Discusiones caóticas que cuestan vidas
El Senado votó en la noche de este martes 29 de noviembre a favor de la refrendación del acuerdo de paz entre el Gobierno y las FARC después de una maratónica sesión en que se escucharon, de nuevo, los argumentos del ‘No’ y del ‘Sí’. A la hora de votar, los senadores de Centro Democrático abandonaron el pleno. El resultado: 75 votos por el Sí, cero votos por el No. El proceso pasa ahora a la Cámara de Representantes, donde este mismo miércoles debería ser refrendado después de otro intenso debate.
“Si la prenda es buena no importa el precio, y la prenda es la paz de Colombia”. Parafraseando a un empresario de Manizales, el jefe del equipo negociador del Gobierno, Humberto de la Calle, ha resumido su defensa del acuerdo de paz con las FARC. Lo ha hecho ante un Senado en el que hoy también tomarán la palabra víctimas, representantes del gobierno y voceros del ‘No’. De la Calle ha defendido el acuerdo no solo como mecanismo para acabar con 50 años de muerte sino como un camino de oportunidades para Colombia y ha vuelto a insistir en despejar equívocos. Crítico con los debates estériles, ha dejado claro que este acuerdo nunca busco la suspensión o debilitamiento del Estado de derecho, más aún, lo que supone es “cumplir con el mandato de la Constitución de 1991”. Y una idea más, en La Habana “se buscó un acuerdo, no una rendición”.
De la Calle ha hablado ante un plenario que tiene que abrir el camino a la refrendación del acuerdo en el Congreso y lo ha hecho en un edificio rodeado simbólicamente por las ONG Paziembre y Sinestesia que ha colocado un ‘cordón humano’ con 102 siluetas con las caras de cada uno de los senadores junto a las que colocarán un sí o un no en función de su voto tras el debate. El objetivo es un “control y veeduría ciudadana” que se extenderá hasta el jueves, día en el que está prevista la votación de la refrendación. A lo largo de la mañana también han aparecido carteles en el interior del la sala donde se debatía, los del uribismo diciendo «paz sin conejo».
“Si fuera director de periódico diría que si no es el acuerdo del siglo, si es el acuerdo del medio siglo”. Así arrancó su intervención De la Calle, quien comenzó resaltando las ventajas de un acuerdo aún sin que se haya aplicado: 1.200 policías, militares y guerrilleros están vivos gracias a cese al fuego, se ha rebajado un 90% el promedio diario de muertos; 1.200 días sin tomas guerrilleras de poblaciones, cero atentados de las FARC. “Porque las víctimas son la estrella polar de este acuerdo, las ya ocurridas y las que podrían venir”.
A partir de aquí su discurso ha pivotado en torno a las cuestiones objeto de las principales críticas de los voceros del ‘No’. Y una idea más en la que De la Calle insiste hasta la saciedad. La urgencia de la refrendación y de la implementación porque el cese al fuego actual es frágil y si no se toman decisiones rápidas y se reivindica el procedimiento legislativo especial –el fast track- “eso tiene consecuencias”. Advirtió de que si no se toma esta medida este peligroso impase puede alargarse hasta noviembre del año que viene, al menos. “El fast track no es autocracia, ni poner contra la pared a nadie”, lo que busca es garantizar que se culmina el acuerdo de La Habana.
El imperativo moral del Gobierno siempre fue buscar una solución en la que primara la vida -apuntó-, nunca debilitar el estado de derecho. A su juicio, este acuerdo es un mandato de la Carta Magna de 1991 que cierra el ciclo constitucional que arrancó entonces. Y aquí fue claro: “La expresión bloque constitucional no existe en el acuerdo y si alguien la encuentra me corto la coleta”. De la Calle insistió en que fue excluida del texto y reconoció que fue una buena decisión.
Los parámetros de interpretación incluidos en el acuerdo fue otro de los puntos abordados. De la calle criticó la “alucinante discusión de laberintos jurídicos que nadie entiende cuando lo que se habla es de dejación de armas (…). Nos hemos metido en una discusión caótica para poner en duda decisiones que solo tienen un propósito: salvar vidas”.
El jefe del equipo negociador tiró de muchas expresiones populares. “No hubo conejo” en el nuevo acuerdo, sino una revisión seria y genuina que recogió casi la totalidad de los planteamientos de los diversos sectores del ‘No’. “Porque lo que buscábamos en La Habana era un acuerdo, no una rendición como si fuera la última batalla con las FARC. Fuimos a buscar acuerdos y lo logramos”. Habrá dejación de armas, mayor participación e integración política de quienes se han sentido tradicionalmente excluidos, y justicia pensando en las víctimas, explicó De la Calle, quien sobre todo indicó que el acuerdo trae además una oportunidad para realizar las transformaciones que necesita el país: “Es un gana gana”. Especialmente enfático fue con el campo y la transformación que va a implicar y reiteró, una vez más, que no está en juego la propiedad privada.
Justicia Transicional y género. Otro de los ojos del huracán en la campaña del plebiscito y en el rechazo al primer acuerdo y al nuevo. Sobre la primera, argumentó que no hay impunidad, que la Jurisdicción Especial de Paz está diseñada pensando en las víctimas, en la verdad y en la reparación conforme a los estándares internacionales con innovaciones de las que se siente orgullo y soluciones a la justicia ordinaria que permitirán superar “una fase histórica de violación sistemática de los derechos fundamentales”.
“Aquí hubo un manejo truculento de la información”. Afirmó para referirse a la cuestión de género, porque no existe ninguna mención ni al aborto, ni al matrimonio, ni a la familia o la ideología. De la Calle expresó el deseo de que quienes polemizan con ello escucharan a las mujeres campesinas de Montes de María y les llevarán a lugar donde fueron violadas más de 200 de ellas y así entiendan que ese enfoque de género quiere reconocer a quienes han sido varias veces victimizadas o a quienes son discriminados por su identidad sexual.
“Es un error desaprovechar la oportunidad de consolidar e implementar el acuerdo, porque pronto las preocupaciones de Colombia serán otras”, sentenció antes de dar la palabra a Sergio Jaramillo, Alto Comisionado para la Paz, que se encargó de explicar uno a uno los cambios del acuerdo no sin antes defender que la construcción de paz requiere del consenso más amplio, y lamentar la polarización que provocó el plebiscito. Los voceros del No protestaron porque ellos tendrán menos tiempo de intervención que los dos representantes del Gobierno (40 minutos cada uno), pero el presidente les recordó que son muchos de ellos los que van a tomar hoy la palabra con lo que su tiempo de intervención es más que equivalente.
Por la sala han pasado representantes de las víctimas, de los que apoyan el no y de los que apoyan el sí, portavoces de jóvenes, de comunidades indígenas y de afrodescendientes. Uno de los debates más tensos ha sido entre Yolanda Pinto, viuda del asesinado gobernador de Antioquia, Guillermo Gaviria, y el expresidente y senador Álvaro Uribe. La primera la ha echado el cara el operativo de rescate que acabó con la muerte de su esposo y otros secuestrado y se han enzarzado en una discusión sobre lo ocurrido. Pero el mensaje de Pinto, diferente al de la hermana de su esposo que defiende el No, fue que «Recibí con mucha esperanza el primer acuerdo, con mucha fe y hoy recibo con mayor esperanza el nuevo acuerdo. Vengo a pedirles que con el corazón limpio de odios y de rencores y a reclamar de ustedes que con ese corazón limpio refrendemos este acuerdo porque nosotras las víctimas lo consideramos como un acuerdo posible”.
El alcalde de Toribío, Alcibíades Escue, resumió en una frase parte del argumentario de De la Calle: «Ni un muerto por conflicto armado en Toribío desde hace 2 años, gracias a cese al fuego (…) Démonos una oportunidad de reconstruir el país y el Cauca». «Un ser humano no puede condenar a muerte a otro. Decir No es sentenciar a la Colombia rural y al colombiano de a pie», ha dicho Richard Moreno, miembro de la Comisión Étnica para la Paz y coordinador del Fotor Interétnico Solidaridad Choco, quien ha advertido que «muchos de los hijos de los que quieren que el conflicto siga, no van al ejército, no están cerca del plomo». Este líder afro manifestó a los presentes que «refrendando el acuerdo e implementándolo nos mandan un mensaje, a esa Colombia rural, de que efectivamente las FARC no van a atentar más contra nosotros. Le mandan decir a la Colombia rural que sus tierras van a volver a manos de los campesinos y que las víctimas van a ser reparadas, que el campo va a producir para la ciudad y que esa Colombia rural olvidada va a tener la oportunidad de venir al Congreso a debatir sus ideas. Refrendando el acuerdo mandan un mensaje de que los cultivos ilícitos se van a erradicar por proyectos productivos que generen bienestar. Nos manda un mensaje diciéndonos que ya se termina el conflicto y que Colombia transita por la vía de la paz». Su intervención fue sellada con un rotundo aplauso entre los visitantes de la sesión.
La oposición
Los detractores del acuerdo han insistido en el rechazo a la refrendación por parte del Congreso y han exigido una refrendación popular directa (un nuevo plebiscito). Han reiterado su oposición al mecanismos del fast-track por considerarlo ilegal y ahondado en las falencias de la Justicia Transicional y la participación política de las FARC, junto a las acusaciones de impunidad atribuidas insistentemente al acuerdo de paz. Insisten en que no hay un nuevo acuerdo porque las cuestiones sustanciales no se han modificado ni se han tenido en cuenta sus propuestas. «Jamas nuestras ideas contaron para la construcción de ese acuerdo», sentenció Óscar Iván Zuluaga portavoz de Centro Democrático, quien insistió en que «el Congreso no tiene la legitimidad para refrendar lo que el pueblo negó». Y de nuevo a vueltas con la ‘ideología de género’. Quien lo trajo al estrado hoy fue el pastor cristiano John Milton Rodríguez, vocero del No, quien insistió en que en el nuevo documento «hay ‘ideología de género’ y que por eso lo rechazan. Reclamó «el reconocimiento de la familia como principal víctima de la guerra» y criticó que se les haya estigmatizado pos su posición sobre la ‘ideología’ de género. Según este líder cristiano en el acuerdo «se mencionan 114 veces conceptos que tienen que ver con ‘ideología’ de género».
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