“La derecha quiere volver a incendiar el país. Y el país se incendia fácil”

Dentro de las FARC hay visiones diferentes de la precaria implementación de los acuerdos de paz. Marcos Calarcá es crítico pero no compra visiones apocalípticas sobre el proceso. También le dice a Iván Duque que “puede decir misa”, pero lo pactado debe cumplirse por ley.

Marcos Calarcá fue uno de los voceros de las FARC que estuvo presente en los diálogos de El Caguán y, posteriormente, en La Habana. Ahora, como miembro del nuevo partido político Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, asumirá una curul en la Cámara de Representantes. Calarcá accedió a una entrevista el viernes 13 de julio, el mismo día en que ocurría la primera comparecencia de los jefes de las FARC ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), donde los miembros de la antigua guerrilla deberán rendir cuentas sobre su responsabilidad en los hechos del conflicto armado.

—¿Han tenido algún acercamiento con el nuevo gobierno?

No. Le hemos planteado al gobierno entrante y también al Presidente [Juan Manuel] Santos que es importante tener una reunión de empalme sobre todo el tema de los diálogos y de la implementación, todos los compromisos que hay sobre esto de la paz, pero hasta ahora no hemos recibido ninguna respuesta.

Las señales de los últimos días no son alentadoras: el homicidio político está desatado, no cesa la persecución a activistas sociales, el caso Santrich… ¿Qué piensan ustedes?

Nuestra posición como partido político está clara en los diferentes comunicados y pronunciamientos que hemos hecho. ¿Qué podemos decir de nuevo? Que estamos trabajando de acuerdo al compromiso pactado para que se implemente correctamente el acuerdo independientemente del gobierno, eso ya estaba previsto, el acuerdo está blindado, constitucionalmente no se le pueden hacer cambios durante tres gobiernos. Confiamos que este nuevo gobierno atienda los llamados de la comunidad nacional e internacional y siga en la implementación, es más, no solamente que siga sino que se agilice, para que lo firmado en La Habana traiga los beneficios para toda Colombia.

Miremos el caso Santrich: la no extradición era una de las líneas rojas de las FARC. Ahora el Fiscal dice que tiene unas pruebas pero no las revela, también es evidente la injerencia estadounidense en este asunto ¿No es un incumplimiento directo a los acuerdos?

Sí, claro que es un incumplimiento, pero no fue el primero ni será el último. Precisamente, lo que nosotros estamos planteando, por lo que estamos luchando, es por esa implementación. No podemos comprometernos, escoger un camino, una vía, y luego, ante el primer tropezón, salir a desmentirnos. Eso es lo que quieren aquellos que son amigos de la guerra, porque se lucran de ella, eso es lo que no vamos a permitir.

Publican un video de ustedes diciendo cualquier cosa y quedan en manos del Fiscal y los Estados Unidos ¿Qué garantías tienen con el nuevo gobierno?

No tanto, si pueden hacer montajes, como le han hecho a Santrich, pero tienen inconvenientes con sus propósitos. Esa es la pelea.

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Alexa me escribe desde un Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación donde hace poco había un centenar de ex combatientes. “El ETCR va a desaparecer, según el Estado el terreno es parque [natural] y no puede ser comprado, lo irónico de todo esto es que antes de esta noticia todo el mundo estaba ilusionado, la gente invirtió lo poco que le daba el gobierno en vivir dignamente: hicieron pisos de cemento y embaladosaron el baño y la cocina, ahora están decepcionados, muchos piensan volver al monte, otros como yo y mi familia nos vamos a distanciar. Por lo menos en el espacio aún se veía algo de unidad, ahora con esto cada quién va a pegar por su lado, esto se desmorona de a poco”. Alexa es hija de una guerrillera chocoana y nació en una cárcel de Bogotá, donde vivió hasta los cinco años. Alexa sólo pudo reencontrarse con su madre y su hermano cuando empezaron los diálogos de La Habana. “Me gustaría que vinieras y vieras cómo ha cambiado el espacio y el trabajo y el esfuerzo que le han metido a esto”, concluye, “y que me digas si es justo lo que están haciendo”.

Los incumplimientos reiterados de los acuerdos de paz han derivado en dinámicas violentas y complejas en diferentes regiones del país, donde crecen las mal llamadas “disidencias” junto a grupos paramilitares que coparon las regiones de las FARC. El plan nacional de sustitución de cultivos se encuentra al borde del fracaso mientras una pléyade de bandas criminales se disputa el control de las zonas cocaleras. La Misión de Verificación de las Naciones Unidas en Colombia hizo un balance negativo de la implementación de los acuerdos, resaltando que la mayoría de incumplimientos venían del gobierno. La ONU también condenó el asesinato sistemático de líderes sociales en el país, pues afirma que el recrudecimiento de la violencia afecta “las condiciones para una verdadera paz estable y duradera”. Según el propio Procurador General, Fernando Carrillo, habría miembros de la Fuerza Pública involucrados en estos crímenes pues fueron “cooptados” por los agentes ilegales, un deja vú que recuerda a los tiempos del paramilitarismo y a la guerra sucia contra la izquierda en los 80 y 90. La oleada de ataques impunes a dirigentes campesinos, ecologistas, defensores de derechos humanos, y lideresas y activistas sociales se incrementó después de la victoria del uribismo en las elecciones.

“Prepárense porque vuelve la guerra”, exclamó Leonardo Barrero en una reunión de empalme con el actual Ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas. Barrero, quién hoy pertenece al equipo del próximo mandatario Iván Duque, fue un general del Ejército retirado de su cargo por el Presidente Santos cuando se revelaron unas grabaciones donde le sugería al coronel Robinson González que creara “una mafia” contra los fiscales que investigaron los “falsos positivos”.

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Iván Duque insiste en que no va a permitir la participación en política de los miembros de las FARC que hayan cometido delitos, eso en la práctica es sacar del juego a la dirección del partido.

El Presidente electo puede decir hasta misa. El problema para él es que hay unos acuerdos y los tiene que cumplir. Nosotros vamos a comparecer ante la JEP, vamos a comparecer ante la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad, como está en el acuerdo, ese es nuestro compromiso. Hemos cumplido la parte que nos corresponde y el gobierno no puede decir eso, es más lo que ha incumplido que lo que ha cumplido. La lucha es para que se cumpla.

¿Y si no se cumple?

Bueno, pues esperemos a ver.

¿Cómo ven el asesinato sistemático de líderes sociales y ex combatientes de las FARC?

Eso no tiene justificación, no tiene ninguna explicación. Hay que levantar la bandera de la exigencia al gobierno y a las autoridades para que respondan y encuentren a los criminales.

¿No siente que en el nuevo escenario se van a fortalecer dinámicas ilegales como las mal llamadas disidencias, el ELN, las bandas criminales, y la cortina mediática será la guerrilla y los malos de siempre?

Me parece que es una visión apocalíptica, no necesariamente es lo que está pasando, porque a nosotros como fuerza alternativa nadie nos puede acusar de violencia, nadie nos puede decir que estamos incumpliendo, que estamos violando derechos de la población. No somos nosotros los que estamos rehuyendo a esos compromisos, es el establecimiento, es la élite la que le tiene miedo a la verdad. Por ejemplo, hace una semana hubo el velatón reclamando las responsabilidades frente al asesinato de líderes sociales. Hay algunos que dicen que va a haber una explosión de violencia hasta el 7 de agosto y a partir de ahí la cosa va a bajar, y creo que es un tema del día a día. No me caso con la visión apocalíptica, tampoco con la visión de que no pasa nada.

Iván Márquez sigue en el Caquetá, dice que necesita garantías para posesionarse, tal vez la visión de él si es apocalíptica. A raíz de eso se han visto dos líneas al interior del nuevo partido. ¿Cómo lo manejan?

Yo no creo que la visión de Iván sea apocalíptica. El tema es que son muy puntuales las amenazas contra su seguridad y él considera que estando allá, en el Caquetá, puede tener una mayor cobertura de seguridad. En torno a lo que usted plantea como líneas o diferencias, pues sí hay enfoques, pero no llevan a constituir una división. Eso es normal, es un tema de discusión interna que se soluciona a través del debate.

Con esto de Iván Márquez y el Paisa en el Caquetá sólo falta que alguien hable otra vez de las repúblicas independientes.

¡Viejo!, ¡no se ponga a dar ideas!

Hace poco hubo un operativo militar allá.

Claro y hubo una explicación bastante cantinflesca del Ministro de la Defensa, pero lo que hay es el compromiso: Iván, Oscar Montero [Hernán Darío Velásquez, El Paisa], no están diciendo que renuncian al proceso, aunque estarían en todo su derecho si lo hacen, pero esa no es la situación. Decir que va a pasar esto o aquello sin tener la información precisa pues no es bueno. Hay una situación, se está resolviendo, todavía estamos en el compromiso de la posesión de Iván como senador, esperando a ver qué pasa [este lunes 16, Márquez ha informado de las razones por la que es imposible su posesión]. Ellos no han hablado de que se van del proceso, ni que allá no opera la ley, ni nada de eso. Lo que se ha denunciado es que hay una cantidad de sobrevuelos que nunca han existido en esa zona y dice el Ministro en su explicación cantinflesca que es una vaina de geofísica, de exploraciones de petroleros, y eso nadie se lo cree, ni él mismo. A partir de esa denuncia pararon los sobrevuelos, pero no solamente porque está Iván allá: si eso se da en cualquier otra zona donde están nuestros camaradas en proceso de reincorporación pues hay que denunciarlo porque es algo anormal. Desde el lado de la extrema derecha existe esa idea, ellos quisieran volver a incendiar al país y el país se incendia fácil. Las consecuencias no son directamente para las personas que están en las ciudades, ni para los ricos -que ni siquiera pagan el servicio militar-, las consecuencias son otra vez para las mayorías. Es lo que estamos defendiendo: que eso no ocurra, para eso hay que implementar correctamente el acuerdo, incluso, profundizarlo.