De las armas a la política, más éxitos que fracasos
El 24 de agosto se hizo público el acuerdo final entre el Gobierno de Colombia y las FARC-EP. Esta fecha cerró un ciclo que abre otro lleno de incertidumbres, el del postconflicto y sus consecuencias, y relanza el debate sobre las condiciones pactadas por lado y lado, quién ha renunciado a qué y quién se ha beneficiado de qué. Y sobre todo una pregunta ¿cómo va a ser ese tránsito de las armas a la política?
Incertidumbres y debates que empujan a mirar otros procesos, propios y ajenos, y sus consecuencias, sus logros y fracasos.
Colombia tiene dos procesos en territorio propio, y recientes. Dos casos de consecuencias y resultados radicalmente opuestos: el del M-19 y el de la Unión Patriótica. Pero puede mirar también a algunos vecinos, como El Salvador, Guatemala, Uruguay o Nicaragua.
Los procesos en casa dieron resultados tremendamente dispares, aunque la violencia no estuvo exenta en ninguno de ellos. El M-19 logró insertarse en la vida política y muchos de sus líderes ocupan cargos de responsabilidad aun hoy en día. Y eso aunque sus inicios estuvieron marcados por el asesinato de su primer candidato presidencial Carlos Pizarro. El caso de la UP está marcado por el genocidio, y este intento de las FARC de insertarse de alguna manera en la lucha política sin armas terminó con dos candidatos presidenciales asesinados, 8 congresistas, 13 diputados, 70 concejales, 11 alcaldes y alrededor de 3.500 de sus militantes (algunas fuentes los cifran en 5.000).
En el resto de América Latina hay victorias electorales, victorias revolucionarias y fracasos marcados por la división de la izquierda. Si Nicaragua es el ejemplo de la victoria revolucionaria y la consolidación política, El Salvador es el de la victoria política tras la firma de unos acuerdos de paz. Victoria y consolidación política que se repite en Uruguay, aunque aquí se derivó de una amnistía y no de unos acuerdos de paz. En Guatemala, la URNG (Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca) en su versión política derivada de la guerrilla logró algunas representaciones en las instituciones políticas pero nunca victorias presidenciales. En este país, la división de la izquierda marcó el devenir opositor.