Especial: desapariciones forzadas

La desaparición forzada en Colombia es una herida de unas dimensiones inmensas por la que no sangra toda la sociedad. El ocultamiento de este fenómeno, tan intencional como necesaria para los victimarios, se rompe ahora con el informe Hasta Encontrarlos, del Centro Nacional de Memoria Histórica. Este inmenso trabajo no sólo pone cifras al dolor (una personas ha sido desaparecida de forma forzada cada 8 horas durante los últimos 45 años) sino que le poner rostro, razones, victimarios y resistencias desde las asociaciones de familiares.

Gonzalo Sánchez, en una entrevista concedida tras la presentación de Hasta Encontrarlos, manifestaba: “Siendo una democracia, hemos puesto en evidencia errores que ni siquiera vivieron las dictaduras. Ni la suma de todas las dictaduras del Cono Sur se acerca a la de la desaparición en la democracia colombiana. ¿Cómo es que no lo vimos? ¿Cómo nos pasó de lado y no hicimos nada?”.

Tenemos una oportunidad de verlo y de hacer algo. En este trabajo especial desentrañamos los principales elementos que aparecen en este informe de la infamia. Especial completo pinchando aquí

¿Dónde estabas mientras me desaparecían?

El último informe del Centro Nacional de Memoria Histórica dibuja una realidad brutal: al menos 60.630 desapariciones forzadas entre 1970 y 2015. Ocho de cada diez acontecieron en los últimos 20 años.

La desaparición forzada es un delito de lesa humanidad. “Quebranta la integridad de un ser humano, en un proceso inverso al del revelado de una fotografía: pretende borrar la identidad de una persona hasta velarla por completo, hasta volverla invisible”, en palabras del sociólogo Gonzalo Sánchez, director del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) que presenta ahora un durísimo informe titulado Hasta Encontrarlos. El drama de la desaparición forzada en Colombia (1970-2015). Lee el texto completo pinchando aquí

De Omaira a Hannier, todos los desaparecidos tienen nombre

La primera desaparición forzada registrada en Colombia se produjo en 1977. Era una mujer, de 30 años, embarazada de tres meses. Hannier Hurtado es, probablemente, el último caso conocido. Desapareció este 30 de octubre.

Este 17 de noviembre, familiares de 14 personas desaparecidas han podido hacer el duelo. La Fiscalía General de la Nación les ha entregado los restos óseos encontrados en diversos puntos de Bogotá, Antioquia, Nariño y Valle del Cauca. Algunos, como la familia de Ruth Mariela Zuluaga, han tenido que esperar 31 años a recibir esos restos, porque Ruth fue desaparecida en al toma del Palacio de Justicia, en 1985. En el mismo año fue ultimado Jaime Alfredo Bravo Rosero, un campesino de Villa Garzón (Putumayo) y hasta este viernes 18 de noviembre su familia no ha recibido sus restos en la otra punta del país, en Pereira. La desaparición forzada tiene nombre, rostros, historias de vida… la desaparición forzada es pasado y es presente en el país. Ponerle nombre es comenzar a combatir el “ocultamiento de la violencia” que persiste tras cada desaparecida, tras cada desaparecido que sigue en el limbo de la invisibilidad. Lee el texto completo pinchando aquí

La geografía del desvanecimiento

En 1.010 de los 1.115 municipios del país fue desaparecida alguna persona. No en todos sitios fue igual. La geografía de la desaparición tiene sus lógicas.

No hay azar en la desaparición forzada. Las rutas de los perpetradores, a pesar de que su intención haya sido “el ejercicio de violencia sin consecuencias que se vuelvan contra el aparataje armado, y de las cuales devenga el señalamiento, la persecución y la judicialización”, están bien trazadas.
Si la desaparición forzada, tal y como relata el informe Hasta encontrarlos, ha afectado en estos 45 años a casi todos los rincones del país -1.010 municipios de 1.115- hay 130 municipios donde han ocurrido 2 de cada 3 desapariciones forzadas. Y hay regiones especialmente golpeadas. Nada es casual. Lea el texto completo pinchando aquí

Para lo que sirve un desaparecido

Toda guerra tiene sus causas y toda violación de derechos humanos, una intencionalidad. La desaparición forzada no ha sido ni casual ni ha respondido a una orgía de sinrazón. Estas son sus lógicas.

“El versionado menciona el homicidio de dos caminantes, ordenado por el comandante, las víctimas estaban sentadas en un andén y en un balneario los asesinan con cuchillo, los desmembraron vivos y luego los lanzaron al río, les abrieron el abdomen, las víctimas llevaban mochilas. (…)” Dicen que esta era la forma en que la guerrilla infiltraba las zonas, haciéndose pasar por caminantes (CNMH, OMC, Base Desaparición Forzada). Podría parecer un suceso brutal, aleatorio, caprichoso, fruto de la animalización de los guerreros. No lo es. Cada acto de guerra, cada violación de derechos humanos en el conflicto responde a una lógica y, ante todo a unos objetivos. Lea el texto completo pinchando aquí

Contramemoria de las desapariciones forzadas

Los familiares de las personas desaparecidas han luchado por décadas contra el olvido, la estigmatización y la ausencia del estado. El informe Hasta Encontrarlos reconoce la ingente tarea realizada en medio del dolor y de las amenazas.

Las desapariciones forzadas pretenden entre otras cosas, callar, invisibilizar, ocultar injusticias y generar terror. Pero las organizaciones de familiares de víctimas no permiten que el objetivo del silencio triunfe. La memoria se mantiene, aunque en ocasiones con la opacidad característica que dejan las huellas del dolor sufrido por las familias de las víctimas de este flagelo. Estas son quienes sobretodo protagonizan las labores de denuncia, el grito de alerta a la sociedad y los intensos e interminables operativos de búsqueda. Son múltiples los esfuerzos para luchar contra la desesperanza, pero también son invaluables las enseñanzas que dejan a la sociedad colombiana, que tal vez no dimensiona en su totalidad el ejercicio de resistencia, los alcances de la labor de registro y preservación de la memoria, así como las luchas jurídicas contra el Estado que protagonizan quienes denuncian la ignominia de la desaparición forzada. Lea el texto completo pinchando aquí