“El proceso con las FARC es un espejo para el ELN que genera incertidumbre y desconfianza”

Son días complejos. Mientras se espera el posible desbloqueo de la mesa de negociación de Quito entre el ELN y el Gobierno, las organizaciones sociales se preguntan el cómo y el hacia dónde de ese proceso. Colombia Plural asiste a un encuentro de líderes con el gestor de paz del ELN. Juan Carlos Cuéllar.

El optimismo que despertó en septiembre el acuerdo de cese al fuego bilateral, nacional y temporal entre el Gobierno y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) parece ahora un vago recuerdo. Los acontecimientos se suceden en Colombia con tanta rapidez que interpretar la coyuntura siempre parece misión de adivinos. Por eso estos líderes sociales que se sientan con Juan Carlos Cuéllar, uno de los dos gestores de paz del ELN habilitados dentro del proceso de negociación, tienen muchas preguntas y ninguna es fácil.

El comandante Juan Carlos Cuéllar lleva años alimentando la posibilidad de una salida política al conflicto armado, primero desde la prisión de Bellavista (Bello, Antioquia) o como facilitador en acercamientos anteriores en Alemania, Venezuela o Cuba, ahora como gestor de paz en decenas de encuentros con organizaciones, académicos o políticos. Es de hablar pausado y de tono calmado, pero no oculta su preocupación por el momento que vive la Mesa de Quito. “La realidad es que el proceso [de paz] con las FARC es un espejo para el ELN y ese espejo genera incertidumbre y desconfianza. Nuestros mandos y combatientes ven cómo se ha vaciado de contenido la implementación de los Acuerdos de La Habana, les preocupa que haya una disidencia tan grande y, lo más importante, las razones de esa disidencia…”.

Los asistentes a este encuentro tienen muchas inquietudes y las primeras de ellas giran alrededor al final del cese al fuego bilateral, el 9 de enero, y a los ataques que realizó el ELN horas después y que fueron el argumento del Gobierno para suspender el inicio del quinto ciclo de conversaciones en Quito. “A pesar de la versión repetida en los medios, lo que ocurrió es que se terminó el cese y había acciones ofensivas muy fuertes del Ejército en los territorios donde opera el ELN y fue inevitable una reacción… pero el ELN probó durante los 101 días del cese su voluntad, todas sus estructuras cumplieron y respetaron el cese y el único incidente fue reconocido y asumido [se refiere al asesinato del líder indígena Aulio Isaramá en octubre]. No pasa igual con el Estado, que se niega siquiera a hablar de las violaciones de la Fuerza Pública al cese al fuego”.

El argumento del ELN, que repite Cuéllar, es que durante el cese al fuego el Ejército aprovechó para sacar partido militar y que eso hay que evaluarlo. Transmite a los asistentes que la organización guerrillera quiere un nuevo cese al fuego, “pero debe ser un proceso más serio, con protocolos claros, fruto del análisis de lo sucedido en estos tres meses, de cómo se logró o no el principal objetivo, que era el alivio humanitario en las comunidades”. También recuerda cómo, mientras el ELN cumplió con sus compromisos –no atentar contra infraestructuras, no realizar secuestros y no reclutar a menores-, el Gobierno no ha avanzado en ninguno de los tres puntos que le correspondían en los acuerdos firmados en septiembre: alivio humanitario para los presos del ELN, descriminalización de las formas de protesta social, medidas contundentes para evitar el asesinato de líderes sociales.

La sociedad militarizada

Es evidente en la conversación que la desconfianza sigue medrando entre el ELN y el Gobierno… y que no ayuda la indolencia con la que la opinión pública asume este proceso de negociación. “Hay una fabricación mediática muy fuerte que construyó un enemigo único, las FARC, y ese enmascaramiento mediático lo que hace es que una vez firmado un acuerdo con esa organización se piense que la guerra ha terminado. No es así”. Cuéllar explica que está especialmente preocupado por la multiplicidad de actores armados en los territorios y repite varias veces que “hay que desmilitarizar Colombia”, refiriéndose a la cantidad de armas (legales e ilegales) que hay en el país y en cómo eso hace “impensable” en este momento que el Estado tenga el monopolio de la fuerza. Esa “militarización”, defiende el gestor de paz, tiene que ver con las economías ilegales que manejan buena parte del territorio y que necesitan de esa dinámica violenta para sostenerse.

Uno de los líderes que asiste a la reunión plantea un escenario futuro en el que el ELN firmara un acuerdo de paz y se desarmara;  Cuéllar le responde planteando que eso “no sería suficiente para construir la paz”. “Una cosa es la ‘pacificación’, el desarme de las insurgencias o de otros actores identificables, y otra cosa es la paz. El Gobierno ha tenido la tendencia de buscar esa pacificación y el desarme a toda costa y no avanzar en la solución política de los problemas del país”.

Por eso, en esta reunión, el representante del ELN repite varias veces que la dejación de las armas no es entendible si no es de forma paralela a la discusión política por parte de la sociedad civil con el Estado. “Las audiencias realizadas con los agentes sociales en noviembre evidenciaron el clamor por una participación amplia, desde los territorios. Ya tenemos los elementos para armar esa propuesta de participación y hay coincidencias con el Gobierno en algunos aspectos… eso es clave”.

“¿Pero… este Gobierno está de salida?, ¿qué van a negociar de ahora hasta las elecciones?”, duda una lideresa afro. Cuéllar responde: “Con el Gobierno Santos comenzamos y esperamos que con el Gobierno Santos dejemos un proceso suficientemente avanzado, con un cese bilateral serio y con los elementos para que el gobierno entrante lo retome”.

El clima electoral, los problemas en la implementación de los acuerdos de La Habana –“renegociados todo el tiempo a la baja”-, la presión militar, los cambios en el equipo negociador del Gobierno… La reunión camina por veredas que podrían llevar al derrotismo total, pero Cuéllar quiere cerrarla con optimismo. “El momento es de mucho pesimismo, pero tenemos que construir desde la incertidumbre, tenemos que seguir trabajando por una solución política y el ELN va a cumplir su compromiso de no levantarse de la mesa y seguir buscando acuerdos que no se limiten a la dejación de las armas”.