Pablo Beltrán

“El que más patea los procesos de paz más puntos gana en las encuestas”

El jefe negociador del ELN en Quito, revela que el Gobierno presiona para un acuerdo antes de diciembre. Las elecciones planean sobre la mesa tanto como el paramilitarismo o los incumplimientos del Ejecutivo con las FARC.

“La política en Colombia se hace sobre la base de una ley perversa: el que más patee los procesos de paz más puntos gana en las encuestas. Ese es el régimen con el que estamos negociando”. En Quito hace tiempo que los próximos comicios de Colombia se ha convertido en la pata agrietada de una mesa de negociación en la que la segunda guerrilla del país –numéricamente hablando- y el Gobierno buscan cerrar cinco décadas de confrontación armada. Pablo Beltrán sabe lo que es negociar con este “régimen”. También sabe lo que se siente cuando se fracasa. Fue el hombre del Ejército Nacional de Liberación (ELN) en los esfuerzos de creación de la Coordinación Nacional Guerrillera Simón Bolívar que negoció sin éxito con el gobierno de César Gaviria en 1992; estuvo en las conversaciones fallidas con Andrés Pastrana (1998) y con Álvaro Uribe (2002). Ahora, una vez más desde que fuera elegido como miembro del Comando central (COCE) del ELN tras la muerte de Manuel Pérez, está en la mesa de negociación con el Gobierno de Juan Manuel Santos, un proceso al que nadie apuesta con firmeza y al que el país necesita tanto.

Israel Ramírez Pineda, que así se llama este santandereano de 64 años, tiene un tono de voz suave con el que defiende posiciones fuertes y es la contraparte en la mesa del ex ministro Juan Camilo Restrepo. El encuentro con Colombia Plural se produce en los límites de Quito, la ciudad donde comenzaron oficialmente las conversaciones después de atrasos y tensiones el 8 de febrero de este año. Es domingo y, mientras alrededor hay familias de celebración y niños jugando al aire libre, Pablo Beltrán (primero en la foto por la izquierda) se sienta en un reservado junto a Bernardo Téllez (primero por la derecha en la imagen), otro de los negociadores del ELN, y a ‘Alirio’, un miembro del Frente de Guerra Oriental que está en Quito para restar dudas sobre el compromiso con el proceso de Pablo Arauca, Pablito, uno de los comandantes elenos más críticos con las negociaciones.

“Pueden preguntar lo que quieran y como quieran. Estamos abiertos sin condiciones”, explica Beltrán antes de comenzar una conversación de cerca de una hora en la que la desconfianza en el Gobierno, los problemas en la implementación de los acuerdos de La Habana, la intensificación de la ofensiva paramilitar en los territorios y la omnipresencia de las elecciones de 2018 conforman una densa nube que contamina cualquier optimismo sobre el proceso de paz.

La mesa de Quito está en la segunda ronda de conversaciones y anuncia avances en el modelo para hacer pedagogía de paz y en un fondo internacional para respaldar estas negociaciones. El tiempo es un factor determinante. Beltrán revela que el Gobierno ha comunicado plazos imposibles. “Eso nos lo han dicho en la mesa. Hay seis meses para encontrar resultados porque 2018 es el caos electoral y esta mesa va a estar constreñida y condicionada. De esos absurdos viven ellos…”. El ELN insiste una y otra vez que ellos no se van a levantar de la mesa pase lo que pase y a pesar de que “hay muchas dudas en los frentes de guerra”.

Beltrán confirma la desconfianza que esta guerrilla tiene sobre la intención de cumplir del Gobierno, también cree que el Ejecutivo no sabe muy bien qué hacer con su maquinaria de guerra y, quizá por ello, insisten en que cualquier acuerdo debe contemplar la simultaneidad en el cumplimiento de los compromisos. Si algo han aprendido de la implementación de los acuerdos con las FARC es que la guerrilla cumple, pero el Estado no y la capacidad de presión entre las partes no es simétrica. “Como no hay confianza, ni hay buena fe, debe de haber algo más que la mera verificación”.

– ¿Cómo ha vivido la delegación del ELN los nuevos plazos en la implementación de los acuerdos entre el Gobierno y las FARC?

Primero, con muchas expectativas y, luego, preocupados por los incumplimientos, porque no es una cuestión de más o menos orden del Gobierno, es un asunto de voluntad política. Nos preocupa que en esa élite gobernante hay como una competencia a ver quién le recorta más cosas a los acuerdos. Si las FARC van adelante en este proceso de solución política, nosotros tenemos que observar mucho a quienes van adelante a ver qué enseñanzas sacamos.

– ¿Y qué están aprendiendo de lo sucedido en La Habana y de la implementación?

Para nosotros lo que queda claro es que debe haber un cumplimiento simultáneo. Si la guerrilla cumple el Gobierno cumple y no esto de que la guerrilla cumple y el Gobierno allá por muy lejano ve si cumple… No, eso tiene que ser simultáneo, esa es la enseñanza que sacamos.

– Y ese proceso simultáneo… ¿cómo se puede articular para que sea real?

Eso tiene que incluirse en los acuerdos. El problema es que si parece claro que la guerrilla es la que cumple primero y el Gobierno, después, entonces debe haber alguna capacidad de presión para que el Gobierno cumpla. Y el diseño del acuerdo debe apuntar a eso, que cada parte quede con capacidad de presión para que la otra parte cumpla. Como no hay confianza, ni hay buena fe, debe de haber algo más que la mera verificación.

– Las FARC han advertido de que debe ser la sociedad civil la garante de la implementación de sus acuerdos. ¿Ustedes creen que la sociedad colombiana tiene capacidad real de presión?

Hay una realidad y es que la élite dominante y sus grandes empresas comunicativas han conservatizado al extremo a la opinión pública colombiana y se produce una gran manipulación a la sociedad. A la sociedad no le está llegando el mensaje de que estamos andando hacia una solución política; le está llegando que en la mesa [los guerrilleros] son tramposos, que hay fraude, que no están cumpliendo… y como esa es la imagen y la idea que siembran en la sociedad, pues es difícil que la sociedad diga: “Vamos a apoyar”. ¡Cuántos ceses unilaterales no hizo las FARC! Para nosotros es admirable que las FARC digan “nosotros vamos a cumplir así el gobierno no cumpla”, eso es de respetar, pero ni aún así sirve para crear confianza y respeto al proceso, porque se va contracorriente. La política en Colombia se hace sobre la base de una ley perversa: el que más patee los procesos de paz más gana puntos en las encuestas. Ese es el régimen con el que estamos negociando.

– Entonces que el proceso de paz con las FARC y que las negociaciones con el ELN se estén produciendo a las puertas de una contienda electoral… tiene que aterrarles cada mañana cuando revisan la prensa colombiana…

Vea que estamos negociando con una coalición de Gobierno que lidera [Juan Manuel] Santos. Cambio Radical es de esa coalición y ahora se ha unido a [Álvaro] Uribe para decir que hay que patear la mesa [de Quito] y cerrarla. Si eso lo esta diciendo una parte fundamental de la coalición de gobierno y es de la misma opinión que la oposición de la extrema derecha, entonces qué le esperan a estos procesos de paz.

– ¿No temen ser el comodín de las elecciones?

Lo que sí sabemos es que somos como el tiro al blanco de las elecciones. El que más nos aporree como que ganará más. Esa es su estrategia política.

– Ustedes han dicho muchas veces que no se van a levantar de la mesa. Pero… ¿quién garantiza que el Gobierno no se levante?

Pues ellos tendrán que responder. Nosotros, el mandato que nos han dado es: vayan a la mesa y no se levantan.

– ¿Y ustedes siguen en esa posición a pesar del contexto negativo que describen?

Pues claro.

– ¿Y si llega un gobierno nuevo y dice: ese no fue un acuerdo conmigo, fue con otro Gobierno…?

Eso ya nos lo han hecho durante un cuarto de siglo… Lo hemos intentado muchas veces. Todas las veces se intenta y el gobierno nuevo hace borrón y cuenta nueva. Nosotros tuvimos un proceso con Uribe en 2005-2007 y así quedó: en el sueño de los justos. No se tienen [los procesos] en cuenta para el siguiente… Por eso ahora estamos tratando de que se avance y de que haya una presión de la sociedad para que haya continuidad, tanto en la implementación del acuerdo con las FARC como en esta mesa con el ELN. El secreto para que esto funcione es que la sociedad participe desde el principio, la gente que participa toma en sus manos esto y lo va a defender. La participación no se puede quedar en una veeduría o en una garantía final.

– Pensemos en lo peor: la mesa se levanta ¿Si tienen que seguir luchando con las armas, con unas FARC desarmadas, ustedes van a seguir?

Vea, si hay algo que nos ha enseñado este conflicto es a no asustarnos de nada. Nosotros siempre calculamos todos los escenarios, incluido el peor de los mundos. Hemos dicho que no nos vamos a parar de la mesa, pero si la otra parte no quiere… ¿qué hacemos? Para luchar por el cambio, ahí nos van a tener; para estar con la gente, ahí nos van a tener. Siempre va a haber urgencia de cambios y minorías que no quieran ceder sus privilegios, eso es lo que llevamos viendo 200 años. Esa es la realidad colombiana, aquí nos tocó nacer y aquí nos toco luchar, y somos conscientes de que lo que hagamos le preparan mejores condiciones a otras generaciones. Estas revoluciones son procesos largos y hay que echar las bases para que las futuras generaciones puedan seguir luchando en mejores condiciones por una Colombia más justa. Ese es el aporte que hacemos.

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El ritmo de trabajo en Quito es fuerte. “Esto es como una concentración”. Así define Beltrán el régimen de la delegación del ELN que, a diferencia de la oficial, no sale de ocio los fines de semana. Desde las 5 de la mañana ya hay “compañeros” revisando medios, a las 7:30 a.m. comienzan las conversaciones que van hasta la 1:30 p.m. Las tardes son el momento de trabajo interno de cada delegación. El equipo que lidera Pablo Beltrán argumenta de mil formas la necesidad de un diálogo nacional: la participación de la sociedad civil es uno de los ejes de la posición del ELN. “Si hablamos de algo tan fundamental como la paz, que nos concierne a todos, cómo es que la gente va a estar ausente… ¿Cuántos quieren participar? La aspiración nuestra es que sea una mayoría y que si hay una minoría que se opone, por lo menos que tenga la altura para respetar a esa mayoría. Y eso se traduce un gran diálogo nacional”.

– ¿Y hay las condiciones para que ese diálogo ocurra?

En general, la élite le teme a la participación, al pueblo, a la opinión, no se promueve que haya construcción de ciudadanía. Las élites están acostumbradas a decidir los grandes destinos…

– ¿Se puede llegar en Quito a un punto de no retorno de aquí a las elecciones?

Les digo algo peor… el estimativo del Gobierno es que el plazo es sólo hasta diciembre de 2017. Eso nos lo han dicho en la mesa. Hay seis meses para encontrar resultados porque 2018 es el caos electoral y esta mesa va a estar constreñida y condicionada. De esos absurdos viven ellos…

– ¿Y ustedes creen que se puede llegar a qué…?

Hemos dicho que tenemos voluntad política, pero no estamos de acuerdo con negociaciones exprés. Son cosas muy determinantes las que estamos hablando que deben quedar muy bien hechas porque si no esto va a sanar en falso. En el inicio de la agenda pactada decimos: “Hay que trabajar con celeridad y rigurosidad”. ¿Adivinen quién puso cada adjetivo? Esa es la pelea de todos los días en la mesa. Ellos celeridad y nosotros: “¡Esperen!, hagamos estos bien hecho”.

– Da la sensación desde fuera que el interés del Gobierno es el acuerdo humanitario y ya… los secuestros y poco más..

Les digo algo más grave. La obsesión de la extrema derecha es humillar a la guerrilla. De ahí se desprende que el modelo de ellos es de “pacificación”. Nosotros les hemos dicho: “Esperen un poco, éste es un proceso de paz y la agenda tiene dos grandes propósitos, vamos a pactar trasformaciones que alteren y modifiquen las condiciones que generan la lucha armada. Ese es el punto uno y el dos es, listo, pongámosle fin al conflicto armado”. Pero los puntos de este acuerdo son dos y cada nada se lo tenemos que recordar al Gobierno porque sus negociadores en la mesa creen que el único objetivo es poner fin al conflicto armado, que se traduce en dejar las armas. Entonces cada nada toda acudir a la agenda y decirles: “Miren, aquí dice, en el punto tres, que hay que pactar unas trasformaciones…”.

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El ELN no tiene una posición confortable, aunque dicen estar acostumbrados a ello. Durante los últimos años, el establecimiento fijó un único enemigo: las FARC. ¿Y el ELN dónde quedó? Beltrán explica que esa es una guerra “narrativa” que no se ha perdido “porque no se ha acabado” pero sí reconoce la efectividad de las “operaciones psicológicas”. “Miren, cómo creen que Uribe pasó 8 años satanizando a las FARC [cuando estaba en la Presidencia], estaba haciendo el trabajo para el plebiscito: las FARC y la guerrilla con cachos y con cola… eso no se deshace de un mes para otro. Eso fue lo que cosecharon para el 2 de octubre y ¿quién ayudo a cosechar eso? (risas) pues Santos. ¿No fue el ministro de guerra? Él cosecha lo que él mismo sembró. Años y años satanizando. ¿No se inventaron el cuento del collar bomba de las FARC y ahora nos inventaron a nosotros el balón bomba? Esas son las operaciones de la oficina de operaciones psicológicas del Ejército, es un componente de la guerra. ¿Y a quién se lo aprendieron? pues a Hitler…”. ‘Alirio’ asiente, como durante muchas de las respuestas de Pablo Beltrán. Bernardo Téllez, vestido con un rostro adusto y una gorra color tierra, no mueve un músculo.

– ¿Cree usted que para el Gobierno y la élite colombiana el ELN es una guerrilla de segunda?

Estas son guerras contrainsurgentes con operaciones psicológicas. Desde antes del Plan Colombia, la matriz comunicacional en términos de guerra era esta: cosas que hacía el ELN atribuírselas a las FARC y hacer ver que las FARC eran todo y que el ELN no existía. Con esto buscaban: a usted le agrandan su percepción de sí mismo y a los otros se la achican… eso no es de hoy. Llegamos ahora a los tiempos de la solución política y ocurre lo mismo. Para nosotros esa matriz ya no es noticia. Ahora, en las negociaciones, lo implementan de dos formas: una es que no quisieron que hiciéramos una negociación conjunta, divide y vencerás…

– ¿Ustedes hubieran estado dispuestos a una negociación conjunta?

…claro, claro. Y segundo, cada vez que había crisis en el proceso con las FARC le daban realce al proceso con el ELN. Con la primera táctica trataban de imponer los acuerdos de La Habana a esta mesa de Quito. Les hemos dicho que no, que lo que traiga aquí el Gobierno de La Habana lo trae como propuesta suya y lo discutimos. Esa ha sido uno de los pulsos más fuertes [en la mesa de Quito] porque quieren aplicar el mismo modelo y la misma visión y nosotros le hemos dicho que hay otra agenda y que queremos desarrollar las cosas de otra manera.

– ¿Y los hombres y mujeres en el terreno, en los frentes de guerra, cómo ven el proceso?

Hay un consenso de que es muy importante buscar la solución política porque el momento que vive la sociedad colombiana es de un esfuerzo por pasar la página de esa guerra interna, y en el ELN tratamos de ser consecuentes con un lema que tiene muchas décadas: “Siempre junto al pueblo”. Y si el pueblo dice ahora que busquemos una solución política la vamos a buscar, por eso no nos vamos a parar de la mesa. Ahora, en el terreno los compañeros y las compañeras ven la maquinaria del régimen volcada contra nosotros, un despliegue y una masificación del paramilitarismo contra todas las zonas nuestras y las que dejaron las FARC, ven todas las imposiciones y exigencias que trata de impulsar el Gobierno en la mesa y claro, la gente tiene muchas dudas, pero ninguna de esas dudas los ha llevado a decir “mejor levantémonos”. Nadie ha dicho que por ello recojamos la delegación del ELN en Quito.

– El cese bilateral que ustedes reclaman de forma permanente sería entre el Gobierno y el ELN pero… ¿qué hacemos con los paramilitares?

Eso lo tendría que responder Santos.

– Pero ustedes tendrán una posición…

Es un cese al fuego de operaciones ofensivas, no defensivas. ¿Alguien en el terreno… si hay un cese y es atacado no se va a defender? Eso es lo primero, y lo segundo es que nosotros tenemos la disposición de que se haga el cese, e incluso que se empiece a preparar en vísperas de la visita del Papa, porque le daría a las conversaciones de la mesa en Quito un ambiente más tranquilo y ayudaría a que se implemente el acuerdo con las FARC y ayudaría a que la participación de la sociedad sea más masiva y sin tantos temores. Pero hago una pregunta, ¿si toda la maquinaria militar del régimen ya deja de pensar en atacarnos a nosotros no le llegaría el día en que ataque a los paramilitares por una vez? Ahí si que compro yo la primera banca para ver qué va a pasar.

– ¿Por qué creen ustedes que el Estado se niega a un cese bilateral?

Yo creo que esta implícito. Las fuerzas militares y el régimen están en una encrucijada… ¿cómo puede usted pactar unos acuerdos de paz y no rebajar ni los presupuestos de guerra, ni la maquinaria militar? Eso cómo se explica. El régimen esta muy afanado en buscarle empleo a esa maquinaria, por eso la cuelga al carro de la OTAN, por eso andan por ahí enredando en ver en qué los emplean; pero no se les pasa por la cabeza que este es el momento de reducir la maquinaria, de reducir los presupuestos de guerra. Ese es el problema político que tienen.

– ¿El Gobierno esta dispuesto a firmar ese cese al fuego con la disculpa de la llegada del Papa?

Ha dicho que sí, pero que más tarde. Que esperemos un momentico, que no da tiempo para septiembre. Captamos en el Gobierno un leve movimiento a que sí haya un cese que acompañe estas conversaciones, porque originariamente la posición de Santos ha sido negociación en medio de la guerra. Se han ido moviendo, pero no terminan de decidirse. Aun están deshojando la margarita.

– ¿Cree que la delegación del Gobierno, no sólo la que está en Quito sino la que estaba en La Habana, tiene autoridad real sobre el Ejercito?

Yo pienso que Santos ha tenido la habilidad para involucrar a los militares en este proceso que ya lleva 5 años. El Ejercito hizo un rediseño estratégico desde 2012, que por supuesto no contempla reducción de presupuesto ni cambio de doctrina, pero se hace un proceso de paz y sigue con la doctrina contrainsurgente, usted explíqueme eso…

– Le insisto, ¿cree que el presidente de Colombia, sea Santos o sea quien sea, tiene un control real sobre las Fuerzas Militares?

Se lo voy a contestar de otra manera. Cuando dejó el Gobierno en 2010 Uribe le dejó a Santos instalado un partido dentro de las fuerzas militares. Siete años después, Santos, pienso yo, tiene más militares adeptos que cuando comenzó, pero no quiere decir que esa diferencia toque la esencia de la doctrina que hay en el Ejercito.

– O sea… que del todo no lo controla

No (dubitativo)… porque en últimas es un asunto histórico. El Ejercito que dejó Bolívar comenzó a pactar con las élites y eso explica lo que pasó en Venezuela, en Ecuador, en Colombia, y eso sigue así. El Ejercito es en sí un poder y está muy articulado a la estrategia de guerra imperialista y las cosas no se deciden sólo en Bogotá… Esa sí es la pelea: nosotros no determinamos qué hacen nuestros ejércitos y hay que lograr que dejen de estar articulados a un plan imperialista de guerra. El régimen colombiano ahí sigue.

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“¿Quiénes somos nosotros para hacer eso?”. Beltrán no quiere plantear un programa político de futuro ni nada que se le parezca. “Nosotros hemos dicho que no vamos a sacar ninguna receta para Colombia. No es que no tengamos alternativas, es que no nos interesa”, asegura el número tres del ELN, quien vuelve una y otra vez al “diálogo nacional”, no para lograr revoluciones negociadas: “No hablamos de maximalismos ni de socialismos: ¿cuáles son los cambios básicos urgentes del país? La gente que los diga y una vez los diga y los sintetice para eso hay un Estado que debe cumplirle. Claro… ponemos en duda que vaya a cumplir, ese es el reto: que cumplan y por eso planteamos que la implementación debe ser en simultáneo, en paralelo”.

–¿No es lo que estamos viendo con las FARC?

Ese es el reto.

– ¿Es cierto que algunos disidentes de las FARC están pasando al ELN?

No. Ni ellos han pedido venir, ni nosotros les hemos pedido que vengan, y si vienen esa no va a ser la solución. Consideramos que hay que respetar el proceso que se ha iniciado con las FARC y una forma de hacerlo es no promover que haya disidencias.

– La historia del ELN con las FARC da para varios libros, algunos de terror ¿Cómo están ahora?

Las conclusiones que sacamos del encuentro en La Habana [a principios de mayo] es que tenemos un grupo de confluencias, hay divergencias, por supuesto, pero vamos a trabajar por fortalecer las confluencias. Vamos a trabajar para que todas las expresiones de lucha por la paz se unifiquen, vamos a tratar de resolver a tiempo los problemas que surjan en las regiones, porque detrás de esos conflictos aparecen terceros operando y atacando para avanzar una guerra. Queremos atajar que cualquier asomo de fratricidio vuelva a prenderse. Buscar una línea de acción común y evitar enfrentamientos.

– Estamos en un momento geopolítico bien delicado. Hay cantidad de expertos hablando de que Colombia podía ser la punta de lanza de una intervención en Venezuela…

El 18 de abril fue Santos y hablo con Donald Trump, el 19 lo recibió la bancada republicana y le dijeron que si el conflicto venezolano le afecta haga acciones militares disuasivas y que para hacer esas acciones militares cuente con el apoyo militar de Estados Unidos.

– Y ahí… cómo quedan ustedes, porque Venezuela ha ayudado mucho en los últimos años tanto al proceso con ustedes como con las FARC…

Pero, además, el posicionamiento de la insurgencia en el cordón fronterizo es muy grande. Quiere decir que nos iríamos para el peor de los mundos: tratando de solucionar un conflicto interno nos vamos a ver involucrados en un conflicto internacional. Así de ‘Guatemala para Guatepeor’.

– ¿Descartan esa posibilidad?

Nosotros creemos que es posible.

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Beltrán habla de paz pero recuerda una y otra vez “el peor de los mundo”, que tiene varias plasmaciones. Se trasluce en sus respuestas una especie de gestión del tiempo de quien sabe que las negociaciones casi nunca son lo que parecen y, a veces, sólo son lo que parecen. Ahora que hay una luna de miel mediática en el país con las FARC, es el ELN el objeto de todas las dudas y las críticas. Una de las reiteradas tiene que ver con el control real que los altos mandos de esta guerrilla tienen sobre sus frentes de guerra. El jefe negociador responder a su manera ante esta pregunta: “Cada acuerdo que se ha hecho en la mesa se ha cumplido (…)cada protocolo de liberación que hemos firmado en esta mesa se ha cumplido, es más, el último lo incumplieron ellos en El Chocó”. Y prefiere retar a los que dudan pero no participan de los debates. “Nosotros decimos, cuándo vienen los de Cambio Radical, y eso sí no lo responden, y ahí se quedó el puesto vacío”.

– Y Uribe ¿nunca aceptó su invitación?

Siempre les hemos invitado, a las fuerzas del Centro Democrático, a los seguidores del ex presidente Uribe, les hemos dicho: “Vengan, si quieren enterarse de qué pasa aquí vengan”. Nadie les ha cerrado aquí la puerta… ahora, el día que Uribe mande a alguien acá se queda sin agenda de opositor. Esa es su política, llevar la contraria.

– ¿Uribe está tan en contra de estos procesos de paz porque no los está haciendo él?

Totalmente de acuerdo. Si el uribismo volviera al poder al día siguiente llamaría a dialogar. Cuando él lo haga la paz sí vale.

– Se sabe poco de ustedes, ¿estarían dispuestos a hablar con mas medios de comunicación?

Todos los que quieran.

– Pero no vienen en masa a Quito…

No los dejan venir. Y los que mandan llegan a tergiversar, a manipular… los espacios que hay en los medios son muy restringidos.