El Gobierno de Colombia elige enemigo: la Guardia Indígena en Cali

La escalada ha sido brutal. La Guardia Indígena llegada a Cali desde el Cauca para apoyar el Paro Nacional ha sido elegida como el enemigo público número uno del establecimiento colombiano y desde este domingo 9 de mayo se ha desatado la cacería contra ellos. Nada es casual, una mezcla de racismo estructural, necesidad de un choque civil, y la criminalización del eslabón más fuerte de la resistencia se conjugan en la estrategia del uribismo y del Gobierno de Iván Duque.

La vía a Jamundí y el sur [blanco y privilegiado] de Cali fue el inicio de una estrategia que tienen poco de casual. La Guardia Indígena había develado en las últimas horas la presencia de infiltrados y de paramilitares civiles con la detención de varios de ellos y la captura de vehículos con las placas tapadas en los que se movilizaban para ejercer la violencia y reventar las protestas. También la Guardia era la garantía en muchos de los cortes de carretera instalados por el Paro Nacional. Ayer fueron atacados por hombres fuertemente armados con cobertura policial después de que se presentaran momentos de tensión con vecinos del adinerado sector de Pance, donde intentaron evitar el paso de los vehículos en los que se movilizaba la Guardia. El balance oficial anoche era de ocho heridos, de los que seis presentaban impacto de bala. A última hora, se anunciaba el cierre oficial de los acceso al Valle del Cauca. El tranque ahora es del Estado, probablemente buscando evitar que se sumen más comuneros a la Guardia que resiste en Cali.

En el margen de unas horas, el alcalde de Cali, Jorge Iván Ospina, el expresidente y líder del uribismo, Álvaro Uribe Vélez, y el presidente de Colombia, Iván Duque, ponían la diana en la Guardia Indígena. “En Cali no deben mandar los que no forman parte de Cali. No debe haber pretextos para que personas ajenas a nuestra ciudad cumplan las funciones que se cumplen en nuestra ciudad (…) Quiero decir con esto que no me parece bien que la guardia indígena esté parando carros y haciendo pesquisas en los mismos porque molesta a los ciudadanos y porque muchos de los ciudadanos se indignan ante esta situación”, decía en público Ospina. En twitter, su particular altavoz sin censura, Uribe aseguraba que “en un país libre cualquier persona puede ir a Cali; Pero es inadmisible que lleguen a promover violencia, saqueos y bloqueos que afectan la salud, a los ciudadanos y a sus bienes, que destruyen la producción”. En las siguientes horas el político antioqueño acusado de crímenes de lesa humanidad, estuvo especialmente activo pidiendo una acción contundente contra las “hordas de bandidos” que se habrían tomado Cali.

Unas horas después, el partido de Uribe, Centro Democrático, hacía público un comunicado en el que pedía al Gobierno que optara por la violencia antes que por el diálogo: “Hoy nos sentimos en el deber de solicitarle acción militar contundente y sostenida en la ciudad de Cali para restablecer el orden público en el marco de la Constitución y de los Derechos Humanos. Es urgente, señor presidente, superar las condiciones de inferioridad en que se encuentran los policías y el ESMAD para dar protección a la ciudadanía. Apoyamos la urgencia de todas las acciones sociales que se viven reclamando, pero creemos en la inutilidad del diálogo con quienes promueven la violencia”.

Ya en la tarde, Iván Duque, siempre un paso atrás de Uribe, pedía a la Guardia Indígena que abandonara Cali señalando a este cuerpo civil sin armas de fuego como responsable de lo que está sucediendo en Cali. También aseguraba que no se desplazaba a la capital del Valle para no molestar las operaciones policiales. Sus propios seguidores le echaron en cara que no se «pusiera al frente» del operativo policial.

Mientras, las redes sociales se llenaban de comentarios racistas y provocadores de ciudadanos seguidores del uribismo. Algunos, muy poderosos. Como el conocido empresario uribista José Miguel Santamaría Uribe, millonario inversor y dueño de la cadena La Bifería, quien escribía: “Los indígenas, Los mas grandes terratenientes del país van a marchas en carros oficiales, no trabajan y viven del Estado y el narcotráfico, ahora golpean a población civil que quiere trabajar”. Otra mujer, trinaba: “Y así dicen que los #indigenas son pacíficos? Que se larguen a sus territorios llenos de sembrados de coca y marihuana. Son narcos disfrazados de indígenas”.

La noche cerró con una situación de alta tensión alrededor de la Universidad del Valle, donde descansa la Guardia Indígena y a donde llegaron centenares de policías, militares y miembros del ESMAD y rodearon la sede universitaria.