La implementación se concentra en la desactivación de las FARC
Hay dos formas de leer el segundo informe del estadounidense Instituto Kroc sobre la implementación del acuerdo de paz entre Gobierno y FARC tras 18 meses de ejecución. Una es la optimista: todo avanza, el número de disposiciones que se encuentran en algún nivel de implementación, ha incrementado de 83 (14%) en diciembre de 2016 a 353 (61%) en mayo de 2018, y el porcentaje de disposiciones que se han implementado completamente ha aumentado de 4% en diciembre de 2016 a 21% en mayo de 2018. Todo razonablemente bien, y así se lo contaron a la Comisión de Seguimiento, Impulso y Verificación el pasado 2 de junio.
Pero la segunda lectura se puede hacer mejor ahora que el instituto ha hecho público el informe. Y es que esos avances se concentran básicamente en dos puntos: el que genera los mecanismos para la implementación y verificación de los acuerdos (punto 6) y el que pone fin al conflicto (3). Es decir, el cese al fuego y de hostilidades bilateral y la dejación de armas de las FARC. Sólo en ese capítulo hay un avance brutal, del 91% del total de disposiciones concluidas y el 9% en diferentes fases de ejecución. En lo demás… en lo demás, el balance es decepcionante.
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Durante las negociaciones de La Habana quedó claro que había dos puntos clave en este acuerdo: el que afrontaba la Reforma Rural Integral y el que trataba de las víctimas. ¿Cómo van estos capítulos que eran tan fundamentales para que la construcción de la paz se consolidara?
En el Punto 1 de reforma rural, un 95% de las disposiciones o no ha arrancado o tiene un avance mínimo. En concreto, la mitad de lo acordado no se ha puesto en marcha y un 45% está en pañales. Sólo un 2% de las disposiciones se han completado y apenas un 3% es catalogado en “avance intermedio”. El punto de víctimas, el 5, lleva una demora similar: no se ha iniciado el trabajo en el 48% de las disposiciones y un 37% han visto un avance mínimo. Es decir, el 85% de todo lo que tiene que ver con víctimas está en veremos.
El tercer punto completamente empantanado es el que tiene que ver con la Participación Política, el 2. El 86% de las medidas contempladas para mejorar la calidad “democrática” del país o no han sido puestas en marcha (57%) o van a paso de tortuga (29%).
Tampoco va bien el Punto 4, el relacionado con la solución del problema de las drogas de las drogas ilícitas. Sólo el 2% de las disposiciones está concluido, el 39% no han arrancado y un 45% está en una estado apenas inicial.
El Instituto Kroc sí advierte de que no hay motivos para un optimismo sin matices y afirma que “existen serias preocupaciones con respecto a la falta de progreso en áreas que son críticas para la construcción de una paz de calidad”. Y prende las alarmas respecto a tres aspectos: la falta de “garantías de seguridad y protección comunitaria” (“Si los líderes sociales no cuentan con garantías de seguridad y protección, la implementación de disposiciones para lograr desarrollo participativo, la sustitución de cultivos y la ampliación y profundización de la democracia no se podrá llevar a cabo”); “el ritmo lento de implementación del proceso de reincorporación política, social y económica de excombatientes”, y los ajustes normativos e institucionales pendientes de implementar.
Los analistas consideran que no aunque la construcción de la paz es un proceso lento y complejo, no hay excusas para algunas lentitudes excesivas, como las relacionadas con la Reforma Rural Integral: “El largo periodo de tiempo que toma la implementación de disposiciones de largo plazo como las relacionadas a la reforma rural integral, no es un argumento para la inacción”.
En general, el Instituto Kroc cree que evaluar la puesta en marcha de un acuerdo de paz en cualquier lugar del mundo no es fácil y destaca que, “en este proceso [de Colombia], a veces es difícil orientarse, saber si el tren está en el camino correcto o si está a punto de salirse de los rieles. Es difícil determinar, como hemos dicho, si el vaso está medio lleno o medio vacío”.
Así que, aunque el informe destaca el avance constante de la implementación y lo compara positivamente con otros procesos (como el de El Salvador o Sudáfrica), el Instituto Kroc no cree que haya nada garantizado a futuro. “Esto [los avances] no significa que el éxito esté garantizado o que el riesgo de retornar al conflicto armado haya desaparecido. Por el contrario, como lo indica nuestro informe, existen muchos problemas e incertidumbres en el proceso de implementación, algunos de los cuales representan un riesgo para la sostenibilidad de la paz. En el presente, la falta de garantías de seguridad y las demoras en el proceso de reincorporación son particularmente preocupantes. A largo plazo, el avance lento en la implementación de la reforma rural integral y la sustitución de cultivos, podría socavar el logro de una paz estable y duradera”.
Los analistas concluyen que el papel del nuevo gobierno va a ser clave porque, “a medida que el proceso se desarrolla en los próximos meses, la implementación se debe enfocar cada vez más en la transformación institucional y estructural, especialmente en los territorios, con una mayor inclusión social, participación ciudadana, respeto por los derechos humanos y mecanismos de rendición de cuentas para el Gobierno”.