Aliados para defender el territorio y exigir reparaciones
En Buenaventura “aún hoy permanecen los grupos armados que surgieron posterior a la desmovilización de 2005 del bloque Calima y se quedaron acá. Ellos son los que realmente en estos momentos controlan la ciudad, las comunas y permiten que estas empresas se posicionen en estos lugares para que hagan sus muelles y también bodegas y eso requiere de espacios muy amplios. Y ahí está la gente. Entonces, tendrá que irse la gente para otros lugares”. La preocupante descripción de la situación de la principal ciudad del Pacífico es de Adriel Galbán, miembro de Fundescodes, una de las organizaciones que organizó el Encuentro Marcando Territorio desarrollado entre el 9 y el 11 de diciembre en Buenaventura.
La cancha del barrio Isla de la Paz, en la comuna 6, fue uno de los escenarios en donde se aglutinaron unos 250 participantes de diferentes zonas de la ciudad para, a través de un campeonato de fútbol en un lugar simbólico, defender el territorio. “Esa cancha fue comprada por una empresa para meter contenedores y está en un pleito jurídico, pero esa cancha siempre ha sido de la comunidad. La empresa compró todos los terrenos y los legalizó y sostiene que la gente tendría que irse de ahí”, explica Galbán y complementa: “La empresa privada está comprando las tierras de la gente que vive acá y los están sacando, obviamente en estos terrenos la gente ha estado asentada hace muchos años y han construido allí sus entornos comunitarios”.
El Encuentro Marcando Territorio es un espacio organizado cada año por el comité Interorganizacional en donde participan Fundescodes, el Servicio Jesuita de Refugiados, la Pastoral Afrocolombiana sede Buenaventura, Nomadesc, el Comité del Agua, el Proceso de Comunidades Negras y la organización juvenil Transformando Mentes para posibilitar que durante tres días las comunidades, la academia, organizaciones comunitarias y organizaciones internacionales den lugar al debate, la memoria, la denuncia social, las artes y hasta al deporte como estrategias para defender el territorio en Buenaventura.
Esta ciudad -que entre 2014 y 2015 expulsó más de 30 mil personas, según datos oficiales de la Unidad para las Víctimas- sigue teniendo escenarios de resistencia para contener el impacto del despojo y para seguir transmitiendo a las nuevas generaciones la importancia de defender el territorio. “Buenaventura hace parte de la periferia y es muy importante empoderar a las personas, poder hacer análisis de contexto, priorizar cuáles son las principales dificultades, por eso son muy importante estos espacios de participación política y ciudadana”, enfatiza Osman Enrique Andrade, sociólogo y comunicador del grupo de comunicación alternativa por la defensa del territorio Palafito que también participa en las jornadas.
El Encuentro es una combinación entre las exigencias de reparación y actividades para no darle lugar al olvido, como se hace en la minga por la memoria que el 10 de diciembre se plantó en la Casa de la Cultura de la ciudad. En la minga participan 12 organizaciones que movilizando temas de memoria. Entre ellas están, Madres por la vida, Entretejiendo luces por los desaparecidos, Hombres y mujeres de Triana, las mujeres y jóvenes de Punta del Este (víctimas de la masacre de 12 jóvenes en su barrio en 2005), la Capilla de la Memoria, Rostros Urbanos o Memoria Urbana, estos últimos «vienen haciendo un ejercicio de memoria a través del rap y del hip hop. Con la música urbana posicionan la memoria. También está Arambé, un grupo de danza folclórica que está haciendo danza social a través de hacer memoria o el grupo de comunicación popular Palafito, que está haciendo el ejercicio de relatar la memoria a través del vídeo”, sostiene Galbán.
Una pregunta fue el eje de la galería de pinturas hechas por artistas y organizaciones: «¿Qué se esconde detrás de las 26 masacres que se cometieron en Buenaventura entre 1995 y el 2014?». De ese modo se ha podido hablar de las seis masacres que se cometieron en los ríos que están en la zona rural y las 20 que se ejecutaron en la zona urbana de la ciudad. En esta galería se pudo apreciar murales en paneles que provocaron un espacio en donde la gente interpreta, dialoga, conoce y lee pensamientos expuestos para sostener la memoria. “También sacamos un mapa, una cartografía en donde cualquier persona que venga a la ciudad puede ubicar donde están las iniciativas de memoria”.
El espacio académico del Encuentro, que en esta ocasión fue desarrollado por la Escuela Popular de Derechos Humanos de Fundescodes en convenio con la Universidad Claretiana (este año con la alianza adicional con el Instituto Pensar de la Universidad Javeriana de Bogotá), discutió cómo debería ser una reparación desde el territorio “que incluya a las víctimas para que no se termine copiando un modelo de reparación externo o el que se ha desarrollado en otros países”. Este ejercicio logró a su vez, un espacio interétnico en donde se incorporó una propuesta de reparación desde las comunidades indígenas y otra de comunidades afrocolombianas de la ciudad. Una estrategia que, según Adriel Galbán, deber “hacer públicas las memorias que se están haciendo, que son muy ocultas, muy restringidas, poco conocidas y pensar cómo fortalecerlas, para que surtan efectos en cómo la sociedad y el Estado terminan reparando, reconociendo y resignificando a las víctimas”.