de expresar el rechazo a la violencia contra el liderazgo social sea la declaratoria de un paro armado como lo ha manifestado el ELN. Acción que afecta precisamente a las comunidades más vulnerables, como las del Pacífico, que dice esa guerrilla estar defendiendo, pues además de aumentar la zozobra, pone en entredicho el sostenimiento de muchas poblaciones rurales que devengan su sustento del jornal diario, del barequeo, de la cacería o de la pesca.

Hay que parar el paro. Aún faltan 24 horas para que el comando central del ELN reflexione y preste atención a las múltiples manifestaciones de desacuerdo con esta decisión que lo único que está generando es mayor distanciamiento de la sociedad, pues si bien es cierto que esa guerrilla no ha violado ningún pacto de no agresión, dado que esas son las condiciones para dialogar, también lo es con mayor contundencia que nada justifica atropellar a la población civil. El momento que vive Colombia convoca a dar muestras de no agresión. La paz se construye con gestos de paz y es perentorio detener el escalamiento armado por ambas partes y reiniciar ya las conversaciones.

 

*Antropólogo, teólogo y doctor en Antropología. Exdirectivo de la UNICLARETIANA. Acompañante por más de 25 años a pueblos indígenas y comunidades afrocolombianas en el Pacífico. En la actualidad Decano de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Occidente en Cali y miembro del Comité Coordinador de la Coordinación Regional del Pacífico.