Buenaventura: “¡El pueblo no se rinde, carajo!”
La población de Buenaventura decidió marchar el sábado 20 de mayo a pesar de la instrucción del comité del Paro Cívico de aplazar la programación de la protesta hasta el restablecimiento del orden público en la ciudad, roto luego de los violentos actos protagonizados por el ESMAD y seguidos por saqueos a los almacenes de cadena en la noche del viernes.
La caída del sol del viernes 19 de mayo en el puerto de Buenaventura ha quedado grabada en la historia de esta población costera como el día en que la población civil fue arremetida por agentes policiales del Escuadrón Móvil Andidisturbios – ESMAD. En medio de una manifestación pacífica, el ESMAD arremetió con gases lacrimógenos para desmantelar por la fuerza los puntos de concentración que las comunidades mantuvieron durante los primeros cuatro días del paro cívico indefinido convocado en Buenaventura. El objetivo estaba claro, desbloquear las vías para que el negocio portuario no se viese afectado. «La gente en la casa por el toque de queda y uno ve las tractomulas escoltadas por policías. Eso es lo que buscaban», se queja un vecino de la ciudad del Pacífico.
La escalada del ESMAD se inició en la mañana del viernes, en el corregimiento de La Delfina, que está ubicado en la vía que conduce a la ciudad. Los grupos de choque de la policía buscaban posibilitar el paso de los camiones que entran y salen de la zona portuaria. Horas después entraron con fuerza al puente del Piñal que conecta el continente con la isla de Cascajal y algunos muelles portuarios; dispararon gases lacrimógenos a la población que se encontraba en este punto y hubo horas de confrontación entre el ESMAD y los manifestantes que, sin ningún tipo de armas, reaccionaron con distintas estrategias. “Nos escondíamos tras los árboles para evadir el gas y esperar cinco minutos mientras nos pasaban los efectos y nos recuperábamos”, explica uno de los jóvenes afectados por la incursión de los agentes antidisturbios.
Ese mismo viernes, el Comité del Paro Cívico estuvo en conversaciones con una delegación del Gobierno conformada por el ministro de Ambiente, Luis Gilberto Murillo –quien también encabeza las fallidas negociaciones en el paro del Chocó-, y el secretario General de la Presidencia de la República, Alfonso Prada. La reunión terminó sin acuerdos, pues de manera inesperada la comisión del Gobierno nacional se retiró de la mesa. “A partir de que se levanta la mesa, a la hora llegó el ESMAD a reprimir al pueblo, o sea que la cuestión estaba programada”, dice Manuel Bedoya, presidente nacional de Pescadores Artesanales de Colombia y miembro del Comité del Paro Cívico.
Llegaba la noche y el ambiente en Buenaventura se iba llenando de zozobra mientras la espesura de los gases lacrimógenos inundaba el aire y muchos habitantes empezaron a alertarse; con palos se prepararon para confrontar al ESMAD. El Comité del Paro llamó a la ciudadanía para que saliera a las calles a defender la movilización y, en menos de una hora, la principal avenida de Buenaventura quedó abarrotada de personas caminando hacia los puntos de concentración. Algunos ‘motoratones’, como se denomina en la ciudad a los mototaxistas, empezaron a recorrer la ciudad de un punto a otro, las redes sociales de los porteños se cargaron de mensajes de respaldo al Paro Cívico y los medios de comunicación locales informaban sobre la avanzada del ESMAD hacia otras zonas de la ciudad.
La asonada contra los almacenes de cadena
A las siete de la noche la población seguía alerta cuando se conoció que varios menores habían resultado afectados por los gases lacrimógenos que se acabaron dentro de sus casas. Había fuego en varios puntos en donde se quemaron llantas para contener el paso del ESMAD y la gente seguía en las calles. Los saqueos arrancaron en almacenes La 14, en el Centro Comercial Bellavista. Hombres encapuchados iniciaron la arremetida. El mismo panorama se presentó en el Éxito y, minutos después, en el centro de la ciudad se tomaron la Olímpica. “Más o menos de 4 a 7:30 de la noche a la ciudad la dejaron sola, la Policía no dio ninguna seguridad en los centros comerciales, eso quiere decir que ya estaba preparado”, insiste Bedoya.
Mientras esto ocurría, el alcalde, Eliecer Arboleda, hizo un llamado a la ciudadanía para que desbloquearan la ciudad, pues era un requisito puesto por el Gobierno Nacional para continuar las conversaciones con los promotores del Paro Cívico, pero la ciudadanía seguía en las calles, incluso en los puntos donde el ESMAD ya había intervenido de forma violenta.
El comercio de Pueblo Nuevo también fue afectado por saqueadores, que duraron alrededor de cuatro horas. Llegaron las 11 de la noche y las emisoras locales anunciaron la llegada de la Infantería de Marina y el Ejército para “retomar el control de la ciudad”.
Las organizaciones sociales protestaban en esos mismos momentos contra la arremetida del ESMAD, como lo hizo la Red Mariposas de Alas Nuevas, una confluencia de mujeres afrodescendientes que en un comunicado público afirmaba que “la gran paradoja es que atacaron a mujeres, niños, niñas, jóvenes y hombres en estado de indefensión y al momento de los saqueos, que fueron por más de 3 horas, brillaran por su ausencia [los agentes de policía] y fueran los mismos ciudadanos quienes defendieron, a través de una cadena humana, uno de los supermercados”.
La noche se cerró con el decreto publicado por la Alcaldía Distrital de Buenaventura que determinó toque de queda hasta que se restaurara el orden público y con la petición de los representantes del comité del paro cívico de levantar todos los puntos de concentración que había en la ciudad. Aún así, el Paro Cívico no cesó.
La marcha que el pueblo autodeterminó
El sábado llegó y miles de habitantes de Buenaventura -unos 10.000, según algunas fuentes- salieron a caminar con camisetas blancas y banderas de Colombia y Buenaventura para protestar por la violencia desatada en la noche anterior. Frente a la sede del SENA se inició la marcha por la defensa del territorio que, con una participación multitudinaria, inundó una vez más las calles de Buenaventura. “¡Solo el pueblo, salva al pueblo!”, gritaban los manifestantes.
“Mucha gente se preguntaba si salía o no salía, dependiendo de lo que dijera el comité central, pero en un momento dado el mismo pueblo tomó la decisión de salir a marchar”, decía Elkin Riascos Valencia, un ciudadano de Buenaventura que ya disfónico de tanto gritar explicaba el nivel de rechazo que la sociedad bonaverense tuvo frente a la descarga de violencia que hubo el día anterior: “Con todo lo sucedido, la gente se siente indignada y sale a marchar”.
En la marcha se hablaba de un posible intento de desestabilización del paro cívico. “Es claro para todos que esa violencia desatada fue una provocación de parte del Gobierno para que el pueblo reaccionara así y ellos lograran su cometido que era que circularan sus retrocamiones [al puerto]”, argumentaba Vanessa Alomía.
Al grito de “¡El pueblo no se rinde carajo!” llegó la manifestación hasta el Bulevar de la ciudad y se aglutinaron miles de personas para escuchar a los miembros del Comité del Paro Cívico, quienes de manera enfática llamaron a la población a seguir con el paro hasta que el Gobierno nacional atienda este llamado de declaratoria de Emergencia Social, Económica y Ecológica que permitiría desarrollar los puntos del Pliego de Soluciones frente a los reclamos de salud, agua potable, educación, territorialidad y justicia para las víctimas del conflicto.
Por su parte, el Gobierno, a través del secretario General de la Presidencia anunció que mantendrán a la Fuerza Pública y el ESMAD en la ciudad ya que, según Prada, “ha puesto orden en Buenaventura”, en contraposición de lo que manifestaron los participantes de la marcha. El Comité convocó a otra movilización para este domingo, Día Nacional de la Afrocolombianidad, en donde se espera que la ciudadanía salga a marchar hasta el punto La Delfina en donde ya está instalada la Guardia Indígena que de nuevo protege esta zona de concentración.