Encapuchados violan a una lideresa juvenil en San Vicente del Caguán
El viernes 2 de diciembre las organizaciones sociales de San Vicente del Caguán (Caquetá) marcharon para denunciar el asesinato de sus líderes y el hostigamiento al que se ven sometidos. Pocas horas después, en la madrugada del 3 de diciembre, dos hombres encapuchados asaltaron y violaron en un camino a una de las activistas de la Red Juvenil Compaz, de 19 años de edad y a la que están denominando Juliana para proteger su identidad.
“No podemos asegurar que sean paramilitares, pero nos parece demasiada casualidad, en el duro contexto que estamos viviendo, que justo después de participar en la Marcha por la Vida los Territorios de Paz y destacarse coreando los lemas, ocurra esto. Los violadores pueden ser unos ñeros encapuchado que se venden al mejor postor. Nosotros creemos que lo ocurrido tiene que ver con la cadena de atentados contra los líderes y lideresas… o es eso o la vida es un pañuelo y nosotros somos los mocos”, dice muy preocupado uno de los portavoces de la Red Juvenil Compaz de San Vicente del Caguán en conversación con Colombia Plural.
El líder juvenil explica que tras el asesinato de Erley Monroy y el atentado contra Hugo Cuéllar en San Vicente a finales de noviembre y el revuelo que generó esa oleada, el polémico alcalde del Centro Democrático, Humberto Sánchez, aumentó de forma significativa el pie de fuerza en las calles del municipio. “Estamos molestos, inconformes… porque ese aumento se ha traducido en atropellos, en excesos, en que haya barrios casi sitiados, pero los robos siguen, las violaciones siguen y las amenazas contra los líderes siguen”. La Red Juvenil Compaz cree que Sánchez está aprovechando para poner en marcha una “política de copamiento territorial”. Y los grupos paramilitares que llevan ya varios meses amenazando a los movimientos sociales a través de panfletos y con acciones letales como la que terminó con la vida de Monroy “hacen injerencia en el pueblo y creemos que la hacen a través de esa misma fuerza pública”.
Juliana no denunció públicamente los hechos hasta ahora porque quería dejar que la fiscalía “avanzara en sus investigaciones”. Pero, “no pasa nada, así que se ha animado a denunciar porque teme que esto se pueda repetir con otras mujeres”.
Para el portavoz de la organización a la que pertenece Juliana, “la única garantía que podemos tener de que nuestras vidas se respeten y podamos seguir con nuestra labor social y política es que se implementen los acuerdos de paz y comience el desmonte del paramilitarismo. Necesitamos cambios estructurales, necesitamos un estado presente y real”.