Uribe: ¿en busca de la paz o a la caza de Santos?

El expresidente arremete diariamente contra su ex ministro de Defensa Juan Manuel Santos; hace propuestas para que nada cambie, y defiende su imagen como si fuera un candidato presidencial.

Pareciera un candidato presidencial. Pero -legalmente- no lo puede ser. Lo que sí puede ser – quiere ser- es el que ponga presidente en 2018. Quizá por eso, Álvaro Uribe Vélez no para. Y se dedica, fundamentalmente, a tres cosas: cuidar su imagen; atacar, más que a su tótem político (las FARC), al presidente de la República, Juan Manuel Santos, y hacer propuestas cambiantes que dilaten la implementación de los acuerdos de paz. Unas veces lo hace a título personal y otras utiliza la marca del Centro Democrático para hacer llegar sus mensajes que se parecen demasiado a los de sus dos mandatos (“todo el que está contra mí está contra la patria”) y la campaña del NO, plagada de engaños, tal y como reconoció su director, Juan Carlos Vélez (al que el Consejo Nacional Electoral abrió ayer una investigación).

Así fue la reacción ante el duro editorial de The New York Times que, bajo el título de “El hombre que bloquea la paz en Colombia”, planteaba que “no es demasiado tarde para que el señor Uribe, quien sigue siendo popular entre muchos colombianos, se porte como un hombre de estado en vez de un saboteador”. El Centro Democrático respondió asegurando que el artículo de opinión “ofende a millones de colombianos que nos opusimos a un acuerdo que daba impunidad total a los actores de delitos de lesa humanidad y los premiaba con participación política”. La técnica de comunicación es ya conocida y se basa en dos principios: si se meten con Uribe se meten con todos los votantes del ‘No’ y repetir algunas de las mentiras de la campaña, como el mantra de la impunidad (tal y como señala el Acuerdo de Paz en la propuesta de Ley de Amnistía, numeral 40: “No serán objeto de amnistía ni indulto ni de beneficios equivalentes los delitos de lesa humanidad, el genocidio, los graves crímenes de guerra, la toma de rehenes u otra privación grave de la libertad, la tortura, las ejecuciones extrajudiciales, la desaparición forzada, el acceso carnal violento y otras formas de violencia sexual, la sustracción de menores, el desplazamiento forzado, además del reclutamiento de menores conforme a lo establecido en el Estatuto de Roma”).

Defenderse de aquello que afecte a su imagen roba parte del tiempo del senador y expresidente -no atacó, sin embargo, el perfil publicado en El País de España en el que se aseguraba que “si los colombianos lograron despojarse de la sensación de paria que les perseguía fue, en buena medida, por la llegada de Álvaro Uribe al poder”-. Su segunda tarea cotidiana es arremeter contra Santos, quien fuera uno de sus más cercanos colaboradores. Lo hace cada vez que el presidente se dirige a la nación a través de una alocución y este miércoles, por ejemplo, dedicó su poderosa cuenta en Twitter (tiene 4,56 millones de seguidores) a golpear en el vientre político a Santos con 14 puntos basados, una vez más, en generalidades o medio verdades: “1. Fue Santos quien amenazó con impuestos si ganaba el no; 2. Fue Santos quien amenazó con bombas si ganaba el no; 3. Fue Santos quien en campaña presidencial aseguró que habría cárcel y no elegibilidad, hizo lo contrario; 4. Fue Santos quien negó recursos para el No y abusó del presupuesto en favor del Sí; 5. Fue Santos quien envió al Ministro de Hacienda a sobornar alcaldes con regalías para el Sí; 6. Fue Santos quien ofreció inversión y presupuesto a cambio de votos; 7. Pretendió Santos que COLOMBIA le dijera Sí a su entrega del País a FARC; 8.Fue Santos quien dijo que los colombianos tendrían la ultima palabra, abusó en ventajas, perdió y busca la trampa; 9. Fue Santos quien dijo que el texto de la pregunta era como le ‘diera la gana; 10. Santos concede beneficios económicos exhorbitantes (sic) a FARC y trata de negar al manipular a ciudadanos; 11. Santos negó el debate, perdió y para desquitarse manipula ciudadanos en Nariño (Ant) varias veces destruido por FARC; 12. Si a Santos nuestros argumentos le parecieron mentiras ¿por qué no aceptó el debate?; 13. Santos, será mentira que Ud comprometió con FARC un gasto público adicional entre 8 y 10 billones por año!; 14. Santos ha querido ocultar que con el Acuerdo con FARC asfixia la iniciativa económica privada; 15. Pacto Nacional con Chantaje de Santos”.

Que nada cambie

Su tercera estrategia es proponer para dilatar, pedir que todo cambie para que no cambie nada. Ayer en la tarde, en el Senado, hizo una intervención ceremoniosa en la que anunciaba cuatro puntos que despejarían la situación de bloqueo político en el que está sumida la Bogotá de las élites tras el pírrico triunfo del ‘No’ en el plebiscito del 2 de octubre. En realidad dijo poco en un tono flemático para esconder mucho. “El Centro Democrático (CD) insiste en un gran pacto nacional por la paz [aunque CD nunca se sentó con el resto de formaciones políticas cuando el Gobierno planteó ese pacto]. Si se da ese pacto, se compromete a su implementación en el Congreso”. También prometió desvincular ese proceso “del próximo debate presidencial, aislaremos las controversias que surjan de ese debate de la implementación”.

Lo que no dijo Uribe es que, al rechazar la incorporación del Acuerdo de Paz con las FARC al bloque constitucional y al apoyar una implementación por el cauce parlamentario regular, esa implementación se puede demorar más de un año, lo que lo pondría a las puertas de las elecciones presidenciales de mayo de 2018. Por último, en esta estrategia de propuestas que no parecen aceptables por el Gobierno ni por las FARC -como la de acabar con la Jurisdicción Especial de Paz, a lo que ya Santos ha reaccionado negando esa posibilidad-, propuso la creación de una “mesa técnica con presencia del Gobierno Nacional, las FARC y los voceros del ‘No”. Sería algo así como sustituir la mesa de La Habana y quitarle todo el peso político al hacerla “técnica”. Esta propuesta echó por tierra la reunión prevista para hoy entre representantes del ‘No y abogados asesores de las FARC ya que a los dirigentes de la guerrilla les molestó, especialmente, la insistencia de Uribe en deslegitimar la mesa de La Habana.

Maniobras dilatorias

Quizá por ello, esta mañana, el comandante guerrillero Pastor Alape, desde La Habana, recordaba que “la propuesta de mesa es incoherente, su verdadero objetivo es dilatar y abrir la campaña electoral”. Alape le recuerda a Santos que “hay que escuchar pero no legitimar a saboteadores”, en referencia al editorial de The New York Times que tanto ha molestado a Uribe.

 

Hay más reacciones, hoy, el senador del Polo Democrático Alternativo Iván Cepeda ha pedido “no más maniobras dilatorias” en referencia a las propuestas de Uribe: “Es en la mesa de conversaciones entre el Gobierno y las FARC donde se toman las decisiones. La paz es ahora”. Esta misma mañana, en el foro Paz en Colombia: ¿Ahora qué?, que se celebra en la Cámara de Comercio de Bogotá, el constitucionalista Rodrigo Uprimny, investigador de DeJusticia y miembro del comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU, ha asegurado: “No sabemos por qué votaron los del ‘No’, estamos en una situación de incertidumbre que es riesgosa”. En este debate, Héctor Riveros, abogado, comentarista y director del Instituto de Pensamiento Liberal, ha puesto el dedo en la llaga de la política colombiana: “La política es como el fútbol. La verdadera satisfacción es la derrota del otro”. La estrategia de Uribe parece, a la luz de la evidencia, bastante futbolística. Tanto que le gustan las derrotas, incluso, de los muertos: