Conozca los 10 argumentos principales de las FARC-EP

La guerrilla quiere que Colombia conozca su visión sobre el futuro del país y de su organización. Estas son sus respuestas ante muchos de los mitos que circulan en plena campaña del Plebiscito
Equipo Plural Colombia  | Sabanas de Yarí

La guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP), hasta hace muy poco tan clandestina como móvil, vive una semana de sobreexposición. Unos 400 medios de comunicación, universidades y colectivos alternativos escudriñan cada declaración pública de un uniformado o buscan el oráculo en cada gesto de los ya más de mil guerrilleros con los que comparten este inusual megacampamento en los Llanos del Yarí (Meta) desde el sábado 17. Unos, buscan la embarrada, el desliz, la brecha por la que mostrar a una organización sibilina y taimada. Otros, aplauden en las conferencias de prensa y se toman fotos con el top 10 de la dirigencia guerrillera. Los hay que tratan de entender el complejo y trascendental proceso de reconversión que vive la guerrilla más antigua de las América. Al otro lado, las FARC-EP responde casi en bloque, con una narrativa compartida y unos mensajes insistentes. El mensaje principal es el del compromiso total con la paz pero, además de esa promesa, estos son 10 de sus argumentos principales para la Colombia que los desconoce:

1. Un acuerdo de mínimos

“Fuimos a La Habana con una agenda de mínimos y de lo que llevamos no se aprobó ni el 10%. Nadie pensaba que en la mesa de negociación se iba a hacer la revolución, sino la reforma básica del estado liberal”. Jesús Santrich es uno de los comandantes con más experiencia en procesos de paz -ha participado en cuatro- y es muy cercano al jefe negociador de las FARC, Iván Márquez y cree que sería un erro pensar que “la paz que vamos a firmar lo resuelve todo. De hecho, resuelve poco”. Lo que él expresa lo ha repetido varias veces la comandanta Victoria Sandino o el comandante Pablo Catatumbo: “El acuerdo no es la panacea, es sólo una puerta que se abre para seguir la lucha por las reivindicaciones sociales y políticas en un país donde disentir no te cueste la vida”.
Las FARC-EP saben que algunos movimientos de la izquierda los consideran “unos traidores”, pero defienden su ejercicio de pragmatismo político porque “el país no aguanta más guerra. Pablo Catatumbo no tiene sueños pequeños porque asegura que la aspiración de la organización es que, “después de 200 años de guerra, podamos resolver nuestros problemas de forma democrática”.

2. La responsabilidad principal en la implementación es del Estado

¿Será que el Estado si va a cumplir? La pregunta ha surgido en todas las plenarias de la X Conferencia y ronda a los combatientes y milicianos que se concentran en el Yarí. Santrich concreta las dudas con cifras y plantea que “cuando el Gobierno dice que no va a invertir más del 1% del PIB del país en el proceso de implementación pues difícilmente podrá cumplir siquiera con el punto uno de la Reforma Rural Integral. El Gobierno tiene que comprometerse a invertir un mínimo del 4% del PIB durante por lo menos 10 años”.

Y aclara: “Lo acordado en su mayoría son deberes pendientes del Estado, no una dádiva a la guerrilla”.
Las dudas no son sólo financieras, sino que enseguida se concentran en el tema de la seguridad para los guerrilleros desarmados y para los campesinos y líderes sociales.

El comandante Herson González, del Frente 51, cree que lo que se viene en el asunto de seguridad es una “lucha peor que la de las balas” y Mayerlin Arteaga, delegada del Frente 29, de Nariño, sólo espera poder reunirse otra vez con los compañeros de esta Conferencia y que “todos estén vivos, que no los hayan matado por esta decisión histórica que hemos tomado”.

Pastor Álape, uno de los comandantes negociadores del acuerdo de paz, advertía hace un par de días de “la maldición de incumplimientos de los Gobiernos colombianos”. “Nosotros queremos creer, y creemos, que esta vez va a ser diferente y le toca a los ciudadanos sumarse a este proceso para que todos cumplamos: que cumpla el Estado, que cumplan las FARC y que cumpla la ciudadanía en la fuerte y profunda pelea contra el odio”.

3. Las FARC no se desmovilizan

Desarmarse no es desmovilizarse. Las FARC-EP no desparecen ni se diluyen: se transforman pero mantenido sus objetivos iniciales. “Nosotros no nos vamos a desmovilizar, nos vamos a movilizar” a las ciudades, a otros espacios, ahora sin armas, “para dar a conocer nuestra visión del país”, defiende Antonio, un guerrillero raso del Bloque Sur.

John Guerreo, guerrillero, cantante y delegado ante la X Conferencia del frente Arturo Ruiz -que opera en el Río San Juan- explica que “de irse cada quien para su casa… eso no va a ser así… vamos a seguir en la nueva organización política y vamos a ir juntos… todavía no sé cómo va a ser pero vamos a ir unidos, de a 15 o 20”. Así lo manifiestan todos de diferentes formas. Si para John el cambio principal tiene que ver con la dejación de armas y el paso a la vida civil, las mujeres recuerdan que no van a renunciar a los espacios ganados y la comandanta Olga Marín asegura: “Nosotras (las mujeres) no pensamos irnos a casa a criar hijos sino que vamos a seguir con nuestro role político en la organización”.

4. La lucha armada es lícita, pero no ahora

El comandante Kunta Kinte, del Bloque Jorge Briceño, que opera en el Oriente del país, quiere dejar claro que las FARC siguen creyendo en la lucha armada como un camino para la toma del pode, pero en Colombia “no se dan las condiciones”. “La revolución no se puede hacer ya con las armas, sino con política y eso esa siempre fue nuestra intención, pero cada vez que lo intentábamos nos daban muy duro”. “No hablamos de las FARC en pasado, porque lo que se va a dar es un cambio en la forma de lucha, en el nombre, pero no en nuestros objetivos”, confirma Olga Marín.

5. Las FARC siempre han hecho política

Frente a la idea de que la guerrilla deja las armas y empieza a hacer política, las FARC insisten una y otra vez que no han dejado de hacer política desde su nacimiento. En las camisetas del Bloque Sur va sobreimpreso el logo del PCC (Partido Colombiano Clandestino) y Victoria Sandino le suma el trabajo del Movimiento Bolivariano, ambas formaciones en la clandestinidad que han sido impulsadas por los milicianos pero que, además, son la base para lo que viene. Camila Nariño lleva siete años entre rejas en la prisión para mujeres del Buen pastor, en Bogotá. Es superviviente del genocidio de la UP y fue arrestada siendo combatiente del Frente Antonio Nariño del Bloque Oriental. De su cuello cuelga el emblema del PCC: “Nosotros siempre hemos sido un partido político marxista-leninista, ahora nos toca salir ahí fuera, y ya sin armas defender nuestras posiciones revolucionarias”

La presencia de los medios ha sido marca de la conferencia / Foto: Dianne Rodríguez

6. Los colombianos sólo conocen a las FARC por el imaginario mediático

La “guerrillerada”, como se denomina internamente a los combatientes, está especialmente preocupada por la imagen que el resto de colombianos tienen de ellas y ellos. “No somos bestias”, “nos han pintado como máquinas sin sentimientos”, “los medios han distorsionado la realidad”, “es una falta de respeto como los medios han querido mostrar a las mujeres de las FARC como objetos sexuales”… las frases de este tenor se repiten y, por si quedaba algún calificativo por añadir, el comandante Fabián Ramírez, del Bloque Sur, lo completa: “No somos ni terroristas, ni narcos, ni alimañas”. La tesis de las FARC es que cuando los colombianos puedan conocer a la organización muchos de esos imaginarios se desharán. “Las mentiras se derrumban”, sentencia Antonio.

7. No hay arrepentimiento, se alzaron en armas forzados por las circunstancias

Quizá es uno de los asuntos más espinosos: el arrepentimiento. Los delegados de la X Conferencia repiten a quién les pregunta que el reconocimiento de responsabilidades por hechos de guerra es un proceso colectivo, no individual. También han dicho hasta el cansancio esta semana que no se arrepienten de haber tomado las armas. “Es que no las tomamos por gusto, fue la carencia, el abandono del Estado el que nos forzó a ello”, razona Paula, una combatiente de base que estos días desempeña labores de comunicación.

Los periodistas persiguen con especial intensidad a aquellos comandantes con peor fama en la opinión pública. Romaña dice que no se arrepiente “de nada”. “Yo me reúno, y me he reunido, con todas las víctimas que haga falta, pero este es un pronunciamiento colectivo de las FARC no un acto de Romaña. Nuestro compromiso es de nunca más y de no repetición, porque de nada sirve pedir perdón y a los ocho días volver a hacer daño. Pero aquí no tiene que pedir perdón sólo las FARC, también lo tiene que hacer el Estado: yo tengo 22 familiares muertos en esta guerra y a mi nadie me pide perdón”. Kunta Kinte no quiere lo que no le toca: “Los errores de las FARC-EP los vamos a reconocer, pero no vamos a cargar con muertos de otros, ni por el verraco”.

8. Paramilitares: la gran amenaza

Espada de Damocles del proceso, la mayor amenaza para el proceso, para los colombianos y para la democracia… Los paramilitares están tan presentes en esta Conferencia como las antenas de televisión. El mismo día que arrancaba este encuentro, un grupo autoidentificado como Águilas Negras amenazaba a cuatro concejales en San Vicente del Caguán: “Se van o se mueren (…) Este es el regalito de bienvenida a la vida civil que le vamos a hacer a los hijoeputas [sic] guerrilleros”.

Un guerrillero sin nombre me confirma que en los últimos días han sido asesinadas seis personas en San Vicente. “Como no lo controlen, la historia nos dice que los campesinos no se dejan matar y son capaces de volverse armar, con otro nombre, de otra forma, por eso el estado debe ponerse las pilas”.
Herson González cree que “no hay que dar papaya” y confiar en que el Gobierno cumpla lo acordado en materia de seguridad. Santrich matiza que la solución al paramilitarismo no es sólo “militar” y Catatumbo, que estuvo en la comisión que diseñó la estrategia para controlar “este fenómeno” le apuesta a los mecanismos y unidades especiales de la Policía y la Fiscalía que se van a crear. Esas herramientas aún no existen y Benkos, comandante del chocoano Frente 34, cuenta que aunque ya se ha denunciado la presencia de paramilitares en el Cacarica o en zonas del Urabá, el Gobierno aún no ha hecho nada.

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9. Conflictividad postconflicto

La lucha de las masas sigue. Ese es el mensaje. Pero esa lucha de masas se intensificará porque se quita la disculpa de las FARC. “Vamos a ver qué va a pasar ahora que ya no le podrán echar la culpa de todo a la guerra, a la guerrilla”, comenta con cierto sarcasmo una guerrillera. Sandra Martínez, la que fue compañera de Manuel Marulanda durante 24 años, se siente victoriosa porque “se ha abierto una brecha para poder seguir luchando, nosotros y los colombianos excluidos, sin que nos maten”.

Son los conflictos del postconflicto. “Los problemas estructurales siguen ahí y si logramos que los acuerdos se implementen y haya más garantías para la protesta social, la gente se echará a la calle a reclamar sus derechos”, explica la combatiente sin nombre. El propio Timoleón Jiménez, máximo jefe de la guerrilla, en su discurso de apertura de la X Conferencia, insistió en que uno de los retos de esta nueva etapa es que la mayor cantidad posible de ciudadanos inconformes se incorpore a la política.

10. Una amnistía amplia

Para el comandante Romaña, el proceso comenzará a hacer aguas “si queda un solo hombre o mujer en las prisiones”. No se refiere sólo a los presos políticos de las FARC-EP, de los que 22 participan de la Conferencia con permiso del Gobierno, sino “también a los soldados, porque los que cometieron los falsos positivos respondían a órdenes y si quedan dentro el odio no parará”.

Octavio Aguilar, uno de los presos políticos que ha llegado como delegado a la X Conferencia, ampliaba el rango y señalaba que, además de “esperar que todos los prisioneros de las FARC sean amnistiados” y que a los que no entren en la ley se les aplique los mecanismos previstos en la Jurisdicción Especial de Paz, ellos esperan que la amnistía “cobije a aquellos encarcelados por la protesta social”. Aguilar ha recordado que en las cárceles, donde hay unos 120.000 presos, “están los hijos del pueblo, las víctimas de este sistema de exclusión”, y ha pedido al Gobierno de Estados Unidos que “muestre su compromiso con el proceso de paz liberando a los presos políticos que fueron extraditados” a ese país.