Minga Indígena: “Motivos para marchar nos sobran”
Las lluvias que han golpeado el Valle del Cauca en las últimas semanas han dado una tregua a la Minga Indígena que hoy ha llegado a la capital fustigada por un sol inclemente que no ha amilanado a los 5.000 indígenas que han recorrido los 14,5 kilómetros que separa Jamundí de Cali. Comuneros del Norte del Cauca, del Valle, de Huila o, incluso de Antioquia se concentraban en Jamundí a primera hora de la mañana para gritar su indignación por el acoso que están viviendo sus territorios pero también –y con especial énfasis- para mostrar su solidaridad con Buenaventura, El Chocó, La Guajira o con los docentes y estudiantes en el país.
“No tenemos otra forma de mostrar nuestro enfado. No tenemos RCN, no tenemos CMI, esta [la Minga] es nuestro parlante para denunciar a este Gobierno de Santos, que sólo tiene eso en el apellido”, explica un hombre cercano a los 60 que, a diferencia de la mayoría, no está bañado en sudor al llegar a Cali y dice estar dispuesto a caminar “hasta donde haga falta, las veces que haga falta”.
La Minga llegaba entorno a las 2:30 p.m. a la Universidad del Valle donde mañana se instalará una mesa permanente por los derechos humanos antes de marchar hasta la Plazoleta de San Francisco donde, frente a la Gobernación del Valle del Cauca, se celebrará una audiencia pública sobre la situación de violación de derechos humanos en los territorios indígenas donde habrá representantes de todas las regionales de la Organización Nacional Indígena de Colombia. “El Gobierno ha intentado boicotear la audiencia e impedir que muchos de los comisarios regionales puedan llegar, pero es que no ha entendido que esta es la primera minga de muchas y que este pueblo no aguanta más”, explica otro participante en la Minga.
Entre los 5.000 manifestantes, convocados por la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (Çxhab Wala Kiwe-ACIN) también hay pequeñas representaciones de la Organización Indígena de Antioquia o del Consejo Regional Indígena del Huila, entre otros.
Muchos jóvenes, bastantes menores de edad, muchas mujeres y hombres caminando bajo un sol aplastante… y desde los carros bloqueados en el tranque, ni una mala palabra. De hecho, algunos pitaban en solidaridad, otros gritaban palabras de aliento. “¡Qué dignidad! Todos deberíamos aprender de ellos y salir a la calle”, dice pensativa una docente universitaria criolla que sale a la carretera a ver la Minga.
En la marcha, un grupo de jóvenes afro. No son del Pacífico, son de Guachené, en el Norte del Cauca, pero se han sumado. Emanuel y Brayan dicen que lo hacen por la paz, sin más explicaciones. Esperanza sí tiene las cosas más claras. Camina rápido a pesar de las tres horas que lleva bajo el sol. Se ha sumado a la movilización desde el resguardo de Quintana porque “el Gobierno promete cosas que no cumple”. Norbey y Danilo se han sumado desde Berlín. Son muchas las comunidades y resguardos que este martes se han tomado la panamericana para llegar a Cali y visibilizar que son muchos los que disienten. “Yo creo que es un momento histórico para Colombia, el pueblo está abriendo los ojos, mire Buenaventura”, insiste Ángela, que llegó anoche desde el Huila para sumarse a la minga. ¿Motivos para marchar? “Nos sobran… mire: los incumplimientos de los acuerdos tras la minga de 2013, los problemas de tierras, el enredo con el fast track que frena la paz, el irrespeto de la consulta previa, los asesinatos de hermanos y hermanas….”. Su compañero de caminata apunta que, aunque están acostumbrados a que el gobierno incumpla, van “a seguir exigiendo que se respeten los derechos, así sea en este estado de inconstitucionalidad permanente que vive Colombia”
“Estamos aquí como indígenas, unidos, haciendo presencia, convocando al pueblo. Estamos cumpliendo con Buenaventura para demostrar lo que se puede hacer unidos y protestando en paz”, dice Jairo, que lleva en sus brazos a su hijo de cinco meses protegido bajo una sombrilla, para que “tome conciencia” desde niño y “para poder contarle cuando crezca que sus papás lucharon para dejarle un legado”. Viene desde el municipio de Dagua junto a 23 personas más de su comunidad.
“Todo ha transcurrido sin problemas”, dice un miembro de la guardia indígena del resguardo de San Francisco, en Toribío. Las marchantes van agrupados por comunidades y resguardos y con cada uno, sus guardas indígenas que han velado porque todo funcione y por las seguridad de los participantes. Edwin, coordinador de la Guardia Indígena de Villa Colombia explica que están ahí -ha venido en un grupo de 32 personas- porque “son muchos los líderes asesinados, porque queremos que nos reconozcan el territorio, nuestro territorio, los parques naturales y que nos dejen a nosotros [la guardia] protegerlos. Ellos los quieren cuidar para el negocio y las bases militares, nosotros para protegerlos”.