Movilización pacífica en la costa nariñense en el marco del Paro Nacional
“Mezcla de abandono, marginación y corrupción,la violencia estructural también cobra vidas a diario”
Las movilizaciones del Paro Nacional se han vivido de modo diferencial en el Pacífico colombiano. Más allá del rechazo hacia las reformas anunciadas por el Gobierno, amplios sectores de la población civil exigen soluciones a los problemas históricos asociados al abandono estatal en el litoral. Una región expuesta a la voracidad del extractivismo y de un conflicto armado que solo se entiende mirando las causas y los efectos de la marginación.
“Empleo, salud, educación y paz” pidieron los jóvenes que su unieron a las marchas del 5 de mayo en Tumaco y no cesan en sus reclamos. “No hay oportunidades”, declaró uno de los manifestantes, refiriéndose a la situación particular de un municipio con más de 70% de desempleo y problemas compartidos entre el conjunto de zonas que componen la costa nariñense. Horas después, AfroMitú multiplicó las formas de resistencia artística que se tomaron la noche del 6 de mayo en la ciudad. A través de su música, el grupo de rap conciencia señaló a la corrupción como parte de la violencia estructural que sufren los pobladores de toda la región.
En el vecino municipio de Francisco Pizarro, durante varios días y en reiterativas protestas pacíficas, decenas de pobladores le han exigido al alcalde Gerardo Valencia soluciones frente al mal servicio de electricidad. Un problema sin explicaciones suficientes hasta el momento, pero representado, entre otras cosas, en altos cobros y permanentes cortes de luz que comprometen el nombre de la empresa CEDENAR. En veredas como La Playa la falta de electricidad se suma a la ausencia de agua potable y de saneamiento. Según explica Sandra Jaramillo, religiosa de la Compañía de María, las condiciones ambientales a las que está expuesta la gente son causa de problemas en la piel y epidemias de diarrea, especialmente graves entre la población infantil. Con un agravante que señalan otras pobladoras del municipio: la mala prestación del servicio de salud por cuenta de la falta de remedios y, aún peor, la ausencia de suficientes profesionales de dicha área en Salahonda, la cabecera municipal.
Por todo ello y más, como por ejemplo, la falta de infraestructura escolar en veredas como San Pedro del Vino o la mala administración del programa de alimentación para los estudiantes del municipio (asunto por el que debe responder, también, la secretaría departamental de educación nariñense), es que decenas de personas, entre ellas docentes y otras líderes, llevan días marchando. Para ver si por fin habrá soluciones a los problemas de su cotidianidad, llaman a formas no violentas de expresar su indignación y echan mano de la creatividad. Aquí los reclamos de un grupo de profesoras de la Institución Educativa Agroecológica La Playa, quienes riman su indignación con una melodía famosa:
Llevo la camisa negra porque oscuro vive el pueblo;
No hay servicio de energía y por eso estoy de duelo.
La energía es un puro vaivén:
hoy tenemos y mañana se fue,
¿Qué sucede? Díganlo a lo bien.
El pueblo quiere saber.
Vamos todos, compañeros,
decididos a marchar.
Reclamemos los derechos,
ya no es tiempo de callar.
Vamos,
vamos todos, compañeros,
que el que calla es el que pierde.
Exijamos con respeto los derechos que se tienen.
Dicen que aquí hay un alcalde,
que de vez en cuando vemos.
Lleva prometiendo cosas
que no cumple, lo sabemos.
Los recibos ya llegaron,
dizque cobrando un servicio.
Yo pregunto qué es que cobran.
Se les convirtió en un vicio.
“Empleo, salud, educación y paz”. He ahí parte de las exigencias de los jóvenes movilizados de Tumaco, pero también de otros sectores sociales de la costa nariñense, como Francisco Pizarro (donde, además, claman a tiempo y a destiempo por la luz y el agua). Similares necesidades a las de todo el litoral Pacífico, donde los pueblos étnicos dijeron mayoritariamente sí a los acuerdos de La Habana para poner fin a un conflicto armado, con la esperanza de transformaciones sociales de fondo. Pero hoy la guerra se reproduce en la región, porque no ha sido conjurada la violencia estructural de fondo. Mezcla de abandono, marginación y corrupción, dicha violencia también cobra vidas a diario y expone al reclutamiento de grupos armados legales e ilegales a jóvenes sin oportunidades. Sus madres, hermanas, abuelas y tías no logran parar el desangre. Por eso también están en duelo.
*Fotos: Sandra Jaramillo