Lenín Moreno utiliza la Mesa de Quito para hacer política interna

La decisión anunciada por el presidente de Ecuador de no seguir acogiendo las negociaciones entre el Gobierno de Colombia y el ELN debe ser leída en clave interna. Una decisión mediática que puede tener graves consecuencias.

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Lenín Moreno, presidente de Ecuador, ha utilizado una entrevista de televisión para anunciar una decisión más mediática que diplomática. “Le he solicitado a la Canciller de Ecuador que frene esas conversaciones [entre el Gobierno de Colombia y la guerrilla del ELN] y nuestra condición de garante de ese Proceso de Paz, mientras el ELN no se comprometan a dejar esas actividades terroristas”. No especificaba a qué acciones se refería por “esas”, aunque todos los analistas dan por hecho que esta es una decisión al calor de la crisis en la frontera norte de Ecuador, tras el secuestro y asesinato de tres periodistas y el secuestro de una pareja ecuatoriana por parte de disidencias de las FARC vinculadas al crimen organizado.

El Gobierno de Ecuador no abandonó el proceso cuando terminó el cese al fuego bilateral y temporal en enero y el Gobierno colombiano suspendió las conversaciones en respuesta a las acciones armadas del ELN. Tampoco había hecho ningún tipo de anuncio relacionado con ultimátum a la guerrilla.

El anuncio ha sido tan sorpresivo y de cara a la galería que el ELN no había reaccionado horas después y el Gobierno, a través de la canciller, María Ángela Holguín, sólo atinaba a decir que ya están buscando otro país para acoger las negociaciones. Los otros países garantes del proceso del que se quiere descolgar Ecuador son: Brasil, Cuba, Chile, Venezuela y Noruega.

La decisión del presidente ecuatoriano, acosado por las críticas internas y por la campaña iniciada desde el correismo, puede poner en aprietos un proceso de negociación que apenas había recomenzado con la quinta ronda de conversaciones, que debe concluir el 18 de mayo. En esta ronda se estaban tratando temas trascendentales, como las condiciones para un posible cese al fuego indefinido, el modelo de participación de la sociedad civil en las negociaciones, o el acuerdo humanitario en el Chocó, que podría ser un modelo para aplicar en Arauca, Nariño o Norte de Santander.

El giro en política exterior de Moreno, que fue evidente al retomar con vigor las relaciones con Estados Unidos, suspendidas de facto durante el gobierno de Rafael Correa, se confirma ahora al retirar el apoyo a una negociaciones fundamentales para que Colombia consolide un complejo proceso de paz amenazado desde muchos frentes.