Al Cauca le toca resistir sin Estado

La ficción de la seguridad habita los caminos del Cauca. En la trocha que sube hacia Tacueyó (Toribío, Cauca), donde fue asesinada el día 30 de octubre la gobernadora del resguardo de Tacueyó, Cristina Bautista, y otros cuatro comuneros, hay retenes militares y trincheras de guerra. Pero ni los militares ni las trincheras están en guerra. La violencia de los grupos armados ilegales –narcos colombianos y mexicanos, disidentes de las FARC, quién sabe quién- es ahora directa contra las autoridades tradicionales y contra la Guardia Indígena –el mecanismo del que se dotaron hace décadas los pueblos indígenas de esta región para ejercer el control territorial.

El despliegue militar anunciado tarde por el presidente de la República, Iván Duque, poco parece servir en una guerra en la que el Estado –siempre ausente en la región- no pinta mucho porque no controla el territorio.

“Acá las FARC mantenía a raya a los narcos y mucha gente vivía tranquila del cultivo de la marihuana o de la coca para uso ilegal. Desde que las FARC abandonó el territorio esto se ha salido de control”, explica un analista experto conocedor de la zona a Colombia Plural.

La realidad es que el debate interno en las propias comunidades indígenas ha dado un giro radical tras el asesinato de Cristina Bautista y en asamblea se decidió que tras el fracaso rotundo de los programas oficiales de sustitución de cultivos ilícitos, una vez más, es a los propios indígenas a los que les toca acabar con El Dorado del crimen organizado. Quizá ahí reside la agresiva arremetida contra las comunidades, que este domingo se cobró el asesinato de otro joven indígena en Toribío y con dos atentados contra el líder Jesús Mestizo y contra el coordinador de la Guardia Indígena de Tacueyó.

Ahí en la trocha que lleva a este lugar tristemente famoso ahora, una inmensa whilapa (la multicolor bandera indígena) cubría hoy el vehículo calcinado en el que viajaba la gobernadora y los otros comuneros asesinados. Junto al carro, líderes indígenas y afro y miembros de organizaciones sociales de Cali hacían hoy un acto de homenaje en lo que se ha llamado la Minga de Duelo, encabezada por Luis José Rueda Aparicio y por Darío Monsalve, arzobispòs de Popayán y de Cali, respectivamente. Todos ellos y ellas han llegado en dos chivas que han peregrinado hasta el lugar de la masacre, luego han llegado a la vereda La Luz y han terminado este acto de solidaridad con una eucaristía en la parroquia de Tacueyó.

Monseñor Darío Monsalve y monseñor Luis José Rueda Aparicio sujetan la whilapa junto al vehículo donde asesinaron a la gobernadora y a los comuneros.

Solos ante una guerra balcanizada

Los registros de choques violentos en el Cauca no hablan de enfrentamientos entre ejército y bandas criminales. Las comunidades indígenas y afro del Cauca están asumiendo la resistencia solas. Duque anunció el miércoles pasado desde Santander de Quilichao que en 40 días debe de estar funcionando la Fuerza de Despliegue Rápido Fudra 4, «que reforzará pie de Fuerza en el departamento de Cauca, con 2.500 hombres. Su misión: mayor control territorial, cerrar rutas del narcotráfico y desmantelar organizaciones criminales».

Pero las tropas militares no gozan de mucha credibilidad en estos tiempos por el Cauca. Especialmente tras denuncias como las de las gentes de la vereda La Laguna, en Corinto, que la pasada semana señalaron a tropas del Ejército de torturar y asesinar a un joven líder campesino, Flower Jair Trompeta Paví. Y, en general, su presencia no ha supuesto ni mayor seguridad ni mayor tranquilidad.

“Las comunidades indígenas han decidido ahora acabar con las plantaciones para uso ilícito y eso va a suponer una escalada de ataques contra sus líderes y lideresas y contra la Guardia”, advierte el experto consultado, “y el Estado en esta región, en este momento, no tiene ningún control, sobre la situación”. En entrevista con Colombia Plural, un miembro de la Fiscalía General de la república en Popayán que no revela su nombre confirma que la realidad es que sus agentes “no pueden entrar en varios municipios”. “Al Cauca llegaron clanes muy poderosos y la disputa por el territorio es muy fuerte… nosotros no podemos enfrentarlos directamente”.