De las reivindicaciones de ‘Timo’ al plebiscito del presidente Santos
Este lunes ha sido la primera vez que un comandante máximo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) se dirigía a los colombianos y a las colombianas, y a una buena parte del mundo, desde un escenario blanco de paz. Hoy era Rodrigo Londoño Echeverri, aunque para su gente y para el país es Timoleón Jiménez, Timochenko, el comandante en jefe de la guerrilla más antigua de las Américas que hoy ha firmado oficialmente la paz con el Gobierno. El camarada Timo, como lo llaman en sus filas, ha aprovechado la oportunidad. Vestido de blanco, como la multitud de invitados que abarrotaba la plaza del Centro de Convenciones de Cartagena de Indias, ha consumido 43 minutos en su discurso, justo el doble del tiempo que ha utilizado Juan Manuel Santos, presidente de la República. 43 minutos que han dado para mucho: el perdón que ha pedido a las víctimas -“por todo el dolor que hayamos podido causar en esta guerra”-; el compromiso de su organización con lo pactado -“nosotros vamos a cumplir… y esperamos que el gobierno cumpla”-; los homenajes a sus líderes ya muertos y al también fallecido presidente de Venezuela Hugo Chávez; las referencias a Palestina o a Siria -“paz negociada para Siria”-, o la atribución de la victoria de la paz para las FARC y “los sectores populares”… Pero Londoño no se ha conformado con esos mensajes clave en un día tan intenso como el que ha vivido Colombia.
PDF: Discurso de Juan Manuel Santos
PDF: Discurso Timochenko
Londoño también ha reconocido a Santos, “un valeroso interlocutor que ha superado con entereza las presiones de los sectores belicistas”. Y Santos, que se ha definido como el adversarios más decidido de la guerrilla -“nadie como y como ministro de Defensa y como presidente los golpeó tan duro cuando la guerra lo exigió”-, le ha devuelto los piropos. Claro que el presidente se ha centrado en lo logrado con los acuerdos -“prefiero un acuerdo de paz imperfecto que una guerra perfecta que siga provocando muerte”- y ha utilizado un tercio de los 22 minutos de su discurso para llamar a los colombianos a votar a favor de estos acuerdos en el plebiscito del 2 de octubre. Santos también ha homenajeado, como ya lo había hecho en la mañana, a los “héroes” de las fuerzas armadas y de la policía y al equipo negociador del Gobierno, que como el de las FARC-EP estaba presente en la tarima central de este evento histórico.
El susto y la anécdota
Las palabras del comandante guerrillero han sido interrumpidas por unos segundo. Su rostro ha mudado y se ha hecho un silencio ensordecedor en el auditorio de invitados que ha pasado el resto de la hora y veinte minutos del acto aplaudiendo con ánimo y gritando “¡sí se pudo!”. Tres aviones de guerra han roto el cielo cartagenero y, probablemente, un mismo temor ha rondado la mente de miles de personas: “Esta vez venían a saludar la paz y no a descargar bombas”, a bromeado en serio Rodrigo Londoño una vez recuperada la sonrisa.
Timochenco: «Aquí nadie ha renunciado a sus ideas. Las confrontaremos abiertamente sin violencia”
Timochenko sabía que lo observaba Colombia y los medios de buena parte del mundo occidental pero también su “guerrillerada”, que celebraba en los Llanos del Yarí (Meta). Quizá por eso, en su discurso escrito y leído mientras se ponía el sol en Cartagena, recordó que su lucha, la de las FARC, sigue: “Aquí nadie ha renunciado a sus ideas. Las confrontaremos abiertamente sin violencia”. Santos, que no utilizó papeles, empeñaba su palabra: “No estamos, seguramente nunca estaremos, de acuerdo sobre el modelo político y económico que debe seguir nuestro país, pero (…) defenderé con toda determinación su derecho a expresar sus ideas dentro del régimen democrático”.
El líder de las FARC aprovechó para fustigar a las élites colombianas, a cuya ambición de poder y dinero atribuyó las numerosas guerras civiles del país, a los empresarios sin principios, a los paramilitares o al Plan Colombia y sus consecuencias. Y ha dicho que la nueva organización política que surgirá de su organización ya desarmada luchará para que “la salud no sea un negocio”, para acabar con las injusticias del “sistema financiero o del gota a gota”, para que los “servicios públicos sean para todas y todos los colombianos”.
Santos, el discurso emocional
Mientras Londoño desgranaba el corpus político de las FARC y enmarcaba su lucha en los reclamos populares -de hecho, ha comenzado refiriéndose a los “marginados que pueblan los cinturones de miseria de Cartagena»-, Santos ha optado por un discurso emocional con muchas apelaciones a las víctimas y tratando de mostrar a los ciudadanos que esta paz “imperfecta” es una oportunidad única. Ambos han intentado incluir a la mayor cantidad de sectores posibles. El presidente, con guiños a los defensores de derechos humanos, a los campesinos, a los indígenas, a las “madres” y a los jóvenes: “Que no muera ni un joven más, ni un soldado, ni un campesino, ni un policía, ni un guerrillero”. Timochenko hablando de las comunidades étnicas, de las mujeres, de la comunidad LGBTI…
Santos: “Que no muera ni un joven más, ni un soldado, ni un campesino, ni un policía, ni un guerrillero”
Hay cuatro elementos en los ambos han coincidido: la necesidad de revertir el inmenso gasto militar en inversión social, el llamado a la ciudadanía para que sea garante de la implementación de los acuerdos, el orgullo por haber firmado un acuerdo que “ya es un referente para el mundo”, y las referencias a Gabriel García Márquez y a las mariposas amarillas de Mauricio Babilonia (ya un clásico de este proceso).
También han coincidido, aunque en un tono muy diferente, en que el acuerdo de paz no soluciona los problemas de Colombia, pero permite afrontarlos con otras herramientas y sin las armas. “Hay una guerra menos en el mundo y es la de Colombia”, ha sentenciado Santos.